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Desde Paquistán Doctores cubanos en el Shahina Jamil Por su profesionalidad, relación con los colegas paquistaníes y trato a pacientes y familiares, los cooperantes cubanos de la Salud en uno de los hospitales que soportó el terremoto en Abbotabad, se han ganado la admiración, el respeto y el cariño de todos
Texto y fotos: JUVENAL BALÁN
NEYRA Enviado Especial "La tierra empezó a temblar fuerte. Estaba en mi aula de la escuela, el piso superior cayó sobre nosotros y perdí el conocimiento. Quedé atrapado. Mi padre es maestro en otra escuela y cuando se enteró fue a buscarme. Pudo sacarme de entre los escombros. Dos días después me trajeron a este hospital", dijo con una voz tenue y casi susurrando en urdu, idioma paquistaní, Mohsin Jqbal, de ocho años y procedente de Balakot, una de las ciudades más golpeadas por el terremoto del pasado 8 de octubre.
Cuando lo vi por primera vez, estaba dibujando. Ya el sufrimiento por la amputación de su pierna derecha iba cediendo espacio a una leve sonrisa. En la tragedia el niño perdió varios primos y tíos. Su padre lo acompaña en el hospital, pero en el momento de este diálogo había ido a rezar por el Ramadán. Su mamá aún permanece en Balakot.
"Aquí me quieren mucho, los médicos me curan, me cambian la ropa de cama, me aman, no quisiera que se fueran", me dijo, y cuando le pregunté por su Balakot, Mohsin respondió: "Todo fue destruido, no quedó nada, ahora tendremos que irnos".
En una elevación de la carretera de Abbotabad está el Shahina Jamil Trust Hospital, con capacidad para 300 camas, único en la región que soportó la fuerte embestida de la naturaleza y que fuera inaugurado por el presidente paquistaní, general Pervez Musharraf, el 12 de abril del 2003.
Allí los cientos de heridos prefieren pasar la noche a la intemperie, a pesar del frío, por temor a las réplicas que se han sucedido después del terremoto (más de 900 hasta ahora). Por las salas y quirófanos ya es costumbre ver a las 14 mujeres y 22 hombres de batas blancas que han venido desde muy lejos, desde Cuba, para ayudar a salvar vidas. Cada minuto que transcurre, la identificación de los médicos cubanos con los pacientes y colegas paquistaníes, aumenta. Se manifiesta de diferentes maneras, como cuando llega una madre y solicita que sea uno de nuestros profesionales del Contingente Internacional Henry Reeve quien consulte a su hijo, o cuando una enfermera paquistaní dibuja en la mano de una cubana, con una tinta especial, un adorno típico de las mujeres de aquí, que le durará dos semanas. Hace pocos días, unos especialistas ingleses partían de regreso a su país y quisieron despedirse de los cubanos en el lobby del hospital. Fotos, estrechones de manos y, sin percatarse, comenzaron a unírseles los pacientes y familiares, muchos con las manos enlazadas a la altura del pecho, orando porque los cubanos no se fueran. Solo el profesor doctor A. J. Khan S.I. pudo explicarles que no eran cubanos los que se retiraban. Con este experimentado especialista pudimos conversar en uno de los jardines de la instalación hospitalaria. "No puedo expresar otra cosa —nos dijo— que admiración y agradecimiento a los equipos médicos cubanos por el gran trabajo que han hecho en este hospital, que les ha granjeado la admiración de doctores, pacientes y pueblo en general, por su profesionalidad, trato y cariño. Los cirujanos han jugado un gran papel y quiero agradecer al pueblo cubano y a su Presidente por la ayuda a mi pueblo en esta hora de dolor". En la región hay varios hospitales que fueron dañados. El Shahina Jamil, apenas una hora después del terremoto, comenzó a recibir a los damnificados y sus cinco salones de operaciones no daban abasto. Ahora cuentan con el apoyo de tres equipos quirúrgicos cubanos y uno de enfermeros intensivistas, los cuales operan, en turnos de 12 horas de 10 a 15 casos diarios, la mayoría con fracturas abiertas, muy contaminadas. Durante nuestra estancia pudimos ver en plena faena al equipo quirúrgico encabezado por el ortopédico Hugo Goderich Pérez, quien, apoyado por los enfermeros Osmín Ortega Becerra y Reyda Barreto Puente, así como por las anestesistas Marisol Martínez Contreras y Marlén Mena Aquino, y la instrumentista Regina Cañizares Álvarez, hacía una cura quirúrgica al paciente Manzzor, de 18 años, aquejado de una fractura de fémur abierta, grado tres. Goderich, quien tiene la experiencia de una misión en Etiopía durante los años 1984-1986, al terminar su labor expresó: "Estamos dando seguimiento a los heridos. Hay que mantener las curas reiteradas para evitar infecciones. Nos estamos enfrentando a lesionados con fracturas abiertas e implantación de injertos. Las víctimas son niños, mujeres, ancianos, y tenemos que ser muy cuidadosos en nuestro trabajo". Mientras los médicos cubanos se empeñan en salvar vidas, en Islamabad un oficial de las Naciones Unidas advierte que los helicópteros que transportan alimentos y ayuda humanitaria hacia el Himalaya pueden quedar en tierra en solo unos días, si los países donantes no logran aumentar sus contribuciones de ayuda humanitaria de emergencia. 18-11-2005 |
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