18 de mayo de 2005
Venezuela espera al
criminal
FÉLIX LÓPEZ
CARACAS.— Mientras el
teléfono de la revista Patria Grande colapsa con las llamadas de
amigos y colegas venezolanos, interesados en confirmar la noticia del
arresto de Luis Posada Carriles, no puedo evitar un remolino de
recuerdos: desde los años de espera de Carlos Alberto Cremata, y de
todas las víctimas del crimen de Barbados, hasta la mirada triste de
Giustino Di Celmo, quien perdió a su hijo Fabio en uno de los actos
terroristas organizados por un criminal, al que cierta prensa
norteamericana ha llamado "disidente" o
"miliciano".
El 17 de mayo del 2005 ya
es historia por muchos motivos: primero, porque arrestar, resguardar,
detener, proteger o deportar a Posada Carriles significa el
reconocimiento público de que este terrorista, criminal confeso,
mercenario de alma y ser humano despreciable, se encontraba, como habían
denunciado el Gobierno y el pueblo cubanos, en territorio del país
que ha desatado una guerra feroz contra el terrorismo, y ahora debería
explicar a las víctimas de los atentados del 11 de septiembre, cómo
la mafia de Miami le abrió a Posada las puertas de casa.
En segundo lugar, la
historia ha vuelto a darse de frente con la dignidad y la entereza del
pueblo cubano, con la visionaria conducción del Comandante en Jefe
Fidel Castro, quien acorraló con sus ideas y sus denuncias no solo a
Posada Carriles, sino a los responsables de que el terrorista hubiese
entrado impunemente a Estados Unidos. Muchos amigos venezolanos me
advierten que la Marcha de este martes en La Habana, y las palabras de
Fidel, fueron como la estocada final que obligó al
"arresto" del prófugo de la justicia venezolana.
Pero los cubanos,
acostumbrados a lidiar con el imperio, sabemos que lo que acaba de
ocurrir no es más que el inicio de una nueva batalla: ahora comenzarán
las maniobras para dilatar el proceso legal y la respuesta a la
solicitud de extradición hacia Venezuela.
En Caracas, donde el
Gobierno solicitó con determinación la extradición del criminal y
prófugo Posada Carriles, donde los medios han seguido de cerca las
noticias de los últimos días, donde el pueblo no olvida que la
Patria venezolana fue utilizada como base de operaciones para cometer
actos terroristas, donde se siente y conmueve el dolor de miles de
familias cubanas, la batalla por la extradición encontrará un digno
e innegociable bastión, porque en Venezuela hay una prisión en la
que Posada Carriles dejó una sentencia inconclusa.
Hay muchas huellas suyas y
de Orlando Bosch en esta ciudad. Vivo, por ejemplo, en el mismo
edificio (Anauco Hilton) donde se planeó la voladura del avión de
Cubana en Barbados. Hay un aula de la Misión Robinson en la misma
prisión adonde fueron llevados los autores materiales e intelectuales
del criminal acto terrorista, y allí, los reclusos hablan con rabia
de los que alguna vez ocuparon el galpón conocido como "El avión",
y se conocen al dedillo la historia del crimen.
Este martes, para orgullo
de todos los cubanos, ha sido un día inolvidable. Es imposible
olvidar el silencio con que el pueblo cubano despidió a las víctimas
del crimen de Barbados en la Plaza de la Revolución, allá en La
Habana; el reclamo de justicia de aquellos hijos pequeños que se
hicieron hombres y mujeres sin ver tras las rejas al asesino de sus
seres queridos; la perseverancia de Fidel, quien nos ha enseñado a
pelear hasta el final por la victoria, y el ejemplo de ese pueblo que
acaba de añadir un nuevo símbolo a la inolvidable frase de aquel 15
de octubre: cuando un pueblo enérgico y viril marcha, la injusticia
tiembla.
Galería de imágenes: 1
2 3 4
|