9
de junio de 2005
Otra prueba más de la complicidad de los Bush con el
"terrorismo bueno"
LÁZARO
BARREDO MEDINAEspecial para Granma y Cubadebate
Si alguien en este mundo
duda de que en la Casa Blanca hay ambivalencia hacia el terrorismo,
acaba de tener una prueba indiscutible de que los Bush están
comprometidos hasta la médula con la mafia terrorista de Miami.
Las agencias
cablegráficas dan cuenta de que el presidente Bush acaba de reunirse
con uno de los protectores de Posada Carriles.
He aquí la noticia:
Fort Lauderdale.—En una
inequívoca señal de que la administración Bush no extraditará al
terrorista Luis Posada Carriles, como lo pide el Gobierno de
Venezuela, el presidente de EE.UU., George W. Bush, se reunió ayer
(lunes en la noche) con el médico de origen cubano Alberto
Hernández, amigo personal del terrorista Posada Carriles, según
informaron DPA y Notimex.
Aunque no trascendieron
detalles de la reunión, cuyas imágenes difundió el Canal 51 de
Florida, la televisora sugirió que el saludo del mandatario
estadounidense al protector de Posada Carriles, ayer en el aeropuerto
de Fort Lauderdale, podía ser interpretado como una señal de que el
ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), no será
extraditado a Venezuela.
Algo por el estilo tiene
que haberse "cocinado" en esa entrevista, si tomamos en cuenta que el
encuentro se produce horas después de que el señor Alberto
Hernández se reuniera con la señorita Condoleezza Rice y con el
vocero de la mafia dentro del Departamento de Estado, el señor Roger
Noriega.
¿Y quién es ese "inocente"
médico de origen cubano, nombrado Alberto Hernández?
Hay quienes aseguran que
Hernández es hoy uno de los dirigentes del Consejo por la Libertad de
Cuba queasesora a George W. Bush acerca de la Isla.
Pero la consagración de
Alberto M. Hernández Sarduy a la violencia contra nuestro país es
algo que no pueden ocultar.
Hernández Sarduy nació
en Cuba, en 1938. Se graduó de Medicina y se mantuvo al margen de la
lucha contra Batista, a finales de los cincuenta. Abandona el país
poco después del triunfo de la Revolución en 1959, radicándose
definitivamente en la ciudad de Miami.
Desde su llegada se
vinculó de diversas formas a grupos contrarrevolucionarios como Alpha
66, y llegó a desempeñar un papel destacado en las actividades de la
organización terrorista Movimiento Libertador Cubano, de la cual fue
uno de sus dirigentes.
No obstante, la relación
más importante de Alberto Hernández con figuras de este medio, es
con quien ha llamado "mi hermano hasta la muerte", el terrorista
Orlando Bosch Ávila.
Hernández está en deuda
con Bosch, pues fue este quien le gestionó, en los sesenta, el
otorgamiento de licencia para ejercer la Medicina en la Florida, a
partir de la favorable impresión que Hernández le había causado por
su trabajo dentro de los grupos contrarrevolucionarios.
Tras la voladura en 1976
del avión cubano en Barbados, fue Alberto Hernández uno de los más
activos defensores del convicto terrorista, ayudando tanto a Bosch
como a Luis Posada Carriles con recursos materiales y financieros.
Detenido Orlando Bosch en
Estados Unidos en 1988 y tras el proceso de extradición que se le
siguió por el Departamento de Justicia norteamericano, Alberto
Hernández testificó a favor de Bosch ante una Corte Federal y en el
juicio celebrado en la prisión, y organizó varios maratones con el
fin de recaudar fondos para su liberación, convirtiéndose en uno de
los más asiduos visitantes mientras el terrorista estaba encarcelado.
Hernández organizó,
junto al difunto presidente de la Fundación Nacional Cubano
Americana, Jorge Más Canosa y otros dirigentes de la mafia terrorista
de Miami, una "Comisión para la liberación de Orlando Bosch", la
cual desarrolló diferentes actividades con ese fin, aunque su papel
más importante en esta aventura lo desempeñó como coordinador de un
grupo de ocho exiliados cubanos que reunieron 200 000 dólares, que
luego entregó al abogado defensor de Bosch, el señor Leandro Mora,
con el propósito de sobornar a alguno de los 3 jueces que actuaron en
la revisión de la causa del terrorista. (En ese momento, Orlando
Bosch era calificado por el FBI como el terrorista más peligroso
residente en los Estados Unidos.)
Hernández conoció a
Jorge Más Canosa desde los años sesenta cuando compartían
filiación en organizaciones que realizaban actividades terroristas
contra Cuba. Es de los primeros en incorporarse a la FNCA, y se gana
la confianza absoluta de Jorge Más cuando, además de lo descrito en
relación con la liberación de Bosch, juega un importante papel en la
organización de la fuga del otro autor del sabotaje al avión cubano,
y veterano agente de la CIA, Luis Posada Carriles.
En las entrevistas y en su
autobiografía, Los Caminos del Guerrero, Posada dice que
recibió ayuda financiera de Más y de Feliciano Foyo, el tesorero del
grupo, así como de Alberto Hernández.
El aporte principal de
Hernández en esta operación consistió en la gestión de dinero y en
el envío a Venezuela de su ayudante Gaspar Jiménez Escobedo, con el
fin de implementar el soborno a las autoridades del penal de San
Carlos, donde estaba recluido Posada.
Escobedo es un veterano
terrorista, vinculado al narcotráfico, que antes de su detención en
Panamá junto a Posada Carriles por llevar adelante un plan de
atentado contra la vida del Comandante en Jefe, se desempeñaba como
guardaespaldas de Alberto Hernández, mediante un puesto pantalla en
la Clínica Pasteur.
Por instrucciones de Más
Canosa, Hernández pasó a cumplir diversas misiones clandestinas de
apoyo a la contra nicaragüense, como parte de la operación dirigida
por Oliver North en el conocido escándalo Irán-Contras. En este
sentido, se encargó de una brigada médica de atención a los heridos
en los campamentos de Honduras y, de igual forma, utilizando esta
fachada, cumplió misiones de enlace para la CIA.
Uno de los objetivos de
las gestiones de Alberto Hernández, en su apoyo a la guerra contra
los sandinistas, era tratar de obtener un pedazo de territorio en
Nicaragua para montar un campamento donde se instalaría un comando
militar formado por hombres de acción de la confianza de Más Canosa,
los cuales se dedicarían a atacar a los cooperantes civiles cubanos
que trabajaban por aquel entonces en territorio nicaragüense. En este
esfuerzo, Alberto Hernández trabajó junto a Luis Posada Carriles,
quien luego de ser sacado de la prisión venezolana, se dedicó por
instrucciones de la CIA a las operaciones en la base de Ilopango en El
Salvador.
Más Canosa propuso a
Hernández Sarduy como vice chairman (vicepresidente) de la FNCA y le
encomendó la organización del grupo paramilitar para llevar adelante
las acciones violentas contra Cuba. Este "inocente" médico dirigió
en 1994 las actividades de la FNCA en terceros países y en 1997
participó desde Miami en la sustentación de la estructura terrorista
establecida por la Fundación en Centroamérica para promover una
escalada de sabotajes en Cuba.
En los últimos años, ha
participado en la planificación y financiamiento de diversos planes
de atentados contra el Comandante en Jefe.
Hernández es hoy uno de
los dirigentes del flamante Consejo por la Libertad de Cuba, que
nació en agosto del 2001, a raíz de la ruptura por la lucha de poder
dentro de la Fundación Nacional Cubano Americana. El Consejo, que no
es otra cosa que el clon de la FNCA —lo crearon 25 ex directivos de
la Fundación, todos con antecedentes terroristas—, ha sido
potenciado por la familia Bush, al constituirse en la organización
que se ubica a la derecha de las instituciones contrarrevolucionarias
extremistas que abogan por el empleo de la violencia para destruir a
la Revolución.
El odio visceral de los
Bush hacia la Revolución cubana comenzó en el propio 1959. Por aquel
entonces un joven oficial CIA y empresario tejano recibió la
orientación de cooperar en el financiamiento de los nacientes grupos
contra Castro que la Agencia decidió crear, aunque no fue hasta el
año siguiente, en 1960, que se le asignó una misión más
específica y abierta: garantizar la seguridad en el proceso de
reclutamiento de cubanos que formarían la brigada mercenaria
invasora, aspecto clave de la gran operación de la "compañía" para
acabar con el proceso revolucionario.
El tejano de la CIA
simpatizó rápidamente con el cubano que le fue asignado para esa
nueva misión: Félix Rodríguez Mendigutía, conocido por "El Gato",
quien le proporcionó los candidatos para cumplir la tarea de la
Agencia, algunos de los cuales se transformarían después en los "viejos
guerreros de la CIA" contra Cuba.
Lejos estaban todos
aquellos "cubanitos" de imaginarse que aquel joven tejano, nombrado
George Herbert Walker Bush, padre del actual mandatario norteamericano
y del gobernador del estado de la Florida, sería años más tarde,
primero director de la Agencia Central de Inteligencia y después el
41 presidente de los Estados Unidos.
Desde el comienzo de la
Revolución, los Bush han sido cómplices del "terrorismo bueno".
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