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Las voces que responden a Bush

Sara Más y Roger Ricardo

Ninguna voz es débil para narrar la historia. Esa que se ha vivido en carne propia y no se olvida, trasciende el legado familiar, recoge los libros o se pasea junto a nosotros —a veces oculta, otras sabida— en las vidas de otras personas. Esa HISTORIA, en mayúsculas, se ha multiplicado ahora en razones singulares y comunes desde un Parlamento que la evoca para repetirle al señor W. Bush que no nos entendemos.

Foto: RICARDO LÓPEZ HEVIAVoces de niños, como Lazarito, 
también sonaron rotundas.

El pasado sigue siendo una palabra demasiado pesada para destinarla a la mala memoria. Lo dice Vicente Arturo Rodríguez, que vio morir temprano, hace más de cuatro décadas, a sus tres hermanos, sin un médico cerca que lo impidiera. Y lo reafirma a su lado Patricia Flechilla, la pionera que no vivió esos días pero se encontró en los textos con "un pueblo analfabeto al que poco se le reconocían sus derechos, en una República encadenada". Cuando científicos, campesinos, estudiantes, maestros, doctores, obreros y hasta niños de esta Cuba, se levantan para defender unidos su legítimo derecho a decidir los destinos de la nación frente a los dictados del imperio, lo hacen también porque sienten que con la historia de este pueblo no se puede jugar. Lo enunció a su modo Juan José Vancer, en representación de los cederistas: "Esta es una isla pequeña geográficamente, pero de estatura infinita en heroísmo y en ideas. Esta obra ha costado mucha sangre y no se negocia".

Pero las enseñanzas no asoman todas desde un pasado al cual este pueblo se niega a regresar. Encuentran recinto diario en la vida común y el humanismo inagotable de una Revolución que no repara en gestiones para que un padre como Ismael González Roque pueda reencontrarse con su hija enferma. Un día, hace dos años, él acudió al Consejo de Estado en busca de ayuda: quería saber si su hija, quien había emigrado hacia Estados Unidos y prácticamente agonizaba allí con SIDA y sin atención médica, podía volver.

"Tengo grabado en la memoria el desvelo del Comandante por este caso, su preocupación por la suerte de un padre que quería ver al menos por última vez, a su hija", relató al plenario Carlos Valenciega, miembro del Consejo de Estado.

Bastaron 72 horas para que Lázara Aymara González, la joven de esta otra historia inédita hasta ayer, estuviera junto a su padre. Ella apenas hablaba y pesaba 45 libras, cuando ingresó en el Instituto Pedro Kourí. Allí lucharon por su vida con esmero, solidaridad y sin escatimar medios costosos, aunque nunca le pasaron una factura. Así lograron que viviera 30 días más. Algo que su padre, sentado ayer entre los asistentes a la sesión extraordinaria, suele evocar convencido de que no existe dinero en el mundo que lo pueda pagar y describe con agradecimiento infinito en una carta a Fidel, como lo que "es capaz de hacer esta poderosa maquinaria humanitaria que usted diseñó en La Historia me absolverá."

Vicente Arturo Rodríguez.

Precisamente, por la vida en Cuba y el mundo trabajan nuestras mujeres y hombres de ciencia, ajenos a la elaboración de alquimias asesinas; así lo reafirmó el científico y diputado Agustín Lage, al responder a las acusaciones del presidente norteamericano de que en los laboratorios cubanos se fabrican armas bacteriológicas.

En cada discurso vehemente, reflexivo, estuvo el eco multiplicado, una vez más, desde las fábricas, la tierra, el hogar, los pupitres, desde el piano y el canto de amor a la Patria, como dijera el pianista y compositor Frank Fernández.

En estas horas se libró un combate por la historia, contienda por y desde la gloria de 130 años de lucha por la independencia conquistada. La contundencia de las palabras de las más de 150 intervenciones fueron lanzas certeras para destruir la infamia.

Juan José Vancer.

Por ese amor a la Patria se irguió el verbo en la voz de la nobleza de los niños y el ímpetu de los jóvenes, de esa nueva generación comprometida de la que forma parte Carlos Valenciaga. Para él, como dijo ayer en la sala, solo existe un privilegio al cual no piensa renunciar: " ...Intento seguirle el paso a una leyenda, y lo hago como lo han hecho y lo hacen todas las generaciones de cubanos que saben bien de qué lado está la justicia, la independencia y la verdad".

Ninguna voz es débil para narrar la historia, cuando la palabra, como ahora, es argumento definitivo y la esgrime la nación con contundencia demoledora contra las falacias y calumnias del imperio. Son las voces plurales y unidas del pueblo para defender la memoria y la obra conquistada. Las voces que responden a Bush.

Publicado 27-06-2002

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