11 de mayo del 2007
Declaración del Gobierno Revolucionario
de la República de Cuba
Nuestro pueblo ha conocido con indignación que en horas de la tarde
del día 8 de mayo, la Jueza Kathleen Cardone dispuso la liberación
definitiva del terrorista Luis Posada Carriles y desestimó todos los
cargos que el gobierno de los Estados Unidos había interpuesto en su
contra el pasado 11 de enero por fraude y por mentir en las
entrevistas que realizara con el Servicio de Inmigración y Aduanas del
gobierno de los Estados Unidos para obtener su naturalización en dicho
país.
En esta ocasión, Cuba reafirma, con más fuerza aún, la condena de
nuestro pueblo a esta maniobra que, como dijera la Declaración del
Gobierno Revolucionario del pasado 19 de abril de 2007, "es un insulto
al pueblo cubano y a los pueblos que perdieron a 73 de sus hijos con
el derribo, frente a las costas de Barbados, de un avión civil de
Cubana de Aviación".
En su Declaración del pasado 15 de enero, el Ministerio de
Relaciones Exteriores había dicho que esperaba que "esta instrucción
de cargos al terrorista Posada Carriles por delitos de carácter
migratorio de menor entidad, no se convierta en una cortina de humo
para extenderle impunidad por el grave delito de terrorismo, en un
pretexto para seguir ignorando la solicitud de extradición de Posada
Carriles presentada el 15 de junio de 2005 por el gobierno de la
República Bolivariana de Venezuela por su responsabilidad en la
voladura del avión de Cubana de Aviación y sobre la cual no ha dado
respuesta todavía".
La secuencia de los hechos desde el momento en que Posada Carriles
ingresara en el territorio de los Estados Unidos en la embarcación
Santrina, como denunciara oportunamente nuestro Comandante en Jefe,
demuestra con claridad que todas las acciones emprendidas por el
gobierno norteamericano desde ese momento respondieron a un plan
aprobado por el presidente Bush y diseñado para crear, precisamente,
una "cortina de humo" que impidiese el procesamiento de Luis Posada
Carriles como lo que realmente es: un terrorista.
Al gobierno de los Estados Unidos le habría bastado con aplicar su
propia Ley Patriota y reconocer que la liberación del terrorista
"amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos o la seguridad de
la comunidad o de cualquier persona" para impedir su liberación. Le
habría bastado con que su Servicio de Inmigración y Aduanas decretara
que la liberación de Posada Carriles constituía una amenaza a la
comunidad y que se corría el riesgo de que se fugara, tal como dice
claramente la Declaración del Gobierno Revolucionario del pasado 19 de
abril.
El gobierno norteamericano dispone de todas las pruebas que se
derivan de su vieja relación con el terrorista y de las que Cuba le ha
suministrado en el año 1998 y en fechas recientes.
La manipulación que ha conducido a este desenlace, la protección
que recibió el terrorista desde su ingreso al territorio
norteamericano, su instrucción de cargos por delitos de menor entidad,
los vaivenes en la custodia del terrorista de una agencia federal a
otra y de un tribunal a otro, y, finalmente, la decisión de la jueza
Cardone del pasado día 8 de mayo, muestran que el plan de Washington
era, precisamente, impedir que éste hablara de las acciones vandálicas
que cometió contra los pueblos cubano y venezolano y contra otros
pueblos de nuestra América cuando actuaba bajo las órdenes de la CIA
y, particularmente, del padre del actual Presidente de los Estados
Unidos, que dirigió esa agencia de espionaje y subversión del gobierno
norteamericano en los años 1975 y 1976, período en que las acciones
terroristas contra Cuba fueron más violentas y despiadadas, y cuando
actuaba como Vicepresidente de los Estados Unidos durante la década de
1980, período en que se desarrolló la guerra sucia contra el pueblo
nicaragüense.
Pero, quizás, el hecho más ilustrativo de que dicho plan estaba en
marcha, fueron la solicitud formulada al tribunal por el gobierno de
los Estados Unidos, el pasado 27 de abril, de que no aceptara
evidencias, testimonios y otras pruebas que vincularan a Posada
Carriles con la Agencia Central de Inteligencia, y la respuesta del
terrorista, quien argumentó que había actuado bajo las órdenes de la
CIA durante más de 25 años, lo que se confirma con el papel que
desempeñó como agente de esta en las acciones del gobierno de los
Estados Unidos contra Nicaragua durante la década de 1980.
Con su decisión de no certificar a Posada Carriles como terrorista,
el gobierno de los Estados Unidos no sólo ha violado su propia
legislación y el compromiso que supuestamente adquirió en su
autoproclamada "guerra contra el terrorismo", sino también sus
obligaciones internacionales.
El gobierno norteamericano ha vulnerado de manera aviesa, no sólo
la resolución 1373 (2001) del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, que él mismo promovió, sino también los tratados sobre
terrorismo de que es parte, muy particularmente el Convenio
Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos
con Bombas, que entrara en vigor el 23 de mayo de 2001, y el Convenio
para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación
Civil, que entrara en vigor el 26 de enero de 1973.
De conformidad con dichos instrumentos, el gobierno de los Estados
Unidos debió haber juzgado a Posada Carriles por terrorismo, o haber
accedido a la solicitud de extradición formulada en toda regla por el
gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, que a casi dos años
de haber sido presentada, sigue sin respuesta.
Independientemente de cualquier juicio de valor que nos merezca el
dictamen de la jueza Cardone del pasado 8 de mayo, la misma jueza que,
en su dictamen anterior del 6 de abril concedió la libertad bajo
fianza al terrorista a la par que reconoció que a éste se le acusa "¼
de haber estado involucrado en, o de estar asociado con algunos de los
hechos más infames del Siglo Veinte. (¼ )
Algunos de estos hechos incluyen la invasión de la Bahía de Cochinos,
el escándalo Irán-Contras, el derribo del vuelo 455 de Cubana de
Aviación, las bombas de 1997 en centros turísticos de La Habana y,
según algunos teóricos de la conspiración, en el asesinato del
Presidente John F. Kennedy", la total culpabilidad por la libertad de
Posada Carriles y la total responsabilidad por lo que de ella pudiera
derivar, recae sobre el gobierno de los Estados Unidos.
Incluso, la jueza Cardone, en su dictamen del 8 de mayo, dice que
"el centro de este caso no es (¼ ) el
terrorismo. Es el fraude migratorio. El terrorismo y la decisión de si
un individuo debe ser o no clasificado como terrorista, descansa en la
discreción de la rama ejecutiva" y agrega que no está dispuesta a dar
solución a lo que califica en su dictamen como "una papa caliente"
para el gobierno norteamericano.
Asimismo, el propio dictamen de la jueza Cardone, en otra de sus
partes, deja claro el absurdo de que, de haber sido procesado por
fraude y por mentir en un proceso de naturalización, cargos que debían
haber sido juzgados el próximo 11 de mayo, la condena máxima de que
habría sido acreedor el terrorista era de entre seis y doce meses de
prisión, que ni siquiera habría cumplido.
La actuación del gobierno de los Estados Unidos y este desenlace,
forman parte del compromiso permanente del actual inquilino de la Casa
Blanca con la mafia terrorista cubanoamericana de Miami, y tiene un
sospechoso paralelo con la liberación del terrorista Orlando Bosch
cuando el padre del actual Presidente dirigía el gobierno
norteamericano.
Esta nueva desvergüenza es congruente con los actos de un gobierno
que, en su momento, se negó a deportar a Posada Carriles a Cuba o a
Venezuela porque en nuestros países, según ellos, "sería torturado",
mientras mantiene su prisión en la porción del territorio ocupado a
Cuba en Guantánamo y mantiene prisiones secretas a lo largo y ancho
del planeta donde se cometen los actos más aberrantes e inhumanos.
Para el pueblo cubano es inaceptable que hoy se deje en libertad al
terrorista más notorio y sanguinario que jamás ha existido en este
hemisferio y permanezcan en cruel e injusta prisión cinco jóvenes
cubanos cuyo único delito ha sido el de luchar contra el terrorismo.
No podemos dejar de recordar que, en sus reflexiones publicadas el
pasado 8 de mayo, nuestro Comandante en Jefe alertó, una vez más, que
la impunidad estimula el terrorismo, y dijo que "bastó la insólita
liberación del conocido terrorista, y de nuevo la muerte visitó
nuestros hogares".
Al presidente Bush se le acaba el tiempo. Perdió la oportunidad de
mostrar aunque fuera un ápice de dignidad, vergüenza y ética. El
clamor de los pueblos contra esta decisión será indetenible. Los
secretos que Posada Carriles conoce saldrán a la luz pública más tarde
o más temprano y el gobierno norteamericano tendrá que responder por
su doble moral y su falta de voluntad política para luchar en serio
contra el terrorismo.
Habrá que ver ahora qué hace la Casa Blanca, que aún tiene la
opción, en cumplimiento de sus obligaciones internacionales, de
detener a Luis Posada Carriles y extraditarlo a la República
Bolivariana de Venezuela para que responda por sus crímenes.
La Habana, 9 de mayo de 2007
|