ULTRAJE A LAS MILES DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO INTERNACIONAL

2 de junio de 2005

El 6 de octubre de 1976 fue nuestro 11 de septiembre

Pedro de la Hoz

Algo que deben saber los parientes de las víctimas del criminal derribo de las Torres Gemelas de Nueva York es que los familiares de los 73 pasajeros asesinados en el avión de Cubana casi tres décadas atrás sufrieron a partir de aquel 6 de octubre de 1976 el mismo dolor que sobrevino a los familiares de las víctimas del 11 de septiembre.

En la medida en que este sentimiento sea compartido, y se convierta en un clamor de justicia y de amor a la verdad, podrá evitarse que otros sufran lo mismo.

El portador del contenido de este mensaje caló hondo en el corazón de los presentes ayer en el Palacio de las Convenciones y, estoy seguro, en los televidentes y radioyentes que siguieron la primera jornada del histórico encuentro.

Carlos Alberto Cremata preside el recién constituido Comité de Familiares de las Víctimas de la Voladura del Avión en Barbados. En Cuba todos conocen su talento y la extraordinaria carga de amor que suele poner en cada acto de creación al frente de la compañía infantil de teatro La Colmenita. También en algunos lugares de Estados Unidos, donde ha levantado olas de aplausos y sonrisas con las actuaciones de la agrupación.

Pero su felicidad nunca será completa. Siempre habrá una laceración en un costado de su alma. Una herida que jamás cicatrizará desde aquella noche en que lo llamaron a la dirección de la Escuela Camilo Cienfuegos donde estudiaba y escuchó a un amigo de su padre decir que el avión que este tripulaba había tenido un accidente y enterarse después que el accidente no era tal, sino un acto criminal organizado por criaturas procreadas por el imperio norteamericano.

Dura prueba para su espíritu fue tener a pocos metros en una Corte panameña a uno de los asesinos de su padre. Pero Cremata no pide venganza, sino justicia. Y en ello se reafirmó cuando sintió el apoyo del pueblo panameño para la justa causa contra el terrorista y sus cofrades. Justicia que debe nacer de la siembra de conciencia a la que deben contribuir las víctimas de estos terroristas donde quiera que estén, sean salvadoreños o chilenos, nicaragüenses o venezolanos. Y también esos norteamericanos que perdieron familiares y amigos el 11 de septiembre.

Cremata confesó tener un sueño recurrente. En él ve a su padre regresar sonriente a casa y disfrutar de las ocurrencias de los niños de La Colmenita y mostrarse contento ante la vida.

Es el sueño de todos, el que se hará realidad cuando el terrorismo, sus ejecutores, sus financistas, sus apañadores, acaben.

   

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