2
de junio de 2005
El Cóndor y la CIA matan
Pedro
de la Hoz y Omar Vázquez
El vuelo del Cóndor mata.
Las alas del ave sangrienta baten desde Washington, el cuartel de la
CIA en Langley, el nido de la mafia anticubana en el sur de la Florida
y las sombras de las dictaduras fascistas sudamericanas.
De izquierda a derecha, Ernesto Carmona, Martín Almada, Carmen Hertz, Samuel Blixen y Hebe de Bonafini.
Así quedó evidenciado
por el testimonio del paraguayo Martín Almada, personalidad clave en
la revelación de los Archivos del Horror, cerca de Asunción, las
exhaustivas investigaciones de la chilena Carmen Hertz y el uruguayo
Samuel Blixen, las vivencias del chileno Ernesto Carmona y la vívida
exposición de Hebe de Bonafini, una argentina solidaria que ha
convertido su dolor de madre en fuerza colectiva.
El vuelo criminal de la
Operación Cóndor, aunque despegó mucho antes, nació oficialmente
en Chile, estimulado y alentado por Estados Unidos.
Contó en un principio con
tres fases: la detección e intercambio de información sobre
ciudadanos considerados subversivos (léase luchadores por un nuevo
orden social, activistas sindicales, religiosos defensores de una
ética humanista, intelectuales progresistas, militantes de izquierda,
críticos del sistema y sus familiares y amigos); la cooperación
entre las fuerzas armadas y los cuerpos represivos para perseguirlos,
secuestrarlos, asesinarlos y desaparecerlos; y la expansión de esa
transnacional criminal hacia Europa y los propios Estados Unidos.
Luego vendría una cuarta
fase: la centroamericanización de la operación para desmantelar los
movimientos de liberación y las luchas populares en esa región del
continente.
Todo eso acompañado por
acciones de desinformación sistemática, ocultamiento de evidencias y
destrucción de pruebas.
El propio jefe de la
Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), de Chile, Manuel
Contreras, ha confesado cómo apenas unos meses después de la asonada
visitó el cuartel general de la CIA en Langley. Su subdirector,
Vernon Walters, le sugirió el modelo de la DISIP venezolana para la
DINA, donde la cúpula estaba integrada por contrarrevolucionarios
cubanos, entre ellos el Comisario Basilio, alias de Luis Posada
Carriles.
Gozosos por contar con un
aliado, que convirtió a Chile en un santuario para todo tipo de
agentes del terror, la mafia miamense comenzó a prestarle servicios.
Personeros de tal camada se involucraron en el asesinato en Estados
Unidos del ex ministro del gabinete de Allende. Orlando Letelier y de
su secretaria norteamericana, y en el atentado en Italia que dejó
lesiones irrecuperables al dirigente democristiano Bernardo Leighton.
En este último país contaron con la pérfida colaboración de
organizaciones ultraderechistas como Ordine Nuovo.
Se conocen los detalles de
la cumbre de Santo Domingo en el verano de 1976, que reunió a gente
de la CIA, la DISIP y la DINA. Un documento desclasificado de la CIA
refleja el cinismo de las palabras de Orlando Bosch dichas allí sobre
la "buena imagen" que su grupo tenía después de participar en el
asesinato de Letelier y la iniciativa de aprovechar ese mérito
criminal en la preparación de nuevas acciones terroristas. Poco
después el avión de Cubana estallaría en pleno vuelo frente a las
costas de Barbados. Bosch y Carriles, mano a mano en la barbarie
fraguada bajo la sombrilla de la CIA.
Una década después, el
Cóndor voló a Centroamérica. En la base salvadoreña de Ilopango
aparecieron Félix Rodríguez, el hombre de la CIA en el asesinato del
Che; Luis Posada Carriles, evadido de la cárcel venezolana y Otto
Reich, el futuro siervo de la mafia en el equipo del actual mandatario
norteamericano; el argentino Batallón 601, especializado en
operaciones especiales (muertes y desapariciones) fue ubicado en la
región; y John Negroponte, hoy capo de la Seguridad Interna de W.
Bush, entonces embajador en Honduras dedicado a los asuntos de la
guerra sucia contra Nicaragua.
Es la misma pandilla, la
de Chile, la de Argentina, la de la mafia, la que se reúne allí,
puntualizó Fidel, los mismos jefes, los mismos asesinos. Estamos
sentando las bases de una investigación que, aseguró, revelará
nuevos detalles. Y aseveró que habrá otros encuentros para que la
verdadera historia de tantas tropelías salga a la luz.
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