ULTRAJE A LAS MILES DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO INTERNACIONAL

Posada Carriles

La brasa en la mano y nadie se quiere quemar

JOAQUÍN RIVERY TUR
rivery@granma.cip.cu

¿Qué sucede con Posada? Se ha creado una situación singular en Washington y en Miami, según DPA, pues nadie quiere hablar de él. La agencia cita a un analista de nombre Oscar Haza, quien estima: "Para muchos, incluyendo el Gobierno de Estados Unidos, pareciera que lo mejor que pueda ocurrir es que Luis Posada Carriles se muera en la cárcel".

Estamos completamente de acuerdo. Posada Carriles, libre o preso, es una brasa quemante que es muy difícil sostener. Para lo peor de la contrarrevolución, para los declamadores de crímenes, el terrorista es un elemento positivo y un instrumento que ha sido válido por muchas décadas para todo tipo de atentados y asesinatos dirigidos contra la Revolución cubana.

Pero a la luz de los enfoques actuales que Bush y su equipo hacen de la "guerra contra el terrorismo", la carta de Posada Carriles se ha convertido en un inconveniente que en Washington y Miami no saben cómo resolver.

Ante el mundo entero, están encubriendo a un terrorista cuando ellos mismos predican que no se le debe ayudar, proporcionar alimentos, dar refugio, financiar o apoyar de ninguna forma.

Dentro de Estados Unidos, por el Acta Patriótica, si Posada fuera árabe, hace rato habría sido detenido, confinado, torturado, llevado de un país a otro en sus aviones misteriosos, sepultado en prisiones subterráneas para "interrogatorios" o golpeado en algún barco que hace de prisión flotante. Al final, si no le comprueban nada, lo lanzarían en una celda en el territorio usurpado de la base de Guantánamo y allí se pudriría en el olvido.

El ex agente de la CIA, participante en el Plan Cóndor, en asesinatos de variación siniestra, del que todavía no se sabe bien su papel en el magnicidio del presidente John Kennedy en Dallas, es hoy un indeseable y puede ocurrirle cualquier cosa.

Pero de todas las variantes manejadas en Washington, la única que no es posible es el olvido. Hay dos gobiernos en América Latina, dos pueblos que han sufrido las consecuencias de la escuela de la CIA a través de este asesino maniático, que no permitirán de ninguna forma que se sepulte el caso de Posada Carriles: Cuba y Venezuela.

El daño que los gobiernos norteamericanos han hecho mediante el uso de este y otros terroristas que ni siquiera esconden es demasiado para que puedan ser cubiertos de un velo de misterio o una simple "desaparición" o "fuga".

Los trucos de Posada, de la Fundación Cubano Americana que lo amamantó todo el tiempo o del llamado Consejo para una Cuba Libre que lo adora por la facilidad con que manda a matar, no podrán evitar la condena mundial.

El pasado 25 de julio, el "insigne" terrorista se presentó ante la audiencia del juez Abbot con el rostro cubierto por un vendaje para tapar un supuesto cáncer en la piel. Tal vez la gasa cubrió una enfermedad que no tenía, pero no pudo velar que ya se está emprendiendo un camino que puede llevar al reo a una "muerte por enfermedad" que convendría a mucha gente.

El método ya se empleó para eliminar a testigos peligrosos en la investigación del asesinato de Kennedy.

Hasta la prensa miamense es parca para hablar del asunto. El senador Mel Martinez (no le gusta el Melquiades hispano), de discurso tan terrorista en otro momento, prefirió hace poco quedarse en un "que la justicia sea la que se pronuncie", peligrosamente neutro.

En cualquier caso, las señales son que el juicio por la famosa entrada ilegal en Estados Unidos, entrevistas, sentencias, demoras, aplazamientos, apelaciones y contraapelaciones, puede ser sumamente largo.

Lo único seguro desde ya es que no van a ser olvidados los crímenes del terrorista ni su situación. Dondequiera que esté, dondequiera que se oculte, hay dos revoluciones dispuestas a que el velo no caiga sobre los torturados y los muertos. Posada seguirá siendo tema incesante de reclamaciones airadas de verdadera justicia contra el verdadero terrorismo.

Y alguien se quema con esa brasa.

17 de agosto de 2005

   

SubirSubir