Tercera causa de muerte en Cuba
Accidentes cerebrovasculares
JOSÉ A. DE LA OSA
delaosa@granma.cip.cu
Los accidentes cerebrovasculares, tercera causa de muerte en Cuba, tienen dos formas de presentación: la denominada isquémica, cuando la sangre y, por tanto, el oxígeno, llegan de forma deficitaria al cerebro, que afecta a un 80% de los pacientes; y la hemorrágica, conocida popularmente como apoplejía o derrame cerebral, que suma un 20% de estos accidentes.
El
control sistemático de la presión arterial es clave para evitar estos
accidentes.—Doctora Susana Celestrín Marcos.
Para el abordaje de tan importante tema he invitado a la doctora Susana Celestrín Marcos, jefa del Servicio de Urgencia y Emergencia del Hospital Universitario Calixto García desde hace 14 años. Mi entrevistada es especialista en Medicina Interna y diplomada en Cuidados Intensivos del Adulto.
—¿Son conocidas las causas que pueden originar su desencadenamiento?
—En las formas isquémicas la más común es la aterosclerosis (depósito de grasas y otras sustancias en las paredes de las arterias), seguida del embolismo cerebral de origen cardiaco secundario a la fibrilación auricular, mientras que en la hemorrágica la hipertensión arterial constituye la causa más frecuente.
—¿Y en cuanto a los factores de riesgo?
—El de mayor peligrosidad para cualquiera de las dos formas de los accidentes cerebrovasculares es la hipertensión arterial que, por otra parte, afecta entre el 25 y 30% de nuestra población. También existen otros factores de riesgo, algunos de los cuales pueden ser modificados, como el mal hábito de fumar, la obesidad, los niveles elevados de colesterol, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y las drogas. Entre los no modificables te citaría la edad y la diabetes.
—¿En qué etapas de la vida se presentan estos episodios?
—Son mucho más frecuentes después de los 40 años, y casi siempre asociados a los factores de riesgo señalados, aunque pueden presentarse en edades más tempranas vinculados con malformaciones de arterias o venas, entre otras.
—¿Podría enumerar los principales signos de alerta de un accidente cerebrovascular?
—Aun cuando pueden existir variaciones en dependencia de la forma clínica de este trastorno, la torpeza del lenguaje, los déficits neurológicos focales (parálisis de una parte del cuerpo con toma de la cara o no), y en esas mismas estructuras alteraciones sensitivas con entumecimiento o adormecimiento, así como cambios del nivel de conciencia incluso con recuperación posterior, deben ponernos en alerta ante la posibilidad de que se trate de una enfermedad cerebrovascular.
—¿Qué hacer ante algunas de esas manifestaciones?
—Acudir lo antes posible al médico.
—¿Cómo se establece el diagnóstico de certeza?
—La sospecha clínica es primordial, sustentada en los antecedentes del paciente, los datos que aporta el interrogatorio y el examen físico, lo que es posible complementar con pruebas auxiliares diagnósticas.
—¿Cuál es el tratamiento que requieren estos pacientes?
—Estará en dependencia del tipo de enfermedad cerebrovascular que se diagnostique, y siempre encaminado a evitar que se produzcan nuevos eventos. Algunos de estos pacientes requieren el abordaje neuroquirúrgico.
—¿Qué secuelas suele dejar?
—Parálisis en un lado del cuerpo, trastornos cognitivos (relativo al conocimiento), del lenguaje, visuales y otros. En el llamado "ataque isquémico transitorio" (por falta de irrigación sanguínea) el déficit neurológico puede recuperarse totalmente en minutos u horas, y siempre antes de las primeras 24 horas. En cuanto al "defecto neurológico isquémico reversible", dura más de 24 horas y la recuperación del paciente se produce antes de los 21 días. Si ese déficit se extiende más allá de los 21 días, entonces se trata de un "infarto cerebral establecido". Estos pacientes pueden lograr una recuperación más o menos completa.
—¿Qué papel desempeñan los procederes de rehabilitación?
—Contribuyen a mejorar la recuperación física, psíquica y social de estos pacientes.
—¿Es posible la prevención en el tema que nos ocupa?
—Sí, con sencillos cambios en el estilo de vida: práctica sistemática de ejercicios físicos, mantenimiento de una dieta abundante en frutas y vegetales, baja en grasas y sal, no fumar y consumir moderadamente las bebidas alcohólicas. En pacientes hipertensos, mantener un control estricto de la tensión arterial.