ULTRAJE A LAS MILES DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO INTERNACIONAL

27 de septiembre de 2005

Caso Posada Carriles

El fiscal y la defensa del lado criminal

Joaquín Rivery Tur
rivery@granma.cip.cu

Imagínese el lector un proceso administrativo en el cual la Fiscalía cierra su caso contra un acusado sin presentar testimonio, testigos o pruebas contra el pedido de la defensa de otorgar a un reo convicto y confeso de terrorismo la protección especial del Gobierno de Estados Unidos, sobre la base de un tratado contra la tortura, contra el cual actúa en primer lugar... el mismo Gobierno de Estados Unidos.

Eso sucedió este lunes en El Paso, Texas, donde continuó la farsa montada por la Casa Blanca para proteger de la justicia al asesino aliado: Luis Posada Carriles.

Estos elementos fueron analizados anoche en la Mesa Redonda Informativa, conducida por Randy Alonso, en la cual el colega Raúl Garcés brindó los antecedentes de la audiencia de agosto pasado, cuando el terrorista y su abogado retiraron la petición de asilo, pretendieron acogerse a la Convención Internacional contra la Tortura y acusaron infundadamente a Venezuela de hacer lo que hace Washington en Iraq y en Guantánamo. El juez William Abbott dijo entonces que habría que tener en cuenta el elemento de la tortura, aunque fuera Hitler el imputado.

Según se informó en el programa, el Juez formulará sus conclusiones por escrito en 28 días, luego de la vista de ayer.

Un abogado y periodista presente en la sala escribió que El Departamento de Seguridad Nacional posiblemente retenga a Posada durante 90 días y luego lo ponga en libertad. La extradición a Venezuela no se mencionó para nada; solo se habló de que el reo sería torturado allí si es extraditado, como reclama legalmente Caracas, la capital donde se fraguó el atentado de Barbados y donde el criminal torturó y asesinó a revolucionarios.

La embajada de Venezuela en Washington emitió una declaración en la que afirma que EE.UU. ha desfigurado cínicamente la Convención sobre la Tortura para acoger al terrorista.

Reinaldo Taladrid explicó en la Mesa Redonda qué es la Convención Internacional contra la Tortura, aprobada en 1984. Estados Unidos ÅdijoÅ solamente la ratificó en 1990, aunque no se comprometió con sus disposiciones hasta 1999. La tortura es definida como cualquier acción que se ejecute para causar dolor y sufrimiento a una persona con el fin de obtener información de ella o de una tercera. Justamente lo que hacía Posada en la DISIP venezolana.

El artículo tres de la Convención señala que no se procederá a la extradición si hay indicios de que el acusado puede ser sometido a tortura en el país demandante, en este caso la República Bolivariana de Venezuela, donde nadie reporta un solo caso de abuso. Pero también tiene en cuenta consideraciones que se deben atender y que no han sido contempladas en este trámite migratorio. La convención entera fue violada en el caso de Posada.

Randy Alonso hizo énfasis en que todo se trata de un guión montado en Washington, mientras Lázaro Barredo lo calificó de nueva manifestación de vergüenza y de inmoralidad, usada en otros casos de terrorismo contra Cuba, absueltos porque la Fiscalía no acusa realmente a los delincuentes.

El propio abogado defensor de Posada dijo en una conferencia de prensa que su defendido sabía mucho y si hablaba, podía poner en aprietos al FBI, la CIA y al Gobierno de Estados Unidos y de otros países.

Washington prefiere mantener callado a Posada, dada su importante participación en la conspiración de Irán-Contras, por la cual la CIA vendía drogas para comprar armas y abastecer de estas a las bandas antisandinistas nicaragüenses, develó Taladrid.

La farsa sigue, concluyó Randy Alonso. El colmo del cinismo, afirmó, es que se defienda con la Convención sobre la Tortura a un torturador confeso, y calificó de vergonzosa la actuación de la Fiscalía, que no acusó.

   

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