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Recuerdos después del crudo invierno Texto y foto: Ronald Suárez Rivas Recién llegado de Paquistán, cargado de recuerdos y con la satisfacción de haber ayudado a sanar las heridas físicas abiertas por el devastador terremoto que azotó aquel país, el doctor Manuel Soto Santana califica la cooperación médica cubana como un gesto de solidaridad y amor.
Las otras heridas, las del alma, probablemente continúen doliendo toda la vida, dice. "Mucha gente lo perdió todo, familias enteras fueron aplastadas por los escombros". Cuando Manuel arribó a Paquistán, hacía poco más de un mes que un fuerte temblor de 7,6 grados en la escala de Richter había sepultado aldeas y pueblos de las cordilleras que se elevan hasta el Himalaya. La magnitud del desastre saltaba a la vista y nuevos sismos recordaban que la naturaleza podía sacudirlo todo otra vez. Dolor y tristeza, esas dos únicas palabras bastan para definir la situación que encontraron a su llegada los misioneros cubanos del Contingente Internacional Henry Reeve. "Enseguida comenzamos a trabajar. Se escogieron los lugares donde la población había sido más afectada y allí emplazamos nuestros hospitales de campaña", recuerda Manuel, especialista en Medicina General Integral y miembro del grupo encargado de habilitar más de una treintena de esos centros de Salud. La de Paquistán ha sido la misión más difícil en la que hemos participado los médicos cubanos, afirma con conocimiento de causa. En el 2001 regresó de Paraguay, luego de dos años de trabajo que le valieron el título de Ciudadano Ilustre de la municipalidad de Alberdi y el agradecimiento de los habitantes de aquella región, fronteriza con Argentina. Además, a partir de junio del 2003 trabajó en el municipio de Libertador, Venezuela, como parte de la Misión Barrio Adentro. "En Paquistán todo es diferente, la geografía, el clima, el idioma, las costumbres. Mucha de aquella gente nunca había visto un médico, y los cubanos los atendimos con amabilidad, los curamos, les dimos medicamentos, sin exigencias", comenta. De regreso junto a su familia en San Cristóbal, Pinar del Río, Manuel califica su estancia en aquel país como una experiencia excepcional. "Me aportó mucho, me hizo crecer como profesional, como persona, y valorar en toda su dimensión el carácter humanista de la Revolución que nos ha formado". Pero Cuba no solo fue de los primeros países en brindar ayuda a Paquistán luego del sismo, sino el único en mantener los hospitales cuando llegaron las nevadas. "Con la decisión de que permanecieran activados los cuerpos de guardia, las visitas de terreno y la totalidad de los servicios, desde los Rayos X hasta la cirugía, nos preparamos para el invierno", cuenta. Y así se haría un día y otro, en el afán de salvar vidas. 9-3-2006 |