ULTRAJE A LAS MILES DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO INTERNACIONAL

29 de septiembre de 2005

Plan Bush para Cuba

El "milagro" infantil del imperio

JOAQUÍN RIVERY TUR
rivery@granma.cip.cu

El presidente George W. Bush anunció hace algo más de año y medio un plan para "resolver" todos los problemas de Cuba, devolverla a la "democracia" y para ello se dispone a invertir decenas de millones de dólares en lo que llama la "transición".

Su gusto por ver niños desmembrados en países musulmanes lo llevó a dar una importancia humanitaria especial a los infantes cubanos, cuyas necesidades se encuentran en un lugar destacado entre las medidas para "enderezar" todo lo que no anda recto en el bienestar de los niños. Le resultan molestas las risas de nuestros escolares.

El Señor se plantea en primer lugar dos temas básicos: salud y educación, que serán privatizados lo más pronto posible (se supone que para eso habrán ocupado a Cuba militarmente antes, ustedes saben, porque nosotros les vamos a dar la bienvenida y los vamos a mirar sin hacer nada) y habrá que pagar hasta en las escuelas públicas.

El más osado de los anuncios hechos fue que solo los niños menores de cinco años cubanos serían inmunizados con vacunas contra cinco enfermedades. Las otras ocho que aplica Cuba serían evidentemente desechadas por ahorro presupuestario. Claro, ellos requieren que haya enfermos y pobres para que los turistas les lancen monedas en el mar y los pequeños se maten por recuperarlas, como en la semicolonia.

Planes surgidos de la visión de América Latina. En Colombia, por ejemplo, los famosos gamines (niños de la calle) se acuestan unos sobre otros en invierno en los portales para no morirse de frío y tratan de matar el hambre oliendo los gases alucinantes de los pomos de pegamento.

Prácticamente todos los basurales del continente poseen una población magnífica de menores de edad de todos los tamaños, que registran entre la inmundicia para tratar de encontrar materiales reciclables con los que ayudar a su familia.

A Bush le gusta el cuadro porque, andando entre tanta putrefacción, los niños aumentan los anticuerpos contra las enfermedades y se alivia el déficit fiscal del país en cuestión, si lo hay. Si una cortada mata a uno de tétanos, la culpa es suya por andar sin zapatos.

En su imaginación anfetamínica de delirium tremens quizás idee para Cuba la diversión de los turistas con los menores, como se repite en América Latina: tomar fotos de niños y adolescentes limpiadores de cristales de vehículos en los semáforos de las ciudades; tragafuegos, malabaristas o simplemente mendigos que ruegan a los automovilistas gorditos y faltos de ejercicios unas monedas que estos les niegan.

Quizás será mejor —piensa W.— depararles a los cubanos la suerte de los iraquíes. El 21 de septiembre pasado, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), advirtió que tres millones de personas están en el país árabe amenazadas por la inanición debido a la falta de fondos de ese organismo para sus operaciones de emergencia allá. Recordemos el memorando Breckenridge, porque hay una continuidad de intenciones.

¡Ah! Pero ellos en Iraq tienen libertad completa de vagar por lugares solitarios, no por donde haya tropas, porque pueden confundirlos con "terroristas" y acribillarlos a balazos. Ha habido numerosos niños de cinco años comprobados "terroristas"... y acribillados. En fin de cuentas, para Washington y Londres, Iraq constituye hoy un modelo de "democracia", a pesar de los pequeños destrozados por las bombas.

La cuestión es entender bien que, en la concepción de W. Bush, democracia es libertad, como, por ejemplo, libertad de sus transnacionales farmacéuticas de dejar que mueran millones de niños africanos de SIDA por no bajar los precios astronómicos de sus medicamentos antirretrovirales.

Washington no puede dar más dinero al PMA, aunque entre los hambrientos iraquíes haya una montaña de menores. Hay que comprender que la guerra para despanzurrar árabes se lleva como 100 000 millones de dólares al año, sin contar con la tajada ilegal que se embolsillan con sobrefacturación empresas como la Halliburton, donde tiene intereses fuertes el vicepresidente Richard Cheney, el mayor socio de Bush.

Si son concretamente 1,7 millones de niños, el Gobierno de Washington no tiene la culpa, aunque estén en edad de escuelas primarias cerradas por las bombas norteamericanas. Encima hay 350 000 embarazadas deseando, ilusas, llevarse a la boca algún alimento.

De acuerdo con el PMA, el 27% de todos los niños iraquíes menores de cinco años sufren de desnutrición crónica, y Bush desea que los infantes cubanos disfruten de esa misma libertad, llevada por las tropas yankis.

No debemos ser malagradecidos si nos ofrecen lo mejor: salud a buenos precios (altos), educación privada, libros caros, aparición del hambre (tiene que haber de todo para que haya una democracia), menos vacunas (las enfermedades también requieren su espacio). De cumplirse el plan de Bush para Cuba seríamos un "paraíso" de miradas tristes, panzas infladas por los parásitos, falta de escuelas y de maestros... En fin, todo lo que puede hacer "feliz" a la niñez y que nosotros no tenemos.

   

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