9 de junio del 2007
Brazo derecho de Posada en
los atentados de La Habana
“El Panzón” tampoco ha sido juzgado
por terrorista
JEAN-GUY ALLARD
Francisco
Antonio "El Panzón" Chávez Abarca, el bandolero salvadoreño que Luis
Posada Carriles usó de brazo derecho en la serie de atentados que
provocó en La Habana, hace 10 años, es un conocido jefe de pandilla
criminal que se roba los titulares de la prensa, sin que a la justicia
de su país le pida cuentas por su pasado terrorista.
Mientras Posada, el terrorista más conocido del continente, se
encuentra en Estados Unidos, convertido en héroe de la Miami mafiosa,
Chávez Abarca está preso en El Salvador, no por terrorista, sino por
ser jefe de una red centroamericana de ladrones de carros.
A finales de septiembre del 2005, Abarca y 21 miembros de su banda
fueron arrestados bajo cargos de robo de automóviles y estafa. Las
autoridades aseguraron entonces que se trataba de "una de las
principales estructuras del crimen organizado dedicadas al robo y
hurto de vehículos a nivel nacional y centroamericano".
Según El Diario de Hoy, la investigación revelaba que el brazo
derecho de Posada tenía "conexiones con empleados de aduanas, agencias
de trámites de documentos de tránsito e instituciones públicas y
privadas".
La operación realizada por la policía salvadoreña, denominada
Tormenta, incluyó una serie de allanamientos en San Salvador,
Soyapango, Ciudad Delgado, Santa Tecla y hasta... Ilopango, el refugio
de Posada durante años.
AHÍ POSADA BUSCABA SUS
"COLABORADORES"
"El Panzón" se vinculó en estos años con Posada Carriles por su
padre, el traficante de armas Antonio Chávez Díaz, que se dedicaba —en
los años 80— a comprar armas capturadas por el ejército salvadoreño en
operaciones de contrainsurgencia mientras Posada, su cliente,
"administraba" entonces las operaciones de droga por armas
desarrolladas a favor de la Contra nicaragüense.
El agente de la CIA y terrorista actuaba a partir de la base aérea
salvadoreña de Ilopango, bajo el mando de su socio cubanoamericano
Félix Rodríguez Mendigutía, cómplice de Oliver North en las
confabulaciones cubiertas por George Bush padre.
El
mercenario Ernesto Cruz León fue entrenado por Abarca para colocar los
explosivos en Cuba.
En los años 90, Francisco "El Panzón" Chávez Abarca se dedicaba al
narcotráfico así cómo a la venta de armas y de dinero falsificado en
Guatemala. A través de estos negocios se relaciona con Posada para
convertirse poco a poco en su hombre de confianza.
Utilizando sucesivamente los alias Manuel González, Roberto
Solórzano y William González, cumplirá varias tareas por cuenta del
delincuente internacional y sus patrocinadores, hasta el punto de
participar, en Guatemala, en reuniones secretas con el fallecido
director de la Fundación Cubano Americana, Armando Monzón Plasencia.
Chávez Abarca efectúa tres viajes a Cuba, en abril y mayo de 1997,
todos muy breves, en los cuales realiza sus fechorías.
Es él quién sitúa el primer explosivo que estalla en la campaña de
terror de 1997. Recuérdese la bomba —600 gramos de C-4— que causó
daños materiales en los baños de la discoteca Aché del Hotel Meliá
Cohíba, el 12 de abril de 1997.
El 30 del mismo mes, es desactivado un artefacto explosivo —401
gramos de C-4—que el salvadoreño había colocado en una maceta
ornamental del piso 15 de la misma instalación hotelera.
Además, el 24 de mayo, mientras Chávez Abarca se encuentra en
México, estalla una bomba en la entrada de las oficinas de la
corporación Cubanacán de la capital.
ENTRENÓ AL ASESINO DE FABIO DI CELMO
En marzo de 1999, se reveló en el juicio del salvadoreño Ernesto
Cruz León, cómo Chávez Abarca fue quien contrató a este mercenario,
cuando trabajaba en la agencia de rentar autos "Geo Rent A Car", en
San Salvador. Lo convenció de realizar misiones terroristas en el
extranjero, al contarle que él mismo lo había hecho, y pronto le dio
el entrenamiento en la confección de artefactos explosivos.
Cruz León realizó dos viajes a Cuba durante los cuales situó bombas
en hoteles habaneros, una de las cuales mató al joven turista Fabio di
Celmo, el momento más trágico de la criminal campaña de terror
desencadenada por la FNCA, Monzón Plasencia y Posada Carriles.
La muerte de Fabio di Celmo no interrumpió en nada a la FNCA,
Monzón, Posada y El Panzón en sus planes diabólicos. Continuaron los
atentados y los intentos de infiltrar en Cuba materiales explosivos.
Chávez Abarca colaboró con Posada Carriles para contratar a otros
tres terroristas centroamericanos, los guatemaltecos María Elena
González, Nader Kamal Musalam Barakat —conocido también como Miguel
Abraham Herrera Morales— y Jazid Iván Fernández Mendoza, arrestados en
La Habana, en marzo de 1998, cuando intentaron introducir explosivos
en Cuba.
Nadel Kamal expuso en su juicio cómo Chávez Abarca, le entregó
material explosivo, relojes y detonadores y cómo le enseñó la
confección de bombas.
Después de los atentados de La Habana, se apareció con frecuencia
—manejaba una camioneta Toyota de color azul celeste— en el Taller
Moldtrok, en la 25 avenida de la capital salvadoreña, donde Posada
Carriles se dedicaba al tráfico de armas, paralelamente a sus
conspiraciones. |