23
de mayo de 2005
El pueblo cubano
reclama justicia
Pablo no olvida el atroz crimen de la Base Náutica de Tarará
REYNOLD RASSÍ
Los tres se encontraban de
guardia el 9 de enero de 1992 en el Campamento de Pioneros José
Martí, en Tarará, al Oeste de la capital, día en que un grupo de
elementos contrarrevolucionarios penetró en la Base Náutica de ese
centro infantil con el objetivo de sustraer una embarcación para
emigrar ilegalmente hacia la Florida, en busca de la protección que
les ofrece la asesina Ley de Ajuste Cubano aprobada por el Gobierno de
Estados Unidos.
Familiares de las víctimas y pueblo en general sintieron en carne propia este atroz crimen y rindieron tributo a los tres combatientes del MININT.
En su política agresiva y
obsesiva contra la Revolución cubana y de seguir alentando las
salidas ilegales, la Administración yanki puso en vigencia esta
legislación hace más de 30 años, mediante la cual acoge en su
territorio a todo emigrante procedente de Cuba sin importarle quiénes
son, los medios de que se valen ni los actos que cometen para lograr
su objetivo. Ellos los consideran "disidentes del régimen castrista",
suficiente para su propaganda política. Cientos de cubanos han
muerto, la mayoría de ellos devorados por tiburones, muchos de una
misma familia, víctimas de esa criminal Ley.
En su afán por salir del
país a cualquier costo, los elementos antisociales sorprendieron a
los combatientes del Ministerio del Interior, el soldado Orosmán
Dueñas Valero, de Tropas Guardafronteras; el sargento de tercera Yuri
Gómez Reinoso, de la Policía Nacional Revolucionaria; y el custodio
Rafael Guevara Borges, a quienes neutralizaron y maniataron.
Al ver frustrado el
intento de arrancar la nave y la posibilidad de salir del país,
regresaron y ametrallaron alevosa y vilmente a los tres jóvenes que
yacían en el suelo amarrados. Otro agente de la PNR que al oír los
tiros fue hacia el lugar, el sargento de primera Rolando Pérez
Quintosa, fue herido gravemente en desigual combate y un mes después,
tras dura lucha por salvar su vida, fallecía también.
Pablo Dueñas, padre de Orosmán.
La rápida actuación de
las fuerzas del MININT, del Sistema Único de Vigilancia y
Protección, y la acción del pueblo, pusieron en menos de 48 horas a
los autores del atroz crimen en manos de los tribunales.
Pablo Dueñas Venegas es
el padre del soldado Orosmán. En su rostro se reflejan aún las
huellas del dolor de haber perdido a un hijo que al morir contaba solo
con 20 años de edad.
"Fue
horrible ver a esos jóvenes vilmente masacrados. Mi hijo era el menor
de todos, un muchacho que pasaba en Tropas Guardafronteras su Servicio
Militar y sentía orgullo de ser miembro del Ministerio del Interior.
Nunca olvidaremos a Orosmán ni lo que le hicieron. Los que cometieron
ese atroz crimen estaban motivados por la asesina Ley de Ajuste
Cubano.
"Siempre
tuve fe en la justicia de la Revolución, pues estaba seguro de que
los culpables serían detenidos, juzgados y sancionados severamente
por esa vil acción. Y así fue. En nuestro país sí se castiga de
verdad a los terroristas y asesinos, mientras que en Estados Unidos
tales elementos como Orlando Bosch y Posada Carriles viven a su antojo
sin ser juzgados ni condenados por sus crímenes", expresa Pablo
Dueñas.
Han pasado 13 años y
todavía se mantiene fresca en la memoria de Pablo aquella mañana del
10 de enero en la que la Plaza de la Revolución se llenó de pueblo,
para rendir tributo a Orosmán, Yuri y Rafael, cuyos restos eran
velados en el Ministerio del Interior y donde sus familiares, amigos y
compañeros lloraban de rabia y de dolor por aquel atroz crimen.
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