(27 de enero de 2004)
Nueva etapa en la
batalla contra el ALCA
OSVALDO
MARTÍNEZ
Comité Organizador III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el
ALCA
Por
tercera vez nos reunimos en esta Sala, en el marco de los Encuentros
Hemisféricos de Lucha contra el ALCA para reflexionar sobre la
marcha de esta lucha y concertar acciones que contribuyan a la
derrota de ese proyecto de anexión elaborado por el gobierno de
Estados Unidos para disfrute de sus empresas transnacionales y
afianzamiento de su dominio imperial sobre América Latina y el
Caribe.
Por tercera vez el Comité
Organizador cubano les da la bienvenida en este Encuentro a los
representantes de los movimientos sociales que animan la campaña
anti-ALCA y les expresa que nuestra mayor satisfacción es
facilitarles las condiciones organizativas y logísticas para que
este III Encuentro Hemisférico de Lucha contra el ALCA sea una
efectiva contribución a la victoria en nuestra lucha y un paso en
dirección hacia esa otra América mejor y sin duda, posible, sin
ALCA, sin neoliberalismo, sin gobiernos lacayos, con solidaridad,
con desarrollo compartido, en fin, la "América nuestra"
que reclamó José Martí.
Entre el Encuentro
anterior efectuado en noviembre del 2002 y el actual, media todo el
año 2003 y en él ocurrieron sucesos de gran importancia que
debemos examinar para extraer las conclusiones que nos permitan ser
más certeros y efectivos en esta batalla por la vida y el
desarrollo.
En el pasado año se
definieron con mayor claridad las tendencias a la acción unilateral
y guerrerista del gobierno de Estados Unidos.
La guerra de agresión
contra Iraq, desatada utilizando justificaciones mentirosas sobre
armas de destrucción masiva que nunca aparecieron y haciendo añicos
la legalidad del sistema de Naciones Unidas, fue la plasmación de
una concepción de corte fascista: el imperio se adjudica el
derecho, ya no a dar una respuesta rápida a cualquier agresor, sino
a atacar primero a cualquier país, "en cualquier oscuro rincón
del mundo", que un pequeño círculo de neoconservadores fanáticos
decida atacar.
El terror impuesto con
el pretexto de la guerra contra el terrorismo y la intimidación
basada en el poderío militar esgrimido como garrote frente a todos
los no incondicionales, fueron sellos característicos del pasado año.
En América Latina el año
2003 convirtió en estrepitoso e inocultable lo que ya sabíamos
desde antes: el neoliberalismo solo desarrolla las fortunas de las
transnacionales y de algunos oligarcas nativos, en tanto que bloquea
el desarrollo socioeconómico de nuestros países, hace crecer la
pobreza, multiplica la desigualdad, convierte en elitista la educación
y la salud y empobrece las culturas nacionales.
También en el pasado año
la batalla en torno al ALCA registró acciones destacadas de los
movimientos sociales que están aquí representados, así como
acontecimientos relevantes en la negociación gubernamental. En ésta
tuvo lugar el llamado fracaso de la reunión ministerial de la OMC
en Cancún, que fue un éxito para la Alianza Social Continental y
los pueblos latinoamericanos y caribeños.
En la negociación
gubernamental surgió también una nueva forma y una nueva táctica
para hacer tragar a nuestros pueblos el anzuelo del ALCA, ahora
presentado como ALCA suave o "a la carta" y acompañado de
la nueva pieza estelar en el esquema de dominación: los Acuerdos
Bilaterales de Libre Comercio.
En relación con el
tortuoso accionar de la política neoliberal, el gobierno de Estados
Unidos insiste en la defensa de lo indefendible. Manipulando estadísticas,
omitiendo lo evidente, mintiendo como sistema y recurriendo a una
retórica simplista, continúan presentando a la política
neoliberal consagrada en el Consenso de Washington como el único
posible camino hacia el desarrollo, aunque la terca realidad
demuestre exactamente lo contrario.
Aplicando la política
neoliberal durante más de dos décadas con rigor dogmático,
homogeneizaron en alto grado la política económica y la mentalidad
de muchos gobernantes, para intentar ahora encerrarlos a todos en el
ALCA bajo las mismas disciplinas y haciendo del neoliberalismo un
compromiso jurídico de los estados.
En el pasado año el PIB
regional por habitante fue inferior al del 1997 como expresión del
retroceso en el crecimiento, hay 20 millones de latinoamericanos
pobres más que en 1997 y la tasa de desempleo promedio se elevó
casi a 11% para llevar la cifra de desempleados urbanos a 17
millones. De nuevo aumentó la precariedad laboral y disminuyó el
salario real.
Como si fuera poco, la
inversión extranjera —presentada tantas veces como el emblema de
las bondades neoliberales— declinó 25% respecto al año anterior,
la transferencia negativa de recursos fue de 29 mil millones de dólares
debido a la remisión de utilidades hecha por el capital extranjero
y por el servicio de una deuda externa que en varios países supera
el 50% del PIB y sobre la cual el ALCA no dice una palabra, a pesar
de que para hablar con seriedad del desarrollo económico
latinoamericano es imprescindible comenzar por remover ese
formidable obstáculo.
Entre los años 2001 y
2003, mientras se efectuaba la negociación del ALCA, en la que el
tema de la deuda externa no se menciona, América Latina entregó
como pagos por su deuda unos 464 mil millones de dólares, o sea,
154 mil millones anuales.
Tanta explotación y
pobreza, acompañada de espesa y hueca retórica de libre mercado
condujeron a explosiones sociales en las que desempeñaron un
destacado papel movimientos sociales y organizaciones presentes en
la Alianza Social Continental, que provocaron el desplome de
gobiernos neoliberales en Argentina y Bolivia. Otros gobiernos de
obediencia similar se tambalean mientras creen ilusamente que mayor
sumisión al imperio puede comprarles la sobrevida.
Es por tanto, una
contradicción evidente en la que incurre el gobierno de Estados
Unidos al insistir en el ALCA como versión extrema y dogmática de
neoliberalismo, cuando esta política marcha inexorablemente cuesta
abajo arrastrada por el movimiento popular y por el peso de sus
fracasos.
Para Robert Zoellick, el
representante de Comercio de Estados Unidos y máximo negociador del
ALCA, este proyecto es según el estilo de retórica endulzante del
ALCA, "una oportunidad histórica de ampliar el comercio,
extender la prosperidad, difundir la democracia y profundizar la
asociación hemisférica en medio de la competencia mundial".
Tenemos que agradecerle
a Colin Powell haber tenido al menos la brutal franqueza de definir
sin retórica y con exac-titud imperialista las verdaderas razones
que mueven desde Estados Unidos la propuesta del ALCA. Según Powell
"nuestro objetivo es garantizar para las empresas
norteamericanas el control de un territorio que se extiende desde el
Ártico hasta la Antártida y el libre acceso —sin ninguna clase
de obstáculos— de nuestros productos, servicios, tecnologías y
capitales por todo el hemisferio".
Estas razones de
dominación y lucro empresarial confesadas por el Secretario de
Estado, aparecen muy claras en el desempeño de la economía de
Estados Unidos en el pasado año.
Es imposible creer en el
señuelo del acceso al mercado de Estados Unidos si advertimos que
el déficit comercial de este país alcanzó una marca histórica de
unos 500 mil millones de dólares el pasado año y que ese déficit
viene creciendo vertiginosamente desde 1992 cuando fue de 35 mil 600
millones. Junto al crecimiento del déficit ha ocurrido también un
aumento de la importancia del comercio exterior para su economía,
de modo tal que exportar es un imperativo para ella, debido a la
necesidad de reducir el déficit y también por el significado que
las exportaciones tienen para el empleo en una economía donde la
tasa de desempleo actual de 6% es uno de los más graves síntomas
de crisis.
La agresividad comercial
estadounidense, expresada en acciones de todo tipo para abrir
mercados donde vender productos y servicios es una consecuencia del
creciente peso del comercio exterior en la reproducción de su
economía. Si a principios de los años 70 la participación del
comercio exterior en el PIB no superaba el 10%, actualmente es de
25%. En la década de los años 90 las exportaciones contribuyeron
en algo más de una cuarta parte del crecimiento económico de ese
país, sosteniendo unos 12 millones de empleos.
La realidad comercial
estadounidense muestra una economía con evidente rezago competitivo
que la hace incurrir en enorme déficit comercial que ni siquiera la
devaluación del dólar ha logrado frenar, y al mismo tiempo, esa
economía está cada vez más volcada hacia el exterior con
creciente dependencia de las exportaciones para sostener el empleo y
el nivel de actividad.
Muchas transnacionales
estadounidenses dependen más y más de los mercados externos para
realizar sus ventas. Coca-Cola hace casi el 70% de sus ventas en el
exterior. Mc Donalds tiene la mitad de sus 23 mil puestos de ventas
en países extranjeros.
Esta peculiar situación
explica que las tendencias reales de la economía de Estados Unidos
en cuanto al comercio exterior, sean exactamente lo contrario del
discurso del libre comercio como medicina para todos los males y el
acceso al mercado de ese país como premio tentador.
A la economía que
realmente funciona en Estados Unidos —que en nada se parece a los
discursos del Sr. Zoellick— le interesa exportar hacia todo
mercado con alguna capacidad de compra. Le interesa abrir y penetrar
mercados externos por cualquier medio y evitar la competencia
extranjera dentro de su mercado, para lo cual dispone de un
verdadero arsenal de medidas proteccionistas para los productos agrícolas,
el acero y otros muchos productos protegidos por subsidios, apoyos
internos a la producción, barreras técnicas al comercio, medidas
anti-dumping, disposiciones fitosanitarias y muchas otras.
Aquellos que desde los
países latinoamericanos sostienen que las economías deben abrirse
a ultranza y alcanzar de inmediato el arancel cero para recibir en
reciprocidad el acceso al mercado de Estados Unidos, chocan más
temprano que tarde, con el desengaño. Pero también aquellos que
desde Estados Unidos creen que América Latina será un gran mercado
para sus ventas, encuentran que éste es pequeño y limitado porque
con 227 millones de pobres, de ellos más de 90 millones en la
indigencia y la peor distribución del ingreso en el mundo, el
mercado latinoamericano es anémico y la causa de la anemia es la
misma política neoliberal que ha abierto los mercados, pero que al
mismo tiempo los reduce y empobrece.
En el ámbito financiero
la economía de Estados Unidos muestra una realidad bien diferente a
la del discurso en favor del ALCA.
Este discurso promete
aportes financieros para América Latina gracias a la inversión de
capital y repite el conocido estribillo en cuanto a que basta con
ofrecer al capital transnacional los grandes privilegios que exige,
para que se derramen sobre América Latina las bienhechoras
inversiones.
Pero estas inversiones y
las remesas de utilidades que provocaron, junto al pago del servicio
de la deuda externa, fueron responsables de un abultado déficit de
54 mil 800 millones de dólares en el saldo de renta de factores del
balance de pagos de la región en el pasado año.
Esa inversión
extranjera disminuyó 25% como expresión del agotamiento en algunos
países de las privatizaciones alegres y el rechazo popular a nuevas
privatizaciones.
Por otra parte, es bien
conocida la transformación de la economía estadounidense en una
economía de casino que funciona como una gigantesca aspiradora para
financiar sus enormes déficit con los capitales que extrae del
exterior. Al ya mencionado déficit comercial de unos 500 mil
millones de dólares, se suma el déficit en cuenta corriente del
balance de pagos que ascendió a 614 mil millones el pasado año.
Estos desequilibrios, a
los cuales habría que sumar el déficit presupuestal que ya alcanza
374 mil millones y se alimenta del cuantioso gasto militar para
guerrear e intimidar, son financiados por la función parasitaria
que la economía estadounidense viene desempeñando, y que le
permite succionar unos 1 500 millones de dólares diarios
procedentes de todo el planeta, incluyendo una destacada contribución
latinoamericana, para sostener el consumismo desenfrenado y el
belicismo amenazador.
Nada hay en la coyuntura
objetiva de la economía de Estados Unidos que se parezca al gran
mercado dispuesto a comprarle a los latinoamericanos o a la gran
fuente de inversión de capitales dispuestos a sumar recursos a los
países de la región.
Por el contrario, lo
real es la necesidad de búsqueda y penetración de mercados donde
las empresas norteamericanas puedan vender y donde obtengan
utilidades de inversiones lucrativas y de fáciles movimientos de
capital.
América Latina no es
una receptora neta de recursos financieros, sino una gran
exportadora de capitales que en lo sustancial, van a sostener el
consumismo y la economía de casino en Estados Unidos.
Los que creen que con el
ALCA y desde Estados Unidos se abrirá el cuerno de la abundancia
para los latinoamericanos, deben saber que la abundancia allá es
financiada en parte no pequeña por esta región repleta de pobres y
excluidos, pero que solo entre 1991 y el 2000 entregó más de 1
millón de millones de dólares por la acción combinada del
servicio de la deuda externa, la fuga de capitales y el intercambio
desigual.
En los años de políticas
neoliberales que ahora se quieren hacer irreversibles con el ALCA,
las transnacionales de la mayor economía del mundo recibieron la
mejor parte del botín en la compra —muchas veces a precios de
remate— de unos 4 000 activos públicos latinoamericanos (bancos,
telecomunicaciones, transporte, petróleo, minería, comercio),
duplicaron sus tasas de ganancia en relación con las obtenidas en
su país, redujeron sus costos laborales entre 70 y 80% con la
barata fuerza de trabajo y muchos bancos norteamericanos se
apropiaron de los ahorros nacionales y transfirieron miles de
millones de dólares mediante la fuga de capitales y variadas formas
de circulación de dinero sucio, incluida la dinámica industria del
soborno y el narcotráfico.
En el año 2003 la
batalla del ALCA continuó desarrollándose en sus dos grandes
frentes: la lucha de los movimientos sociales integrantes de la
campaña Anti-ALCA, llevada a cabo en diversos escenarios y formas y
la negociación gubernamental bajo la copresidencia de Brasil y
Estados Unidos.
En esta batalla el
gobierno de Estados Unidos continuó utilizando su arsenal que
incluye el dominio económico, la complicidad de oligarquías
serviles, el monopolio mediático, las amenazas y presiones para
satisfacer su prisa y hacer avanzar a marcha forzada su proyecto de
anexión.
No faltaron las
declaraciones de voceros oficiales en las que se combinaron la retórica
de las grandes oportunidades y el libre comercio bienhechor, con las
arrogantes afirmaciones de que marcharían adelante con los que
quisieran entrar al disfrute del ALCA, mientras que los otros quedarían
aislados y abandonados a su suerte.
Los movimientos
populares articulados en la Alianza Social Continental que
protagonizan la resistencia al ALCA desarrollaron una variada gama
de acciones. En ellas se puso de manifiesto el crecimiento de esa
resistencia y se reforzó la interrelación existente entre la lucha
contra el ALCA, contra el neoliberalismo como política y
pensamiento, contra las instituciones emblemáticas del orden económico
mundial neoliberal: el Fondo Monetario Internacional, la Organización
Mundial de Comercio y el Banco Mundial, contra los regímenes
neoliberales sometidos y contra las variadas formas de dominación
estadounidense sobre América Latina.
El accionar de los
movimientos sociales integró en la lucha de modo creciente lo que
en la realidad actúa como un sistema de múltiples manifestaciones,
pero de igual significado esencial: el sometimiento al dominio
imperial que se facilita con el neoliberalismo y se profundizaría
con el ALCA.
En las acciones de los
movimientos sociales se unieron en mayor grado la lucha de
trabajadores, campesinos, indígenas, mujeres, jóvenes,
estudiantes, religiosos, explotados, excluidos contra un enemigo
cuyo rostro puede asumir formas de ALCA, de FMI, de OMC, de
desempleo, de discriminación contra los derechos de mujeres y jóvenes,
de explotación redoblada sobre campesinos e indígenas, de
depredación del medio ambiente por el afán de lucro, de
medicamentos y servicios sociales costosos e inaccesibles, de
gobiernos sumisos ante el enojo del amo, de manipulación mediática
para introducir la desinformación y la cultura de la dominación.
La Campaña Continental
de Lucha contra el ALCA desarrolló la iniciativa de las llamadas
consultas populares en Argentina, México, Ecuador, Perú, Chile,
Uruguay, Haití, Canadá, con diferentes modalidades en su
organización, en un esfuerzo por difundir el verdadero significado
del ALCA. En Argentina la campaña contra el ALCA y la deuda externa
logró el apoyo de más de 2,5 millones de personas.
La Campaña incluyó
entre sus acciones el apoyo y la participación en defensa de los
derechos de los campesinos, en encuentros de mujeres, en las
jornadas de movilización y protesta con motivo de la reunión de la
OMC en Cancún donde la denuncia contra el ALCA y la OMC fueron una
misma, en el Encuentro Mesoamericano de Campesinos efectuado en
Honduras, el Encuentro Hemisférico contra la Militarización en
Chiapas y las acciones efectuadas en difíciles condiciones de
represión y control policíaco en Miami, paraíso de la derecha y
aspirante a sede del ALCA, durante la reunión ministerial en
noviembre pasado.
En la negociación entre
gobiernos, Estados Unidos intentó avanzar con el proyecto original
del ALCA aplastando toda resistencia a partir de la posición de
negarse a negociar sobre agricultura y subsidios agrícolas mientras
quiso imponer la negociación acelerada de los temas donde su
ventaja y superioridad es absoluta: inversiones, comercio de
servicios, propiedad intelectual, compras gubernamentales y política
de competencia. Ni más ni menos que una posición en la que quieren
todo a cambio de nada.
Esta desmesurada
pretensión imperial fue inaceptable para algunos gobiernos de los
que no están ahora entre los que esperan con ansiedad la llamada de
Estados Unidos para negociar un Acuerdo Bilateral de Libre Comercio.
El gobierno de la
Revolución Bolivariana de Venezuela ha rechazado con firmeza el
contenido neoliberal del ALCA, ha expresado su disposición a
someter este proyecto a un plebiscito oficial si fuera necesario y
ha planteado bases de significado opuesto al ALCA, para una
verdadera cooperación e integración latinoamericana y caribeña.
El gobierno de Brasil se negó a aceptar la negociación en los términos
unilaterales propuestos por Estados Unidos y expresó que en esas
condiciones, el ALCA lesionaba sus intereses nacionales y junto a
Argentina defendió una posición de MERCOSUR, a pesar del desagrado
y los ardientes deseos de complacer a Estados Unidos, del gobierno
uruguayo.
La negociación, en los
términos de absoluta desigualdad planteados por Estados Unidos, se
estancó y sufrió un golpe adicional cuando en Cancún fracasó la
reunión ministerial de la OMC ante la movilización de los
movimientos sociales y la resistencia del Grupo de los 20 frente a
las pretensiones de los países más desarrollados.
De la reunión de
Cancilleres efectuada en Miami surgió un cambio de diseño del
proyecto original del ALCA con dos ingredientes: un ALCA
"suave" de nebulosos contornos pendientes de precisar, y
unos Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio que sigue siendo el ALCA
duro y probablemente aún más duro.
Los movimientos sociales
integrantes de la Campaña contra el ALCA tienen ante sí esta nueva
fase en la batalla y es necesario apreciar el sentido de los cambios
ocurridos para adaptar nuestras acciones a las nuevas
circunstancias.
Con el ALCA
"suave" y los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio el
proyecto anexionista ha cambiado de forma y de procedimientos, pero
mantiene su esencia.
La Declaración de la
Campaña Continental contra el ALCA ante lo acordado por los
ministros en Miami expresa con acierto: "en Miami, estamos
constatando el fracaso del proyecto original del ALCA, y a la vez,
el surgimiento de una nueva y quizás más peligrosa propuesta de
negociación........ Para nosotros, Miami significa que Estados
Unidos ha perdido la capacidad de convencer sobre la bondad de su
proyecto de libre comercio y al mismo tiempo muestra la fuerza para
imponer sus objetivos, aislando a los gobiernos del continente que
explicitan una visión diferente".
En efecto, la batalla no
ha terminado y la victoria aún no se ha obtenido por lo que, en
modo alguno, podemos celebrar un triunfo que todavía no
conquistamos y desmovilizar la Campaña Continental.
Es cierto que el
movimiento anti-ALCA ha desarrollado acciones destacadas y ha
avanzado en la creación de mayor conciencia en el continente sobre
la verdadera entraña de ese proyecto. Es cierto que en Cancún el
Grupo de los 20, contando con el firme apoyo de los movimientos
sociales que se manifestaron en las calles, fue capaz de resistir
las presiones de los países desarrollados e impedir que el
"libre comercio" obtuviera otro éxito que hubiera sido
nuestra derrota. Esas palabras "libre comercio" encubren
al modelo neoliberal para imponer un comercio que no es libre e
introducir también otra larga lista de temas no comerciales que son
aún más efectivos que el comercio para completar el círculo de la
dominación.
Pero es cierto también
que el Grupo de los 20 sufrió deserciones tan pronto Estados Unidos
hizo saber su enojo a algunos gobiernos que de inmediato se
alinearon en el coro de los entusiastas del libre comercio, y que el
ALCA "suave" y los Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio
no representan la prueba de la derrota del ALCA, sino una nueva táctica
para imponer el dominio sobre América Latina y hacer irreversible
la política neoliberal, sea con uno u otro nombre.
El ALCA es mucho más
que un acuerdo para crear un Área de Libre Comercio. Es un proyecto
de dominación continental, un esquema para el saqueo sistemático
de la región, una concepción sobre el desarrollo socioeconómico y
sobre la soberanía y las funciones de los estados nacionales.
El ALCA
"suave" puede ser más peligroso porque detrás de su
aparente suavidad permanece intacta la concepción neoliberal
esencial, los temas que conforman la agenda predilecta de los que
proponen este proyecto, el espejismo del falso desarrollo mediante
una economía y una sociedad de mercado.
Es aun más peligroso
porque usando otro carril de la negociación, el gobierno de Estados
Unidos traslada su mayor presión hacia los Acuerdos Bilaterales de
Libre Comercio. Con esto evade la mayor complejidad y conflicto que
puede derivarse de una negociación colectiva, coloca la negociación
en condiciones de la mayor desigualdad a su favor, mientras mantiene
el propósito del ALCA total en el plazo de su elección y cerca y aísla
mediante una red de Acuerdos Bilaterales a los países que hacen
resistencia.
El ALCA
"suave" no ha surgido por la fuerza de posiciones
latinoamericanas para demoler los cimientos del proyecto
norteamericano.
El rechazo a negociar
los temas de gran interés estratégico para Estados Unidos y que
expresan lo más denso de la dominación y el antidesarrollo
(inversiones, servicios, propiedad intelectual, compras
gubernamentales y política de competencia) no ha sido por el
planteo de otra concepción diferente u opuesta, sino como posición
negociadora para obtener el acceso al mercado agrícola
estadounidense.
Por su parte, los
Acuerdos Bilaterales no son más que pequeños ALCAs cortados a la
medida de la gran potencia, esto es, aun peores que el original, por
ser el resultado de una democrática y justa negociación con
formato tiburón-sardina a sardina. Aunque en este caso y para mayor
desdicha, las sardinas han adoptado la ideología del tiburón y
creen que su destino manifiesto es engordarlo.
Lo anterior destaca la
necesidad de mantener y multiplicar las movilizaciones y las
acciones contra el ALCA, sea éste en apariencia suave o sean
Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio.
Al igual que después de
verse obligados a retirar el proyecto de Acuerdo Multilateral de
Inversiones (AMI) el gobierno de Estados Unidos continuó tratando
de introducir sus contenidos en varios escenarios y mediante
diversas formas, entre ellas el ALCA, ahora tratan de alcanzar su
objetivo de subyugar a América Latina y el Caribe con ALCA
"suave" y Acuerdos Bilaterales.
Ningún ALCA —sea
suave o duro en su apariencia— en tanto proyecto para consolidar
el dominio imperialista, esparcir el antidesarrollo neoliberal,
saquear nuestro recursos y empobrecer y humillar a los
latinoamericanos, debe ser legitimado ni debe dejar de ser combatido
por los que queremos no simplemente un infierno algo más suave,
sino otro mundo mejor.
El año 2004 será
decisivo para el desenlace de esta batalla contra el ALCA.
Los partidarios del ALCA
avanzan firmando Acuerdos Bilaterales de Libre Comercio y se espera
que pongan en claro cómo hacer moverse el llamado ALCA
"suave". La Campaña Continental contra el ALCA, como
parte integrante de los esfuerzos de la Alianza Social Continental,
no puede quedar rezagada en esta competencia por el derecho a la
vida.
Debe ser capaz de
movilizar a los pueblos estableciendo en cada país los nexos entre
los temas continentales y su realidad nacional, así como explicar
en términos no académicos al latinoamericano víctima de la política
que el ALCA reforzaría, a la legión de pobres y excluidos a los
que la manipulación mediática aturde y desorienta, que el ALCA
—con cualquier nombre que adopte—, es una tragedia que podemos
evitar si lo derrotamos.
La Campaña Continental
contra el ALCA ha demostrado ser una fuerza que no puede ser
ignorada. En Québec, en Quito, en Cancún, en Miami, desafiando
bombas lacrimógenas, balas de goma, vallas de acero, golpizas,
detenciones y amenazas de todo tipo, los movimientos sociales con
sus modestos recursos han dado lecciones de valor y dignidad.
En Miami las autoridades
gastaron 8,5 millones de dólares en un despliegue represivo tan
desmesurado, que fue la mejor demostración del miedo que les
provoca el movimiento popular.
Las organizaciones
sociales cubanas que integran el Capítulo Cubano de la Alianza
Social Continental, actuando como Comité Organizador de este III
Encuentro les reitera la bienvenida y les expresa nuestra alegría
por acogerlos aquí sin vallas de acero ni bombas lacrimógenas, con
la confianza y la esperanza depositada en ustedes para que en
momento no lejano compartamos todos el mundo mejor y posible sin
ALCA, sin neoliberalismo y sin amo, que los cubanos tenemos el
privilegio de conocer, pero que sería aun más hermoso si fuera
realidad compartida por todos los países de la América nuestra.
El gobierno de Estados
Unidos ruge amenazador contra Cuba. Nos incluye como parte del eje
del mal, nos califica como violadores de los derechos humanos, como
antidemocráticos, y en lo más reciente nos adjudicó otro galardón:
el de conspiradores para desestabilizar gobiernos democráticos en
América Latina.
Nos abruman de honores
con sus mentiras. Ellas son la prueba de que les aterra la posesión
por la Revolución Cubana de un arma para ellos devastadora: el
ejemplo de un pueblo que durante 45 años lo ha resistido todo y ha
demostrado que es posible hacer mucho con muy poco.
Ese pueblo les estrecha
a todos ustedes en un gran abrazo solidario y les acoge como
hermanas y hermanos en la Patria de José Martí.
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