(24 de noviembre de 2004)
Una sola China, única, intangible e
inmortal
Discurso pronunciado por el
Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Partido
Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, en la ceremonia de condecoración con la Orden "José
Martí", a Hu Jintao, Secretario General del Partido Comunista
de China y Presidente de la República Popular China, en el Palacio
de la Revolución, el 23 de noviembre de 2004, "Año del 45
Aniversario del triunfo de la Revolución".
(Versiones Taquigráficas —
Consejo de Estado)
Querido compañero Hu Jintao,
Secretario General del Partido Comunista de China y Presidente de la
hermana República Popular China;
Distinguidos miembros de la delegación
china;
Estimados Invitados:
No
repetiré en tan breves minutos una palabra de lo que es conocido y
muchas veces mencionado sobre la grandiosa historia del gran pueblo
que usted representa.
Lo significativo, lo extraordinario
para mí y para el mundo, es que la legendaria China, una de las
primeras y más ricas civilizaciones y el país más poblado de la
Tierra, hace menos de un siglo era un territorio ocupado y
cruelmente explotado por las potencias imperiales de esa época.
Millones de personas morían de hambre cada año; ríos de sangre
china corrían por sus campos y ciudades. El expansionismo y la
brutalidad imperialistas se ensañaban contra ese noble y generoso
pueblo. Injusticias y desigualdades enraizadas durante miles de años
parecían llamadas a perdurar para siempre.
El día 21 de julio de 1921 un grupo
de visionarios creó el Partido Comunista de China. En un pueblo que
era campesino en su inmensa mayoría, una vanguardia de obreros e
intelectuales aportaron a todos los sectores pobres y oprimidos de
China las ideas luminosas del socialismo, inspiradas por el genio de
Marx, la audacia sin límites y el talento revolucionario de Lenin,
forjador del Primer Estado Obrero en la historia de la Humanidad.
Aunque
trágicas circunstancias determinaron el derrumbe de aquel Estado
que tanto aportó a la lucha contra el nazifascismo Åla más
terrible amenaza que hasta entonces había conocido la HumanidadÅ,
ante los mortales peligros de ayer y los aún peores de hoy, el
socialismo quedará definitivamente como la única esperanza real de
paz y supervivencia de nuestra especie. Esto es precisamente lo que
han demostrado de forma irrebatible el Partido Comunista y el pueblo
de la República Popular China. Demostraron a la vez, como lo han
demostrado también Cuba y otros países hermanos, que cada pueblo
debe adaptar su estrategia y sus objetivos revolucionarios a las
condiciones concretas de su propio país, y que no existen dos
procesos revolucionarios socialistas absolutamente iguales. De cada
uno de ellos podrán tomarse las mejores experiencias y de cada uno
aprender de sus más graves errores.
El proceso chino contó,
adicionalmente, con los aportes de grandes y brillantes pensadores
políticos, que continuaron desarrollando y enriqueciendo las
doctrinas del socialismo.
China
se ha convertido objetivamente en la más prometedora esperanza y el
mejor ejemplo para todos los países del Tercer Mundo. No vacilo en
afirmar que es ya el principal motor de la economía mundial. ¿En
qué tiempo? En solo 83 años después de la fundación de su
glorioso Partido Comunista y 55 años después de la fundación de
la República Popular China.
¿Hay acaso algo que añadir para
significar el valor histórico de esta visita del Secretario General
del Partido Comunista y Presidente de la República Popular China a
esta pequeña isla, cuyo modesto aporte ha sido la resistencia
heroica de su pueblo a más de 45 años de agresiones de toda índole
y férreo bloqueo económico, sin que la más poderosa potencia
imperialista que conoce la historia haya podido ni pueda doblegarla?
Las relaciones entre China y Cuba
constituyen hoy un ejemplo de transparencia y colaboración pacífica
entre dos naciones que sostienen los ideales del socialismo.
Existe hoy no solo una sólida base
para el desarrollo de las relaciones entre los dos países, sino
también una mayor voluntad política para profundizarlas, continuar
ampliándolas, y defender la noble causa del socialismo, la unidad
entre los pueblos y el respeto a los principios del derecho
internacional.
El papel que China ha venido desempeñando
en la Organización de las Naciones Unidas, incluyendo el Consejo de
Seguridad, constituye un importante elemento de equilibrio, progreso
y salvaguarda de la paz y la estabilidad mundial.
Es un gran honor, compañero Hu,
recibirlo hoy oficialmente en nuestro país en una visita que
apreciamos mucho y que representa un nuevo gesto de entrañable
confianza y hermandad.
Por ello, y por sus elevados aportes
a la causa del socialismo en China, a la que ha consagrado su vida,
primero desde las filas de la Juventud Comunista y luego desde las
diversas y múltiples responsabilidades cumplidas al frente del
Partido Comunista en regiones apartadas y de menor desarrollo económico
como elTíbet y Gansu, y en otras importantes tareas en las que
demostró su proverbial eficiencia, consagración, sencillez y espíritu
de sacrificio; por su inquebrantable determinación de continuar
luchando a favor del socialismo y del progreso de ese hermano país,
y por la probada amistad y solidaridad que ha deparado a nuestro
pueblo, el Consejo de Estado de la República de Cuba ha decidido
otorgarle la más alta condecoración de nuestra Patria: la Orden
que lleva el nombre de nuestro entrañable Héroe Nacional José
Martí.
Le ruego la reciba como una prueba más
del respeto y el afecto sincero de todos los cubanos hacia usted y
su heroico pueblo, y de nuestra enorme admiración por la China
legendaria y revolucionaria, una sola China, única, intangible e
inmortal.
Muchas gracias.
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