En Bakot se hace solidaridad con Paquistán

Texto y fotos: JUVENAL BALÁN NEYRA Enviado especial
internacionales@granma.cip.cu

Asha Waheed no levanta medio metro del piso. Tiene cuatro años. Ha caminado, junto a dos de sus hermanos, cerca de 800 metros en ascenso por trillos y senderos hasta llegar al hospital de campaña cubano en Bakot. Es de noche. Se hace frecuente ver a los niños paquistaníes en los alrededores del campamento.

La doctora holguinera Elizabeth Rodríguez Sánchez, visitó la tienda de campaña de Asha, y aprovechó para consultar a los otros dos pequeños.

Esta vez no vino solo de visita. Requiere que la doctora Elizabeth Rodríguez Sánchez lo aosculte. Está algo agitado. Sus bronquios necesitan oxígeno. Todos en el campamento ya conocen que Asha padece de una cardiopatía congénita grave. Urge de una intervención quirúrgica. Aquí en Paquistán le puede costar entre 7 000 y 10 000 dólares. El padre está desempleado y su familia fue afectada por el fuerte sismo del pasado octubre. No tienen casa. Ahora cerca de la destruida han levantado una tienda de campaña.

En la sala de hospitalización los pacientes cuentan con los servicios especializados de electrocardiograma, entre otros.

Comienza a ponerse cianótico. Sus dedos cambian de color. Ahora son azules, al igual que sus labios. Una rápida decisión: terapia intensiva. Equipos de última generación. Oxigenoterapia. Ya el padre lo sostiene en sus brazos. Varios médicos de cabecera, especialistas cubanos, canalizan vena. El oxígeno lo va devolviendo a la normalidad. Pasadas las horas, Asha, sus hermanos y el padre regresan a la tienda de campaña que será su cobija en este invierno.

Asha junto a su madre, completamente recuperado. Pasarán los días y la cardiopatía congénita grave no desaparecerá. Los cubanos lucharán, una vez más, por arrancárselo a la muerte.

Ya suman cerca de 5 500 pacientes consultados en este hospital de campaña y en nueve de las 13 villas de Bakot, distantes entre 5 y 21 kilómetros, por caminos entre montañas.

En esta región de 100 000 habitantes, nunca existió un hospital y menos un médico, dijo Sadaqat Alí Khaw, líder de la comunidad. Estamos muy contentos por tenerlos aquí. Los doctores cubanos siempre están listos para dar atención médica las 24 horas del día. Por eso los ayudamos y cuidamos.

Junto a dos de sus hermanos, llegó Asha al hospital.

Ya los 43 médicos y paramédicos de este colectivo cuentan con un teléfono público, brindado por los pobladores, para que puedan comunicarse con los familiares en Cuba. Además, con el aporte de todos, adquirieron una computadora que en breve será conectada a una línea telefónica para el acceso a internet. Cuando esto suceda, en lo alto de la montaña de Bakot, mujeres y hombres de la Salud de Cuba tendrán en una tienda de campaña el mundo en su monitor.

Después de la jornada, a pesar del frío, siempre hay un tiempo para el dominó que salió de las manos de Orlando.

A la entrada del campamento están las áreas de consulta, enfermería y sala de ingreso. En lo alto de la tienda, las banderas de Cuba y Paquistán, junto al letrero que anuncia la presencia de la brigada médica. En cabañas contiguas, el salón de operaciones y la sala de cuidados intensivos, el laboratorio clínico, ultrasonido y rayos X.

Ver el hospital funcionando parece ahora cosa fácil. Es un constante ir y venir de pobladores. Las niñas y niños abundan por doquier. Algunos con camioncitos hechos rústicamente de latas, asomándose por las ventanas de la cocina para regalar una sonrisa a Zenaida, la cocinera.

El santaclareño Gastón Pérez Pérez lo mismo instala los equipos médicos sofisticados con que cuenta el hospital que hace una instalación eléctrica, de plomería o da mantenimiento a la planta suministradora de energía. Es de noche y Gastón está desde hace más de una hora, manual en mano, tratando de poner a funcionar el equipo digital de esterilización.

Aquí se ha trabajado fuerte y en ello también ha desempeñado un papel importante el doctor Orlando Jiménez Martín, especialista en Medicina General Integral, quien labora en Cuba en el policlínico Van Troi, de Centro Habana. Antes prestó sus servicios en el estado de Aragua, en Venezuela, y ahora en tierra paquistaní.

A Orlando uno lo puede encontrar realizando un electrocardiograma, armando una mesa de madera con todos sus aditamentos para muebles de rayos X, levantando los baños sanitarios del campamento, así como construyendo un dominó rústico, para la recreación de todos.

¡Y qué decir de sus dotes poéticas! El planeta nos advierte/ que paremos la agresión/ responde con destrucción/ con catástrofe y muerte/ para ayudar a hacer frente/ al dolor de los humanos/ el digno pueblo cubano/ siempre internacionalista/ tiene una brigada lista/ el Henry Reeve le ha nombrado/ este ejército se alista/ pero a nadie va a invadir/ salud saldrá a repartir/ a aquel que lo necesita/ somos Cuba socialista/ que comparte lo que tiene/ el Henry Reeve lo sostiene/ solo dennos la tarea/ porque para lo que sea/

¡Comandante en Jefe Ordene!

26-12-2005

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