21 de julio de 2005
Terrorismo es siempre
terrorismo
MARIELA PÉREZ
VALENZUELA
El
periodista Jim DeFede publicó el pasado día 10, en la versión en
inglés de The Miami Herald, bajo el título En mi opinión:
Terrorismo es Terrorismo, ya sea en Londres o en Cuba, un artículo
que comparte la inquietud de estadounidenses preocupados con la
inmoralidad de Washington en su supuesta lucha contra ese flagelo.
DeFede, quien participó
en Cuba en el Encuentro Internacional Contra el Terrorismo, por la
Verdad y la Justicia, se preguntó dónde estaba la indignación de la
congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen cuando defendió a Luis
Posada Carriles, acusado de volar un avión civil cubano en 1976.
Su recelo surgió a partir
de las declaraciones de Ros-Lehtinen el día de los atentados con
explosivos perpetrados hace dos semanas en los servicios públicos de
transporte de Londres, los cuales calificó de "brutales".
"Atacar a personas
inocentes es algo insidioso y muestra una total falta de respeto de
los terroristas por la humanidad", declaró la representante
republicana por Miami. "Los que cometieron esta cruel acción
deben saber que nuestra determinación de neutralizar el terrorismo se
mantiene firme y que no cederemos ante tales perfidias".
¿Es diferente lo que se
siente al saber de los miles de cuerpos mutilados en los atentados del
11 de septiembre en Nueva York y Washington, en comparación con los
miles de víctimas civiles de la guerra injusta que firmó Bush contra
Iraq hace dos años y antes contra Afganistán?
¿Acaso existe alguna
diferencia entre los actos terroristas perpetrados en Madrid, Nueva
York y recientemente en Londres y los cometidos contra Cuba,
organizados, financiados y protegidos por los sucesivos gobiernos de
Estados Unidos? Para la Casa Blanca sí.
La actual Administración
republicana intenta convencer a la opinión pública de la existencia
de dos formas de terrorismo, el "bueno", practicado por
ella, y el "malo", el de sus adversarios.
En el caso de Cuba, para
Estados Unidos el terrorismo "bueno" es el que desde el
triunfo de la Revolución, llevan adelante Posada Carriles y sus
secuaces que hoy, con total impunidad, se regodean de su
"labor" en la Florida, con saldo de más de 3 000 víctimas
fatales y miles de heridos e incapacitados.
Es por ello que ahora el
Gobierno republicano trata de dilatar un proceso judicial contra ese
criminal por entrada ilegal a ese territorio, sin que la Fiscalía
mencione su historia terrorista, y su evasión de una cárcel de
Venezuela, donde fue condenado por el crimen de Barbados, en el que
murieron 73 personas.
En su artículo DeFede se
pregunta: ¿Dónde estaba su deseo de "neutralizar el
terrorismo" cuando ella (Ross) intercedió hace dos años ante la
presidenta de Panamá para que liberara a Pedro Remón, Guillermo Novo
y Gaspar Jiménez?
Recuerda que esos hombres,
junto a Posada Carriles, "fueron condenados en Panamá por poner
en peligro la seguridad pública, un cargo derivado de una supuesta
conspiración para volar un centro universitario que Fidel Castro debía
visitar".
El periodista, uno de los
pocos que en la prensa occidental aborda el tema del terrorismo y
califica como tal a Posada Carriles, señala en The Miami Herald que
Ros-Lehtinen, junto a los también congresistas Lincoln y Mario Díaz-Balart
(representantes los tres de la extrema derecha de Miami) le escribió
a la entonces presidenta panameña Mireya Moscoso para que perdonara a
los cuatro asesinos confesos y encarcelados por el grave delito
cometido.
Tras comentar que Lehtinen
aspira a ser la próxima presidenta del Comité de Relaciones
Internacionales de la Cámara de Representantes para pretender
convertirse en una de las voces líderes en el Congreso en materia de
política internacional y en la lucha mundial contra el terrorismo, se
pregunta qué autoridad moral puede llevarla a tal puesto cuando ayuda
a individuos considerados terroristas.
Miles de personas murieron
en Washington y Nueva York, cientos en Madrid y decenas en Londres a
causa de un terrorismo que prolifera y que tiene su génesis en las
guerras lanzadas por Estados Unidos y sus aliados en nombre,
precisamente, de su declarada lucha contra el terrorismo.
¿Alguna vez Bush se
preguntará cuántos miles de inocentes más deberán morir en Iraq, o
cuánto tiempo esperaremos los cubanos para que se haga justicia? Con
seguridad no. Para él, con la habitual prepotencia del imperio bajo
su mando, solo son tomadas en cuenta las víctimas del terror de su
conveniencia.
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