ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo

¡Mira que ocurrírsele que creciera el Tur­quino! Sí, que el mismísimo pico de la montaña más alta de Cuba podría crecer. Así de tenaz, acaso, aunque es dichosa esa tozudez de quien no conoce límite a los sueños. Y va por ahí, desandando caminos, digno de fe. Fidel, sembrando hombres.

Ellas y ellos lo cuentan. Son sus voces, sus vivencias, las que no podrían olvidarse.
Para compartir ese mundo de historias di­luidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, Granma dispuso el correo electróni­co tuhistoria@granma.cu, y la plataforma de co­­mentarios en su página web.

A continuación les dejamos algunas de ellas.

Andrés García Suárez, periodista jubilado (Cienfuegos)

Hace 66 años Fidel entró en mi vida, cuando yo era un joven de 18 años de edad. Lo co­nocí el 12 de noviembre de 1950 cuando vino a Cienfuegos, como líder de la FEU, a apoyar la huelga que los alumnos del Instituto de Se­gunda Enseñanza desatábamos contra leyes del gobierno de Prío Socarrás, y que luego se convirtió en Huelga General Estu­diantil en el país.

Él era entonces un joven de 24 años, alto, espigado, enérgico e inteligente. Aquí fue arrestado y enviado al Tribunal de Urgencia de Las Villas. En el juicio, el 14 de diciembre de 1950, Fidel realizó su primera autodefensa y denunció al régimen corrupto. Fue absuelto.

La fría madrugada del 6 de enero de 1959 es­­tuve en el acto masivo frente al Ayun­ta­mi­en­to de la ciudad, frente al parque Martí, donde comenzó la empatía entre los cienfuegueros y él, tras el arribo de la Cara­vana de la Libertad cuando desviándose de la ruta trazada de la Ca­rretera Central, llegó aquí, porque «...a Cien­fuegos había que venir a rendir tributo a los mártires, y a saludar al heroico pueblo del 5 de septiembre», y a ha­blar­nos del «futuro que tendríamos que construir todos juntos».

Presencié, al amanecer siguiente, su felici­tación a los trabajadores de la sentina que se llamó El Comercio (propiedad del ministro de Gobernación de Batista, San­tiago Rey Pernas), y que Fidel expropió y convirtió en un periódico digno y revolucionario llamado Cienfuegos Libre.

Cuando entre fines de 1970 y los primeros seis meses de 1971, escribía en las montañas del Escambray un libro sobre la transformación de ese macizo montañoso El Escam­bray en ascenso, La Habana, 1973 encontré tres veces a Fidel, que chequeaba las obras, reuniéndose siempre con los constructores y trabajadores.

La primera vez lo hallé en el Concentrado de 5to. y 6to. grado de la escuela Conrado Be­ní­tez de Pitajones. Jugaba baloncesto, en­fun­dado en un short verde olivo y sin camisa, con los estudiantes y profesores. Era di­ciembre de 1970 y hacía frío, pero Fidel sudaba.

La segunda vez, lo encontré el 15 de enero de 1971 en el hospital de El Nicho, construido en 1962 y dotado de todo lo necesario. Allí supo por los vecinos que no había médico fijo, que daban consultas dos veces a la semana y cuando llovía mucho y no podían llegar, las enfermeras y el resto del personal del hospital se quedaban solos por días y semanas. Fidel montó en cólera y sentenció: «El médico volverá a El Nicho, ¡y pronto!».

Regresé por este lugar a mediados de mar­zo y encontré a la joven y bella doctora lla­mada Norma Castañón González, que co­men­zó a trabajar ahí el 17 de febrero, muy feliz «con los siete niños nacidos ese mes, los dos que espero para fin de marzo o principios de abril y otros que deberán nacer felizmen­te en 1972...», y por permanecer en estas montañas que siempre añoré por «tanto heroísmo, tanta abnegación callada, tanto sacrificio para que la Patria viva». Y me contó: «Tam­bién salvé a una niñita. Una mañana, al paso de la lancha que recorre el lago del Ha­na­banilla, venía bajando la loma una mujer con su niña de meses en brazos, angustiada, ha­ciendo señales desesperadas para que nos de­tuviéramos. La asistí a bordo, estaba muy mal pero logramos salvarla. Y pensé: “qué hubiera sido si no triunfa la Revolución, si Fidel no viene a El Nicho en enero”».

La tercera vez que encontré a Fidel fue por esos días de diciembre de 1970. Realizaba una visita a la brigada de buldóceres de la brigada constructora que abría la vía Mani­ca­ragua-Jibacoa-La Felicidad-Topes de Collan­tes. Y llegó Fidel. Se reunió con los trabajadores. Observó que un compañero engrasador, Mateo Ojeda Macías, permanecía un poco alejado y lo llamó: «Es que me da pena hablar con usted, así... tengo labio leporino». Fidel lo miró y le preguntó: «¿Tú te quieres arreglar el labio ese». La respuesta llegó como un abrazo: «¡Yo sí!».

Los compañeros bromearon delante de Fidel: ��Dice que quiere arreglárselo para buscar una novia». El jefe de la Revolución co­mentó: «Si derribamos lomas para hacer ca­rreteras, arreglamos esos buldóceres cuan­do se rompen, cómo no vamos a arreglar hombres...».

Regresé por esa brigada en febrero de 1971 y pregunté por Mateo. Me dijeron: «El 15 de enero de 1971 vino un automóvil a buscar a Mateo, de parte de Fidel. Le han hecho dos operaciones, en el cielo de la boca y en el la­bio, y le dan de alta dentro de dos días, ya anunció su regreso y contó que “hasta ha montado en el elevador del hotel grande ese que le dicen Habana Hilton”, donde está pa­rando». Otro chusco agregó riendo: «Y seguramente viene a presentarnos alguna novia». Esos recuerdos son eternos.

Sí, ser contemporáneo de Fidel Castro me alivió la pena de no haberlo sido de José Mar­tí. Ahora me conforta la idea de que el día 3 estarán los dos juntos en Santa Ifigenia, o tal vez en las galaxias, con Chávez, con Camilo y el Che, y tantos hermanos más...

Dulce María Anglin Duncan

Fue en una de las tantas marchas en las que participamos a raíz de la lucha por el re­greso de Elián…, ese día fui con mi hija, que por aquel entonces solo tenía siete años.

Él caminó entre la multitud y se nos acercó, y yo, que tenía tantas cosas para decirle, solo pude llorar, su grandeza me paralizó, enmudecí. Mi hija, tan callada a mi lado, lloraba al igual que yo. Ya en la casa me dijo: «mamá qué grande es» y le dije sí, es un hombre muy alto, y ella respondió: «no mamá, es un hombre MUY GRANDE».

Sobran las palabras.

Dr. Pedro Ángel Martínez Mahiquez

Iniciamos nuestros estudios de Medicina al reabrir la Universidad de La Habana sus puertas, tras la derrota de la tiranía de Batista que dos años atrás las había cerrado.

Al cursar nuestro sexto y último año de la ca­rrera surgió la propuesta por parte de una compañera, la Dra. Dolores Luzua, ya falle­ci­da, de graduarnos en el Turquino con Fidel. La propuesta caminó, y se le planteó al Co­man­dante, quien aceptó pero con la con­dición de que teníamos que hacer el recorri­do histórico por todas las Comandancias del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Esto iba más allá de nuestra propuesta, pues pensábamos que quizá podíamos subir y bajar en el mis­mo día. La idea nos estremeció, pero no de­jaba de ser una oportunidad histórica.

Salimos de la Terminal de trenes de La Ha­bana rumbo a Holguín el 6 de noviembre de 1965. Llegamos el 7 de noviembre en ho­ras de la mañana. Ese día por la noche, en acto político masivo con toda la población hol­guinera, Fidel inauguró el flamante Hos­pital V. I. Lenin, fruto de la cooperación internacionalista con la antigua Unión Sovié­tica.

De Holguín, partimos hacia el Centro Es­colar Camilo Cienfuegos en el Caney de las Mercedes y de allí, nos trasladamos para Mi­nas de Frío para iniciar el ascenso al Tur­quino.

Fueron seis días de duro bregar. Guiados por el Comandante en Jefe día a día íbamos venciendo las etapas. Vegas de Jibacoa, Altos de Mompié, La Plata, Palma Mocha, Alturas de Joaquín hasta el Pico Real del Turquino. La graduación se produjo en el Pico Cuba el 14 de noviembre de 1965.

¿Qué nos enseñó Fidel con este ejemplo de acompañarnos a nuestra graduación en tan peculiares condiciones?

Considero, como graduado, las siguientes:

1. Nos hizo comprender que la salud de nuestro pueblo era una gran prioridad para la Revolución. Honramos ese pensamiento con nuestro juramento donde, entre otros aspectos, renunciamos al ejercicio de la medicina privada, dando así un vuelco a la filosofía de la medicina burguesa.

2. Nos hizo comprender y sentir el rigor de escalar montañas, comprendimos al visitar cada Comandancia el heroísmo de los hombres del Ejército Rebelde.

3. Puso a prueba nuestra resistencia, sa­biendo que, en ocasiones, estaríamos desesperados por tomar agua, y aprendimos a to­marla de los curujeyes de los árboles como ha­bían hecho los rebeldes.

4. Al llegar a una de las comandancias bajo constante lluvia y fango, ya tarde en la noche, la comida que se nos ofreció fue un pedazo de carne para que la cocináramos.

Mi escuadra lo más que logró fue chamuscar los bordes de la carne con una maltrecha hoguera. Cuántos recuerdos nos vinieron entonces a la mente, pensando en aquellos hombres que durante meses y años tuvieron que pasar peores vicisitudes y con riesgo de su vida. Aprendimos el precio del sacrificio.

5. Conocimos del humanismo y sensibilidad de Fidel cuando al final de cada jornada se reunía con grupos de graduados, los alentaba y nos educaba.

Ordenó que un helicóptero trajera a dos compañeras que no habían podido subir por problemas de salud, para que participaran también en su graduación.

Ordenó crear un salón de belleza en el Pico Cuba para que las compañeras pudieran arreglarse su pelo y pintarse sus uñas, después del duro bregar de seis días a sol y sereno.

El haber compartido con Fidel esos días me marcó para siempre, pues pude comprender mejor su espíritu de sacrificio, su férrea vo­luntad, su sensibilidad humana, su proyección de futuro, lo cual hoy, a 51 años de graduado, lo veo con claridad meridiana.

¡Hasta siempre, Comandante! ¡Seguimos escalando Montañas! ¡Los graduados del Tur­quino no fallarán!

Tuve mi momento con Fidel, mi libro, sus palabras, su pluma y algunas fotos que un amigo me hizo llegar, recuerda Katia Monjes. Foto: cortesía de la autora

Katia Monjes Machado

Todo lo que soy y tengo se lo debo a Fidel y a nuestra Revolución. Provengo de una fa­milia humilde y revolucionaria en la que Fidel ocupó siempre un lugar importante. Mi abuela, combatiente, la mayor de las fidelistas que he conocido; mi hermano, internacionalista de Angola; mi padre, combatiente de la lucha contra bandidos e internacionalista; mis ma­yores todos integrados al proceso revolucio­na­rio, contribuyendo de alguna ma­nera con las luchas de nuestro pueblo.

Yo, como casi todos los niños cubanos, tenía el gran anhelo de besar y abrazar a Fidel, de ha­cer Revolución. Así que estudié mucho, participé en todas las actividades, fui dirigente estudiantil, esperaba mi oportunidad. Me gradué y vine a trabajar a la UCI. Llegué en un momento primordial, 2003; por tanto, tuve la oportunidad de verla crecer. De momento me vi con 23 años en la Venezuela de Chávez, efervescente, rodeada de jóvenes del frente Francisco de Miranda, en momentos definitorios para ese hermano país, el referendo del 2004. Y allí tuvimos la oportunidad de hacer Revolución de una manera dife­rente a como lo había hecho hasta ahora, desde un frente de lucha diferente, viví una experien­cia inolvidable y gané amigos para toda la vida.

De vuelta en Cuba, participo en el lanzamiento —en la Tribuna Antimperialista— del libro Operación Cóndor, en el que estuvo presente nuestro Comandante. Llegó mi oportunidad. Cuando me vine a dar cuenta estaba a su lado, y me preguntó: «¿Y tú quién eres?». De más está decir que me había quedado sin palabras. Afortunadamente alguien dijo: «Ella es una profesora de la UCI, de las que participó en la misión en Venezuela en el 2004».

«Pues que nos acompañe», fue su respuesta y yo, que apenas escuchaba, solo me dejé lle­var hasta un salón ubicado en los bajos de la Tribuna. Conversó con todos, de varios te­mas, conversó conmigo sobre nuestra labor como jóvenes y sus expectativas, apoyó su brazo en mí y yo quedé petrificada. Firmó mi libro con mi pluma que, al usarse para la firma de la autora, apenas tenía tinta, así que la guardó en su chaqueta y sin pensarlo me regaló la de él. Lo besé, le di un abrazo. Tuve mi mo­men­to con Fidel, mi libro, sus palabras, su pluma y algunas fotos que un amigo me hizo llegar más tarde son mi tesoro. Inol­vidable. Hasta siempre, Comandante

La Universidad UCI es Fidel. Los jóvenes no fallaremos.

Yanis Daimy Lockhart Cintra (5to. grado, escuela Marcelo Muñoz Zamora. Santiago de Cuba)

«Fidel sigue aquí»
Fidel Castro no se ha ido
¡no, qué va!
Fidel no se ha ido
ni se irá
en la mañana yo lo vi
con los infantes
en su jardín,
con los pioneros
junto a Martí,
con el obrero
el albañil,
con la doctora,
con la maestra,
el deportista
yo allí lo vi.
Está en las nubes
está en el sol
está en la brisa
en el amor.
Con las estrellas
yo allí lo vi,
el está vivo
está junto a mí.

Esteban Peña Peña, profesor de la Universidad de Las Tunas

El día 20 de enero de 1978, el Comandante en Jefe asistió en Puerto Padre, Las Tunas, a la inauguración de la nueva terminal de azúcar a granel. Hasta ese día nunca había tenido la fortuna de verle personalmente. Ese día, por fin, pude complacer mi inquietud de joven revolucionario —en ese momento yo cursaba la secundaria básica y para mí era un orgullo—. Mi padre era un machetero y obrero de avanzada y mi hermano, que había estudiado para maestro Makarenko y había estado en Minas de Frío, Tarará y Topes de Collantes, había tenido la fortuna de verlo.

Fidel era una leyenda omnipresente para todos. Lo sabíamos vivo, conocíamos al detalle anécdotas de su vida, pero para nosotros que vivíamos lejos de la capital, realmente nos era difícil poder verlo frente a frente.

Ese día 20 de enero de 1978 lo vi, pero realmente mi gusto no quedó complacido, pues solo pude observar su figura impresionante a unos 50 o más metros, estando él en la Tribuna.

Sin embargo, dos años después, el 14 de junio de 1980, volvió a visitar Las Tunas para inaugurar el Combinado de la Salud (varias instalaciones médicas de la provincia). Ese día lo vi durante el acto un poco más cerca, pero aún lejos para mi gusto.

Yo, como parte de un grupo de jóvenes, ha­bía viajado desde Puerto Padre junto a mis compañeros de preuniversitario. El viaje todo fue algarabía y los ómnibus que nos trasla­daron se quedaron lejos de la zona del acto. Al terminar, salí con dos compañeros más en busca del parqueo y mi desconocimiento de la ciudad de Las Tunas en aquel momen­to nos hizo tomar por una vía equivocada. Cuando ya estábamos desesperados tratando de orientarnos y preguntando por lugares que ni nosotros sabíamos cuáles eran, quiso la dicha que el Comandante eligiera justo la vía por donde íbamos caminando para él moverse. Y ahí sí vino lo bueno. Nos pasó saludando sentado en un Jeep verde olivo a muy es­casa velocidad, saludando y sonriente. Cuan­do lo vimos entonces sí me quedé agradecido. El haberme perdido en

Las Tunas me hizo un feliz revolucionario ese día.

Carlos M. Cabanes Rivero, director General Complejo Hotelero Terrazas-Atlántico-Villa Bacuranao, Islazul, Mintur

Transcurría el año 94, pleno periodo especial, y la preocupación del Comandante por la alimentación del pueblo era constante desvelo, y hacía que casi todas las semanas visitara el municipio habanero de Güira de Melena (hoy en Artemisa) para comprobar por sí mismo la marcha de la campaña de la papa, sabiendo la importancia de que la campaña garantizaría la alimentación del pueblo de la capital.

Me desempeñaba como oficial de la contrainteligencia militar y formé parte del aseguramiento a su visita cuando estuvo en el contingente Sonrisa de la Victoria.

Recuerdo que Fidel conversaba con trabajadores y, después de un rato, se acerca a unos bancos e intenta subir el pie, pero sin prestar atención.

Me percato de que la punta de su bota no al­canzaría el borde del banco y pongo mi mano para guiarle, esto sucede muy rápido y realmente apoya todo el peso de la bota en mi ma­no contra el banco. Preocupado me pregunta si me había hecho daño, yo le respondo: «No, Comandante, no fue nada». Me da las gracias y continúa conversando.

Yo me separo del gru­po. La mano me latía que parecía que tenía un corazón, me dolía y la tenía enroje­cida.

Sin darme cuenta, él me miraba de reojo y me llama nuevamente a su lado y me dice «chico, para la próxima deja que me dé, me hubiese dolido menos». Y puso su mano so­bre mi cabeza.

Increíble su capacidad de observarlo todo, de preocuparse por quienes tenían la obligación de preocuparse por él. Absuelto por la historia e inmortal, la Patria lo contempla or­gullosa.

Dulce María García Pérez

Vivo en Matanzas. Tengo 80 años, soy mi­litante del PCC activa y fui militar toda mi vi­da. Quiero decir que guardo como un tesoro el testimonio de amor por mi Fidel Castro y los recuerdos desde 1960.

El 29 de abril de 1960, Fidel convierte el Cuartel Goicuría en escuela. Sobre las tres de la tarde me dirigí hasta allá para verlo, pero llegué tarde, el acto se había terminado. Al­guien me dijo, ve hasta el Reparto Reinol Gar­cía que lo va a inaugurar.

Tomé máquina de alquiler y llegué, pero no había nadie, al ratico llegó el helicóptero. Al momento, me vi frente a él y se me ocurrió pedirle algo de re­cuerdo y dentro de la multitud, allí reunida, extendió su mano y me entregó un tabaco H. Hupman que estaba fumando. Lo metí en el vestido que llevaba puesto y, mientras él tomaba agua en una cantimplora, también tomé una pluma que tenía en su camisa. Fidel sonrió dulcemente. Cuando casi terminaba, llegué al helicóptero y él se aproximó y me preguntó mi nombre, cuando me bajaba del helicóptero me dijo: «ten cuidado con las hélices, son peligrosas».

Ana Caridad, a la izquierda de Fidel. Foto: cortesía de la autora

Ana Caridad

Soy la muchacha que se encuentra a la iz­quierda del COMANDANTE, sí, en mayúscula, como es su grandeza, su obra…

Soy graduada en Licenciatura Farma­céu­tica del año 1991, cuando se comienza a gestar por Fidel el polo científico, hoy Bio­Cu­ba­Farma, otra de las obras grandes de su pensamiento.

Me encontraba en el Instituto de Farmacia y Alimentos (IFAL) cuando vimos entrar a nuestro Comandante, cuánto júbilo y alegría para todos.

Enseguida se puso hablar con los que nos encontrábamos cerca de él. En mi caso, le ex­pliqué que era mi primer año laboral y que había sido en el Centro de Histoterapia Pla­cen­taria; uno de los centros que se encontraba en construcción del polo científico, creado para producir medicamentos de la placenta hu­mana para el tratamiento del vitiligo y la psoriasis.

Él me preguntó dónde estaba el centro y le respondo en Valle Grande, La Lisa. Cuanta sorpresa para mí saber que el COMANDANTE se marchó del IFAL, visitó la obra y preguntó por cada detalle e impulsó su terminación. Qué honor para todos los que trabajamos hoy en este centro seguir forjando sus ideas, curar y tratar a los pacientes cubanos y de otros países, a través de las misiones médicas cubanas. ¡HASTA SIEMPRE, COMANDANTE!

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Yusimy Barrios dijo:

1

2 de diciembre de 2016

07:52:00


Soy Artemiseña y desde pequeña escuche el nombre de FIDEL en la familia,en casa de abuela en la sala existe desde entonces una foto ,esa a la que hoy rendimos honor ,a los menores nos decían cundo preguntábamos por el , que era un tío mas y les decíamos que cuando vendría a vernos,y la respuesta era esta en todos lados y era cierto , en cada acto publico donde salia nos decían miren a tío y lo saludábamos como si estuviera con nosotros ,mi abuela ,mis tíos ,madre, padre ,todos de una base tan revolucionaria y fidelista de convicción,ese fue el ambiente en que me crie y crecí,muchas veces estuve tan cerca de el en los actos y siempre sentí la misma energía ,respeto , orgullo,pues estábamos en el mundo a pesar de ser un país ,tan pequeñito. En 1973 llegue a la Isla de Pinos entonces, en el contingente, JÓVENES PARA LA ISLA , estudie en diferentes escuelas de nuevo tipo que fundara FIDEL en el concepto Martiano Estudio-trabajo,y de veras fue una escuela mas que instructiva y cognitiva fue para la vida,era una masa de jóvenes todos,que no nos importaba dejar la casa , el abrigo de madre y padre para entonces hacer lo que nos tocaba en la revolucion , que ya no habia guerra,no habia que ir a derrocar un mal gobierno sino apoyar y sustentar el que teníamos. Pues naci con FIDEL, creci con FIDEL,me forme con FIDEL, forme mi familia con FIDEL, y a ella la empeñe a amar a FIDEL. Actualmente vivo en el Cotorro y tuve el Privilegio de estar tan cerca cuando en el 2001 la tribuna abierta fue en el municipio y no puedo explicar que sucedió allí,el calor ,el sol,la fatiga hizo que muchos se sintieran mal incluyendo al Comandante, un silencio embargo el lugar y no eramos pocos ,los niños asustado ,los jóvenes lloraban,nadie se movía y el que lo hizo fue en silencio y lentamente,en unos minutos regreso y dijo ;estoy bien;la alegría y la algarabía fue enorme el caguairan estaba allí Era la tribuna donde por vez primera hablaba de los cinco y solo prometió que ;VOLVERÁN;y lo cumplió ellos están con nosotros ,no dejo nada pendiente,la deuda pendiente es nuestra con el en seguirlo tras ese yate con la luz y proa al futuro. En otros momentos he expresado un sentimiento que me embarga no se va ,esta solo fue con CHAVEZ un momentito a la Misa. HASTA SIEMPRE COMANDANTE.

Salvador Escribano García (Gaizka Larretxea) dijo:

2

2 de diciembre de 2016

09:36:18


Mi compañera y yo bajábamos solos en el ascensor desde la última planta del Habana Libre cuando el elevador se detuvo en una planta y entró Fidel seguido por dos guardaespaldas. Nos impresionó el aspecto de gigante de Fidel y nos impresionó la enorme tristeza que reflejaba su rostro. Fueron unos segundos porque llegó otro elevador vacío y aquellos dos guardaespaldas casi le levantaron en vilo y se le llevaron al otro. Luego supimos que había estado visitando a Barreiro, ya muy enfermo. No he podido olvidar ni su aspecto gigantesco ni la tristeza de su cara, que da una idea de su faceta más humana. También por todo eso siempre premanecerás en nuestra memoria y en nuestros corazones. Viva Fidel.

Dayamin Cupull Rodriguez dijo:

3

2 de diciembre de 2016

11:13:50


Mi ejemplo .Ejemplo de amor y lealtad incondicional eres y seras siempre en mi vida .Desde niña me emocionaba cuando mi madre y mi abuelo hablaban de ud ,ahora me pasa lo mismo solo de pensar en ud ,es divinamente espiritual como si penetrara cada celula,espacio de mi cuerpo, de mis padres y ancestros herede su valia,los sentimientos patrios , el amor a la madre tierra , a Cuba con todos sus frutos ,al ser la tierra mas hermosa que ojos humanos hayan visto sus seres son los mas hermosos y tu lo sabes, es por ello que las cosechas humanas de tu isla seguiran adelante por que tu estas en cada uno de nosotros.Es su presencia el paradigma magico de hacer y hacer para algo , para alguien y para todos ,simplemente grandioso, sorprendente y universal.Eisen con su teoria de la relatvidad del tiempo estaba claro,por lo que hechos y existencias son eternos en el amor,ud es puro amor y su eternidad ya esta designada.Mi nño de 7 años me dice ayer ,mamita cuando dejaran de llorar si Fidel no se ha muerto esta en la mente y el corazon de todos los nosotros yo lo siento ,ya basta de llantos .Me quede perpleja de lo inmenso y de lo profundamente espiritual de su sentir y es puramente verdad sobre todo si viene de un niño de esa edad.Le corresponde comandante descansar ,nosoros nos encargamos de continuar.Hasta siempre Fidel.

Dayamin Cupull Rodriguez dijo:

4

2 de diciembre de 2016

11:18:18


Esto es para agradecerle al colectivo de trabajadores esta gran oportunidad es inmenso poder espresar lo que se quiere decir.gracias para todos ustedes y por ser tambien FIDEL .Gracias

Edelmis González Nieto dijo:

5

2 de diciembre de 2016

11:46:19


Mi padre fue combatiente integrante de la Columna 1 comandada por Fidel en la Sierra Maestra y aunque no tuve el privilegio de conocer personalmente a nuestro invicto Comandante las historias contadas por mi padre acerca de su ejemplo, combatividad, espiritu de justicia sembraron en mí los valores y principios que me forjaron como revolucionaria. Descanse en paz querido líder, su semilla está sembrada en la conciencia de las presentes y futuras generaciones. NO LE FALLAREMOS

Edis Martinez desde Baire dijo:

6

2 de diciembre de 2016

14:27:30


Con profundo dolor recibí la noticia de la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro. En ese primer momento me estremecí no lo creía era imposible creerlo estaba tan acostumbrada a su firmeza, a su justicia, a su visión hacia el futuro. A los que crecimos con él, fuimos adonde había que ir, le debemos mucho, le debemos la dignidad, la vida. Siempre le acompañe desde mi infancia a los 9 años pude estudiar en la escuela para campesinos Ana Betancourt gracias a su creación fue él quien me coloco la pañoleta de pioneros que en aquel momento era blanca y azul, en la plaza de la Revolución por el me hice maestra, el me dio la oportunidad de licenciarme y luego realizar mi maestría de la educación. Toda la vida soñé con darte otro abrazo pero guardo en mi corazón la vez que me cargaste, me abrazaste y me diste un beso como lo hace un padre querido, un beso que aun siento en mi mejilla de educadora jubilada y reincorporada para seguir tú obra, la de todos. Cuba entera te llora, yo prefiero pensar que sigues un largo viaje, serás eternamente el líder de la Revolución Cubana, el guía que nos lleva a ser cada día mas eficientes, el padre que siempre recordaremos. Para mí en Cuba Cristo es Fidel pues por el soy maestra, que a los niños hizo pioneros que lleno el país de escuelas y el pueblo aprendió a leer Edis Martínez Bello, jubilada y reincorporada como maestra de 1er grado en la escuela primaria José Ángel Morales Pompa en Baire, Contramaestre, Santiago de Cuba.

soñadora dijo:

7

2 de diciembre de 2016

14:47:17


Naci en 1965, la revolucion solo me lleva 6 años, soy de su generacion, formada en ella, en sus valores, en sus pricipios, en sus luchas, en 1994 era trabajadora del instituto de medicina tropical Pedro Kouri, hoy conocido como IPK ( vale destacar que es un sueño que el hizo realidad). Me encontraba recibiendo clases de frances impartido por la alianza francesa a los trabajadores de dicha institucion en una de sus aulas, eran cerca de las 6 y 30 pm, cuando de pronto se abre la puerta y alli estaba el, todo gigante, impresionante, converso con todos alli, jovenes medicos, licenciados y tecnicos especializados en diferentes areas para mantener la salud de nuestro pueblo, al retirarse el profesor un joven francesito no pudo continuar la clase estaba petrificado por haber tenido tan cerca a nuestro comandante, por haber hablado con el como alguien mas, como si nada, expreso que el lo consideraba una figura universal, impulsor de las mas nobles ideas, no recuerdo el nombre del profesor pero se que donde este ahora, se sentira tan triste como nosotros

soñadora dijo:

8

2 de diciembre de 2016

15:16:02


gracias por publicar mi comentario, pues no tenia palabras para expresar mi dolor por su perdida fisica, solo escribiendolo pude liberar un poco mi agonia, soy una mas de entre todos y cada uno de los cubanos que hoy decimos hasta siempre comandante en silencio

Claudio Vega dijo:

9

3 de diciembre de 2016

02:21:01


Soy hijo de exiliados chilenos. Llegue a vivir a la isla a los 9 años, desde rumania. Ente a estudiar a una escuela que se llamaba " Solidaridad con Chile" en miramar, con los años fui buen estudiante y un premio fue estar cerca con el comandante para un 1 de mayo en la plaza de la revolucion, tengo entendido que esa vez, el se entero que eramos niños chilenos hijos del exilio, se acerco con un cariño a nosotros, nos abrazo, a las niñas con un beso y nosotros los niños con un abrazo, y con unas palabras dijo" ustedes son pioneros de salvador allende, de neruda y de victor". Ahora a mis Cuarenta y tantos, soy profesional, comunista, padre, humano. Gracias Fifo Gracias comandante Gracias revolucion cubana Hasta siempre comandante GRACIAS TOTALES

Marcelo Caballero Torres dijo:

10

3 de diciembre de 2016

06:17:29


Lo pensé mucho...pero decidí dejar plasmado el siguiente relato: Plaza de la Revolución. Me encontraba atendiendo a una delegación de la Unión Soviética. Los miembros de la delegación, muchos, subieron a contemplar La Habana desde el mirador del Monumento a José Martí. Yo me quedé, solo en el centro del salón de la base del monumento. Entra Fidel, también solo. Se encamina hacia mí y me pregunta por la delegación. Le respondo que subieron al mirador "en los dos elevadores". Me mira como extrañado y me rectifica: "Pero aquí hay un solo elevador"..... No me inmuto y contesto: "Comandante, en verdad es la primera vez que entro aquí. Y dije "dos elevadores" porque vi que subieron tanta gente, que asumí que en uno solo no podían caber... Me miró divertido...miró hacia otros miembros de la delegación que se habían quedado en el salón, y me volvió a preguntar: "sabes ruso?". ..Sí, fue mi respuesta...... Y le traduje la conversación que sostuvo con ellos...Eso es todo...Es uno de los recuerdos que conservo del Comandante. Otro recuerdo del que fuí testigo: Moscú. Visita de Fidel. De noche. En la residencia de protocolo donde se encontraba alojado El Comandante, en el pasillo estaban dando a alguien dinero de dieta. El Comandante le pregunta: "Y yo?. También tengo derecho a dinero de dieta?. Se lo dieron...preguntó dónde se podía comprar bombones.. y allá lo llevaron a una tienda muy conocida en la calle Kutuzovski a comprar sus bombones!!!!!

Ulises losada dijo:

11

3 de diciembre de 2016

14:29:51


Yo le escribí una carta a fidel cuando era un joven curioso e inquieto. Y me respondió. Estoy muy orgulloso. El ideal de Fidel me ayudo en mi vida. Gracias a él y ale ejemplo cubano se que otro mundo es posible, un mundo más justo. Se que no luchó por una simple utopía si no por algo que en esa pequeña isla se ha hecho realidad y por ello puede extenderse al resto del mundo. Graciad Fidel gracias Cuba