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La respuesta a Rambo

Sara Más y Félix López

Desde sus antológicas palabras a los intelectuales en 1961 —aquellas donde advirtió que "con la Revolución todo, fuera de la Revolución nada"—, Fidel no ha dejado de advertirnos sobre el poder inigualable de la cultura para contener la deshumanización del capital. En estos dos días, como confirmación de esa táctica, el Parlamento cubano abrió las puertas a la sensibilidad y la virtud.

En una misma mañana escuchamos los versos de dos poetas, uno libre y otro preso por la maldad y el odio. Pero la poesía no puede ser encerrada. Lo sabía Antonio Guerrero cuando escribió las estrofas que otro destacado artista, el actor José Antonio Rodríguez, compartió con toda Cuba: su pueblo, lo siente Tony desde la celda, no calla ante la infamia, late, arde como un faro, y no deja de brillar hasta en lo más oscuro.

La poesía tampoco puede ser ignorada como respuesta. Ahí está Silvio Rodríguez, el más "necio" de todos nosotros, para probarlo: "Estamos escribiendo, afirmó, nuestros nombres en un tronco, en una pared del tiempo y todas nuestras historias, las colectivas y las personales, se funden en una. La que clama por lo que nuestra Cuba está clamando desde que tuvo noción de sí misma: libertad, soberanía y justicia".

Suerte la de una Asamblea, y de un pueblo, que puede codearse con la nobleza y el genio de este hombre, que se confiesa sobrecogido por el privilegio de hablar en nombre de muchos. Un poeta que "primero tuvo ideas" y mucho después se preguntó el significado de la palabra política. Un patriota que a los 20 años llegó a la conclusión de que la Revolución no era propiedad privada de nadie, sino de todo el que fuera capaz de hacerla y defenderla.

En ese afán andan hace más de 40 años los intelectuales y artistas de la Isla. Ahora —como expresaron de una u otra forma Retamar, Barnet o Enrique Nuñez— con la certeza de que les corresponde jugar un papel de vanguardia en un mundo donde emergen los mismos mecanismos ideológicos con que los fascistas quisieron hacerse del poder del mundo. Como elemento novedoso, los yankis le han agregado una maquinaria audiovisual que inunda al mundo y erosiona las culturas nacionales.

De ese peligro advertía ayer el ministro de Cultura Abel Prieto. Y lo hizo con la responsabilidad de quienes se saben útiles para el futuro de la humanidad. Cuba, en el campo de la cultura está luchando contra ese Goliat que nació en Hollywood con el nombre de Rambo, fetiche con signos fascistas y símbolo de ese comando imperial que preconiza la demolición sistemática de la inteligencia, la memoria y el sentido histórico en el espectador.

Para enfrentar esa avalancha anticultural, recordó Abel, está todo lo que hizo y hace la Revolución en este campo, desde aquellos días lúcidos en que enseñamos a leer y a escribir a todos los cubanos, hasta los actuales, con escuelas de arte en todas partes, artistas que van al ritmo de lucha de su pueblo, y el sueño posible de convertir a este país en el más culto del mundo, lo que equivale también a transformarlo en el más libre.

Publicado 26-06-2002

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