5 de octubre de 2005
El pueblo cubano reclama justicia
Dolor de madre, honor de cubana
A más de cuatro
décadas del asesinato de Ramón López Peña, la madre del mártir de
los combatientes de la Brigada de la Frontera alza su voz contra el
terrorismo
Texto
y foto PASTOR BATISTA VALDÉS
Puerto Padre. Año 1964.
Al conocer acerca de nuevas provocaciones de los marines yankis de la
Base Naval de Guantánamo, con toda la humildad de su oficio
(carbonero) Andrés López sostuvo entre sus callosas manos las de su
hijo Ramón, y le dijo: No te descuides, mijo, esa gente es capaz de
cualquier cosa.
Eunomia conserva viva, la imagen de su hijo Ramón.
El joven apenas esbozó
una sonrisa y respondió: No se preocupe, papá, voy a seguir
cuidándome allá y a cumplir de Patria o Muerte mi deber.
Atardecer del 19 de julio
de ese mismo año. 6:00 PM. Como de costumbre, se produce el relevo en
las postas del Batallón Fronterizo. Entre quienes se incorporan está
Ramón López Peña. Veintitrés minutos antes, los marines de la
posta ubicada en las coordenadas 43-67 habían rastrillado fusiles y
apuntado hacia los combatientes cubanos que casi concluían su
guardia. Un soldado yanki se había acercado para ofender verbalmente
y lanzar piedras.
En ese momento Ramón
López Peña debe haber recordado una vez más el consejo de su padre
y también su decisión de cumplir allí con la Patria.
A las 7:07 de la noche,
dos soldados yankis se tiran al suelo y disparan una ráfaga corta. En
territorio cubano, el segundo jefe del Destacamento (quien chequea la
guardia en ese instante) ordena a los jóvenes combatientes entrar
rápidamente a la trinchera. Así estaba dispuesto para esos casos,
pues como norma la valiente actitud que espontáneamente asumían los
soldados cubanos ante tales provocaciones era pararse firmes y serenos
frente al enemigo y a sus proyectiles.
No hay tiempo, sin
embargo, para cumplir del todo aquella orden. Nuevos disparos surcan
el aire. Ramón logra dar unos pasos y cae. De él no sale una palabra
de ofensa, ni un gesto de miedo, mientras la sangre y la vida escapan
por donde mismo acaba de entrar alevosamente la muerte.
Jamás las autoridades del
enclave yanki reconocerán que eso es terrorismo.
Al conocer la fatal
noticia, en Puerto Padre una mujer se lleva las manos a la boca y
cierra los ojos. En su interior arde todo el dolor de una madre. Se
llama Eunomia Peña Pérez y tiene entonces 39 años de edad. Minutos
después no llevará la misma ropa hogareña. Prefiere vestir el
uniforme de miliciana. Junto a su esposo Andrés parte en un yipi
hacia Guantánamo. Antes, deja al cuidado de los vecinos a sus 11
hijos, todos menores que Ramón. Quiere llorar. Se siente morir. Pero
no sucede ni lo uno ni lo otro.
Maniabón, septiembre del
2005. Ahora Eunomia tiene 80 años de edad. Pero en su recuerdo Ramón
sigue con 19.
Ellos (los yankis) hablan
de luchar contra el terrorismo —me confiesa— como si no fuera
terrorismo lo que hicieron con mi Ramón.
"Era
el mayor de mis hijos, muy tranquilo, bueno, educado. Estudiaba en
Puerto Padre y a los 15 años se incorporó a la milicia. Después
pasó al ejército. Llevaba 17 meses en la Frontera.
"Nunca
nos pudimos recuperar de aquel golpe. Mi marido murió con problemas
del hígado en 1975."
Hace una pausa. Sus ojos
denotan preocupación. Tal vez la misma con que miran los familiares
del obrero Rubén López Sabariego, (igualmente asesinado tres años
antes, el 20 de octubre de 1961) o la impaciencia que entonces tenía
la familia de aquellos jóvenes, hacia quienes los marines lanzaban
ofensas y gestos obscenos, piedras, disparos de fusilesÁ
Por eso aquel día, lejos
de desplomarse a llorar frente al cadáver de Ramón, apenas el
carbonero Andrés López llegó a Guantánamo pidió que le
permitieran ocupar el puesto de su hijo asesinado.
Tal actitud sería
destacada por Raúl Castro Ruz, Ministro de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, quien al despedir el duelo, frente a miles de
guantanameros, le entregó al sencillo hombre el carné de la Unión
de Jóvenes Comunistas ganado por Ramón, y afirmó: "Han perdido a un
hijo, y en cada uno de nosotros tendrán un hijo. Su dolor lo
compartimos todos".
La prensa de entonces fue
testigo de las palabras de Eunomia en aquel momento:
"Yo,
como madre cubana que ha perdido a un hijo, asesinado por los yankis,
pido a las demás madres que sigan en la lucha, que no desmayen, que
ante un dolor como ese el enemigo no vea nuestras lágrimas, sino que
ocupemos el lugar de nuestros hijos caídos, y si es necesario dar la
vida por defender la Revolución, la daremos. Patria o Muerte."
Para orgullo de Eunomia,
de su familia y de todos los cubanos, el nombre de Ramón López Peña
honra hoy a la Vanguardia combativa de las tropas cubanas que
salvaguardan el territorio nacional frente a la ilegal Base Naval de
Estados Unidos en Guantánamo.
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