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La mentira imperialista se estrella 
ante la verdad de Olga

OSCAR SÁNCHEZ

La esposa de René González, uno de los Cinco Héroes Cubanos Prisioneros Políticos del Imperio, dio las razones de la necesidad de hacer intangible nuestro socialismo, porque ella sí ha vivido en carne propia la diferencia entre lo que significan conceptos como el de los derechos humanos y civiles en sociedades tan opuestas como la capitalista y la socialista. Su voz, en el plenario de esta sesión extraordinaria del Parlamento cubano, hizo temblar la injusticia mafiosa que condena hoy injustamente a su esposo.

Olga Salanueva, la madre de Irma e Ivette, las hijas de René, sufrió la democracia Made in USA.

"Tuve la suerte de nacer después del primero de enero de 1959, lo cual me permitió convertirme en una profesional, y tuve la dicha de conocer a un hombre al que me uní por amor y por compartir sus ideas. De repente, en 1990 me vi sola con mi hijita de seis años, y convertida en la esposa de un "desertor". Me quedé en este país, sin que nadie me señalara con un dedo, en mi misma casa, en mi mismo centro de trabajo. Irmita se enfermó y nadie me preguntó qué ideas defendía, solo cómo podían ayudarla".

Con la voz sentida por el nudo que apretaba su garganta, pero con el verbo firme contó que, en 1996, cuando decidió unirse a su esposo en los Estados Unidos nadie la persiguió, incluso sabiendo de su decisión, en la escuela de Irmita la eligieron como una de las representantes al Congreso Pioneril.

"Llegue a territorio norteamericano y como no me fui en una balsa, como no deserté de ninguna delegación, como no asesiné a nadie, no fui favorecida por la Ley de Ajuste Cubano. Mi primer trabajo fue en un asilo de ancianos, donde entre suciedad, trapos viejos y pestilencia conocí cómo esperan la muerte muchos de los que abandonaron su Patria sin que a nadie les importen".

Narró que al quedar embarazada extrañó la licencia de maternidad, a la que tienen derecho todas las mujeres en la Isla, y tuvo que trabajar hasta muy avanzado el estado de gestación, a pesar de los serios problemas que presentó en el embarazo y hacían peligrar a la criatura.

Ivette nació y tuvo el "gran derecho" como ciudadana norteamericana de cubrir los gastos por un año de seguro médico. "Dijeron que había nacido con un soplo en el corazón y nos remitieron a un especialista, porque la situación, decían, había empeorado. Al consultar a otro médico, descubrimos que era un gran fraude para cobrarle al seguro una costosa operación de corazón, con lo cual se hubiera puesto en peligro la vida de mi hijita por un puñado de dinero".

Olga sentenció que en el país que dice llamarse el más democrático, al ser arrestado René, perdió la casa, el carro, se quedó sola con dos niñas. "Después fui detenida tres meses y luego deportada. Hoy a 22 meses, se me ha negado la posibilidad de que mi pequeña hija se reencuentre con su padre".

Las razones de Olga pesan mucho sobre las mentiras de W. Bush. El doble rasero conque el imperio mide a los hombres y a los pueblos queda al descubierto con este testimonio y más temprano que tarde, serán menos los que crean en sus mentiras.

La firma de los más de ocho millones de cubanos en edad de votar, para avalar la decisión de todo nuestro pueblo de hacer intangible e irreversible el socialismo en Cuba, constituyen razones para que madres como Olga tengan asegurada para sus hijos un futuro feliz.

Publicado 24-06-2002

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