
Pasaban las cinco de la mañana y Fidel había estado conversando durante horas. Evo Morales solo podía pensar en una cosa: «¿cuándo me va a hablar de Revolución?».
Era el año 2002 y el líder boliviano ocupaba el cargo de diputado por el combativo departamento de Cochabamba. Había visto a Fidel casi una década antes, en uno de esos eventos que reúnen en La Habana a luchadores sociales del mundo entero; pero fue imposible encontrarse con él personalmente en aquella oportunidad.
«El gran deseo de cualquier joven de entonces era conocer Cuba, cómo era la Revolución, y al Comandante», cuenta en entrevista exclusiva con Granma desde Santiago de Cuba, donde estuvo una vez más junto al pueblo cubano en los momentos más difíciles.
Cuando tuvo a Fidel enfrente, tras escucharlo hablar por varias horas sobre salud, educación y las responsabilidades del Estado, le lanzó la pregunta que tenía entre ceja y ceja desde sus tiempos de dirigente sindical. Pensaba que el guerrillero de la Sierra Maestra le hablaría de armas y cómo organizar el pueblo para la lucha, pero la respuesta que recibió fue muy distinta: «Evo, ahora ustedes tienen que hacer como Chávez y lograr la Revolución con el pueblo».
Poco tiempo después se convertiría en el primer presidente indígena en la historia de su país, y Bolivia se sumaría con fuerza al movimiento progresista que marcó un cambio de época en América Latina a partir de la victoria bolivariana en la Venezuela del Comandante Hugo Chávez.
«Cuando era casi seguro que nuestra Revolución Democrática iba a triunfar en Bolivia, me reuní con varias autoridades. Me preocupaba, si ganábamos las elecciones, cómo podríamos evitar un bloqueo económico igual al que Estados Unidos impuso contra Cuba. Todos me decían que tenía que tener mucho cuidado, que los Estados Unidos eran vengativos; que tuviera calma», recuerda.
Sin embargo, Fidel le dijo otra cosa. «Primero, ustedes no están solos; aquí está Cuba, Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Kirchner en Argentina. Segundo, ustedes tienen muchos recursos naturales. Tercero, no son una isla y cuentan con países vecinos».
De esa conversación, refiere Evo, salió convencido de la necesidad de nacionalizar los recursos naturales. Solo los hidrocarburos han aportado miles de millones de dólares al desarrollo del país durante la última década, cuando antes de su presidencia apenas ingresaban unos pocos cientos de millones y las trasnacionales se quedaban con la mayor parte de la ganancia.
«Las palabras de Fidel siempre han sido muy orientadoras, firmes y consecuentes», asegura. Cerca de 700 000 bolivianos se operaron gratuitamente gracias a la Misión Milagro, una idea conjunta de Fidel y Chávez que ha llegado a millones de personas en el mundo. «Pensé que había oído mal la cifra cuando hablaban de operar a 100 000 personas», recuerda.
Ante más de un millón de personas reunidas en la Plaza de La Revolución de La Habana, Evo confesó que extrañaría personalmente a Fidel. «¿Quién me enseñará? ¿Quién me reflexionará? ¿Quién me cuidará?», dijo.
Cuatro días después volvió a nuestro país y estuvo junto a Raúl en Santiago de Cuba. Cuando murió el Comandante Chávez también acompañó en todo momento a familiares y dirigentes venezolanos. Luego encabezó la marcha que llevó los restos del líder bolivariano hasta el Cuartel de la Montaña.
«El mejor homenaje a nuestros héroes como Chávez, Kirchner y especialmente Fidel, es unidad y más unidad», refiere.
Parafraseando las palabras de Raúl el pasado sábado, asegura que «sí se puede» una América Latina con soberanía, igualdad y unidad. «Ante cualquier conspiración de clase, política, militar o cultural, lo importante es estar siempre con el pueblo. Esa es mi pequeña experiencia como presidente».
«A Fidel nunca lo vamos a ver en persona o físicamente, pero sus ideas son para siempre», afirma. Lo más importante es que murió invicto a pesar de tantos atentados y tantas acusaciones».
El presidente boliviano está convencido de que las futuras generaciones continuarán hablando del líder cubano y se inspirarán en su ejemplo. «Como sigue circulando la imagen del Che, ahora está la imagen de Fidel. Ellos serán como una yunta ideológica que no está presente físicamente, pero seguirán sus luchas y sus ideas en todo el mundo. Eso significa que hay Fidel para la eternidad».
«Con lo que he visto en La Habana y en Santiago de Cuba, estoy seguro de que el fallecimiento de Fidel se ha convertido en una fortaleza, no en una debilidad. Es una oportunidad para relanzar todas las revoluciones».
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5 de diciembre de 2016
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