Un nombre recorre la montaña: Yanín

Texto y fotos: JUVENAL BALÁN NEYRA Enviado especial

Una mujer delgada de cerca de 26 años, llegó acompañada de su suegra, como es tradición en estos lugares altos e intrincados de la geografía de Paquistán.

Los médicos levantan su propio hospital de campaña que dará asistencia a 190 000 habitantes de 33 comunidades.

Son ya casi las siete de la noche y en la tienda de campaña de los médicos cubanos, al borde del camino, el diálogo se hace difícil. La doctora Yanín Ortiz Collado pregunta en inglés; la suegra de la mujer responde en urdu. El lenguaje de señas se impone y comienzan a romperse las barreras de la comunicación.

La doctora Yanín Ortiz Collado orgullosa por asistir a tres embarazadas en suelo paquistaní.

A pesar de la necesidad de asistencia médica, por las arraigadas costumbres de los pobladores de estas montañas próximas a la frontera con China, se hace embarazoso que la mujer se descubra de sus ropajes para hacerle el reconocimiento médico. Con paciencia y delicadeza, la doctora cubana logra su objetivo.

Comienza una ardua labor y a los pocos minutos nace una niña grande, de más de nueve libras. Es la cuarta de los hijos. Sonrisa en los rostros de las paquistaníes. Abrazan a la doctora. La abuela, cumpliendo una antigua costumbre, le introduce el dedo índice de la mano derecha en el cielo de la boca a la recién nacida. La besa muy alegre y pide a la doctora que también lo haga.

La consulta de emergencia siempre lista para cualquier eventualidad.

Ya la niña tiene nombre: Yanín. Su tocaya, la médica cubana venida de tan lejos para ayudarla a nacer, se cubre los cabellos con un shador azul, prenda femenina tradicional paquistaní obsequiada por la familia, que combinada con sus dotes naturales la hace lucir más bella.

A pesar de la lejanía y el arduo trabajo, el entusiasmo por el cumplimiento del deber.

Para llegar hasta Banna, en el valle de Allai, hemos recorrido poco más de siete horas por carretera. Las dos últimas entre paisajes, donde reinan los picos nevados y un sinfín de polvo y piedra que va bordeando toda la cordillera, con diminutas casuchas como fondo. Y en medio de ese panorama, los helicópteros en su constante ir y venir, como gigantescas libélulas. Estamos a 3 100 metros sobre el nivel del mar.

Al borde del camino, entre varias tiendas de campaña ocupadas por profesionales de diferentes países, las de los cubanos. En una la enfermería, en la otra la consulta para mujeres y en otra la de emergencia.

Cuando aún los rayos solares están tratando de vencer a la neblina originada por el crudo frío, comienzan a bajar los pobladores desde muchos rincones de este hermoso escenario natural conmovido por la tragedia. Cientos vienen en busca de una mano amiga que les cure su dolor. Diariamente superan la cifra de más de 350 casos atendidos. Las mujeres, vestidas con sus ropas que apenas permiten verles los ojos, prefieren a las doctoras cubanas para atenderse.

Unos 800 metros más arriba, en una explanada cubierta de árboles y bordeada por el cauce de un río, las 28 mujeres y los 42 hombres venidos de Cuba acortan el tiempo para dejar listo el hospital de campaña, que con servicios de rayos X, ultrasonido, salón quirúrgico, una sala de hospitalización con 20 camas y otra de terapia intensiva con seis, dará asistencia médica a cerca de 190 000 habitantes de las 33 comunidades de la región.

"Al principio muchas personas heridas llegaban al lugar y teníamos serias dificultades para atenderlas porque la presencia médica era insuficiente, pero con la llegada del equipo cubano, la situación cambió. Los doctores cooperan mucho con nosotros, se preocupan por los pacientes, y estamos muy agradecidos por ello", señaló el mayor de las Fuerzas Armadas paquistaníes, Ayaz Hussein.

"Estamos seguros —agregó— que la población aprecia su esfuerzo, aun con la barrera del idioma. Les brindan psicoterapia, y la gente prefiere acudir a los médicos cubanos a pesar de que en el área trabajan profesionales paquistaníes y de otros países.

"Las mujeres se sienten muy confortables con las doctoras cubanas, porque inicialmente teníamos falta de personal femenino. Debido a las creencias religiosas, a las mujeres de aquí les resulta muy difícil explicar sus problemas a los médicos hombres. Ahora las doctoras cubanas las atienden y por eso estamos muy agradecidos a su país y en especial a su Presidente", finalizó.

Los hombres se empeñan en levantar unas tiendas de campaña mientras algunas mujeres aprovechan para lavar alguna ropa en las frías aguas del río. Los "pájaros de hierro" no interrumpen su corredor por estas altas montañas, evacuando heridos y enfermos y trayendo ayuda para quienes soportaron aquí el fuerte terremoto del ocho de octubre.

Yanín, la cubana, se empeña por tercera vez en darles a estas tierras un nuevo hijo. Hay riesgos con la parturienta. Decide evacuarla. A mi mente acude una estrofa del Himno de Paquistán: "La Orden de esta Tierra Sagrada, es el poder de la hermandad de la gente".

2-12-2005

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