![]() |
. |
|
![]() La Patria es sagrada, la Revolución es invencible y el Socialismo es irrevocable Intervención de Carlos Lage Dávila, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros
Compañeros Fidel y Raúl: Gracias, muchas gracias Sr. Bush por recordarnos que nuestra Constitución tenía que ser modificada para inscribir en ella y proclamar al mundo con la fuerza de 9 millones de corazones que el Socialismo en Cuba es intocable, y que los principios no se negocian.
La economía de mercado y la propiedad privada sobre los medios de producción que nos proponen es causa de un imparable proceso de concentración de la riqueza, de humillantes desigualdades, de indignantes injusticias, de egoísmo y de la conformación de una sociedad que tiene como centro al dinero, con todo su poder corruptor y no al hombre con su capacidad infinita de mejoramiento. En Cuba ya existió toda esa basura. Duró medio siglo y terminó el Primero de Enero de 1959. Un atajo de ladrones y vendepatrias gobernaron la nación; el pueblo fue empobrecido, humillado, reprimido, fragmentado, y muchos de sus más nobles hijos asesinados. No nos dividiremos nunca, ni entre negros y blancos, ni entre ricos y pobres, ni en partidos. La unidad es imprescindible y ha sido una de las grandes lecciones de nuestra historia. En el 68 la falta de unidad provocó el Zanjón; en el 98 permitió la Enmienda Platt y en el 33 condujo a la dictadura de Batista. Cuidaremos siempre de la unidad como de la niña de los ojos y tendremos siempre un solo Partido, y tampoco cualquier Partido sino el Partido Comunista de Cuba. Ponernos requisitos o condiciones para el restablecimiento de relaciones es perder el tiempo. El bloqueo no se acabará en una mesa de negociaciones; el bloqueo tiene que ser levantado unilateral e incondicionalmente. Esperaremos pacientes y mientras tanto, construiremos con sudor e inteligencia una sociedad justa, culta y humana, como Fidel ha soñado para los cubanos de hoy y para las futuras generaciones. Trato de imaginarme qué sería de Cuba si nos dejáramos imponer la voluntad imperialista. Cierro los ojos y veo niños descalzos, pidiendo limosnas o limpiando zapatos. Los abro, y los veo en sus escuelas con pañoletas y libros frente a televisores y computadoras. Cierro los ojos y veo largas colas de desempleados, al campesino trabajando para un latifundista, la riqueza de unos y la pobreza de muchos. Los abro y veo a cada cubano con un lugar digno en nuestra sociedad, los campesinos son los dueños de la tierra que trabajan y el país nos pertenece a todos por igual. Cierro los ojos y veo el dolor incontenible por la muerte de un hijo, una madre o un compatriota a causa de una enfermedad curable, porque la salud aunque no alcance a comprenderlo, es un negocio. Abro los ojos y veo decenas de miles de médicos y enfermeras y todos tenemos el mismo derecho a recibir cualquier tratamiento sin pagar un centavo. Cierro los ojos y veo la angustia de un padre que no puede reunir el dinero necesario para pagarle los estudios a un hijo, gestionarle un puesto de trabajo, o dejarle alguna herencia. Abro los ojos y veo que un padre solo tiene que dejarles a sus hijos su ejemplo y enseñarles que el trabajo y el honor les abrirán todas las puertas de nuestra sociedad. Cierro los ojos y veo a los estudiantes bajar la escalinata universitaria y a la policía recibirles a golpe de agua y balas, y veo caer a los líderes estudiantiles. Veo a blancos y negros separados sin saber por qué. Abro los ojos, y veo estudiantes y policías y a negros y blancos y a todos, fundidos en un haz de pueblo. Cierro los ojos y veo la muerte y la tristeza, el desamparo y la desesperanza, la frustración y el fracaso, la droga, el juego y la corrupción. Abro los ojos y hay vida por todos lados, y alegría y esperanza, y triunfo y camino hacia delante. Cierro los ojos y veo de nuevo jóvenes que asaltan el Moncada, desembarcan en el Granma y suben a la Sierra para iniciar otra vez la Revolución. Abro los ojos y No: están aquí los héroes, sentados junto a nosotros en esta Asamblea, y los caídos, en la memoria de todos, para siempre. Sabemos muy bien que en el mundo sobran los recursos y mueren cada día más de 5 mil niños de enfermedades curables y más de 800 millones de personas viven en la miseria y con hambre. Los que sostienen el actual orden económico internacional, causante de tal genocidio, los defensores del sistema en el que se generan cada vez mayores diferencias entre ricos y pobres, en el que se abandona a cada hombre o mujer a su suerte, los que viven en la opulencia mientras contemplan impasibles el hambre y las enfermedades, y no me refiero ahora solo al gobierno norteamericano, no tienen moral para hablar de democracia y de derechos humanos, sino que son responsables de un crimen que causa sufrimientos y cobra vidas día tras día. Porque somos conscientes, muy conscientes de nuestra historia, de la obra de la Revolución y de las realidades del mundo de hoy, es que escribimos nuestros nombres y firmas, porque preferimos el Socialismo, no el Capitalismo.
Preferimos una sociedad en que el hombre sea hermano del hombre, no su lobo. Digamos la verdad a Bush y a los demás. El mejor sistema político es el de un solo Partido; la verdadera democracia es la socialista; y donde único es posible defender los derechos humanos es en una sociedad de igualdad y de justicia social. Los que vivieron el pasado no podrán ser engañados. Los que crecimos con la Revolución, no sabríamos vivir sin Socialismo. Los que nos sucedan serán más socialistas porque serán más educados y cultos, más libres y conscientes. Para nuestro pueblo regresar al pasado es indeseable, impensable e imposible. La Patria es sagrada, la Revolución es invencible y el Socialismo es irrevocable.
¡VIVA LA REVOLUCIÓN! Publicado 27-06-2002 |
![]() |
![]() |