27
de mayo de 2005
Pasajes del Crimen de Barbados
Padrino de ratas
NICANOR LEÓN COTAYO
La historia del bárbaro
sabotaje a un avión civil cubano en 1976 ha sido acompañada, desde
su inicio, por inequívocas señales respecto a las implicaciones de
Washington como el responsable mayor de ese hecho.
Diversas fuentes mezclaron
a la CIA y sus hombres con la matanza, y le sumaron el asesinato en
Washington del ex canciller chileno Orlando Letelier y otra cadena de
sucesos terroristas acaecidos en la región.
El 15 de octubre de 1976,
durante un conocido discurso que pronunció en La Habana, el
presidente Fidel Castro afirmó que "La CIA tuvo una participación
directa en la destrucción del avión de Cubana en Barbados".
Sin embargo, el entonces
secretario norteamericano de Estado, Henry Kissinger, expresó que su
Gobierno "no tiene absolutamente nada que ver" con la destrucción por
medio de explosivos de esa aeronave.
Al comentarlo, el
periódico El Sol de México dijo que Kissinger "no respondió ni
media palabra acerca de las acusaciones presentadas por Fidel Castro,
por lo que es difícil de calificar la actitud que adopta el principal
responsable de las actividades de la CIA en el exterior..."
El rotativo mencionó,
además, la violencia de la CIA en México, como lo demostraba —dijo—
recordar que "aquí también ha habido bombazos terroristas de
contrarrevolucionarios cubanos, y que no hace mucho fue asesinado en
nuestro suelo un diplomático de la hermana nación del Caribe".
A diez días de los
sucesos del 6 de octubre, el diario canadiense Le Devoir apuntó que
ese atentado "fue apenas comentado por la prensa norteamericana, que
en otros casos dedica grandes espacios a esas informaciones".
Por aquel entonces, el
periódico francés Le Monde recordó que cuatro meses antes de los
hechos de Barbados estalló una bomba en las oficinas de la
delegación cubana en la ONU y, tres días más tarde, otra en una
maleta que debía viajar a bordo de un avión de esa misma
nacionalidad que hizo escala en Jamaica.
Le Monde comentó al
respecto: "Es cierto que los servicios secretos norteamericanos
utilizaron anticastristas para algunas operaciones, como lo revelaron
las recientes investigaciones del Senado de Estados Unidos".
También en octubre de
aquel año un cable de UPI fechado en Caracas dio a conocer que el
embajador de Estados Unidos en Venezuela, Viron Vaky, le solicitó al
canciller Escovar Salom la devolución del terrorista Orlando Bosch
Ávila a la jurisdicción de su país.
Según la misma agencia,
en 1974 Bosch fue arrestado en esa capital sudamericana porque llegó
ilegalmente, pero en esa oportunidad Washington no pidió su
extradición, aun cuando era un prófugo de la justicia norteamericana
que en 1968 atacó con bazuka un barco polaco en el puerto de Miami.
El 17 de octubre de 1976,
durante un acto público, el primer ministro de Guyana, Forbes
Burnham, reveló que en una agenda de Freddy Lugo, detenido en
Trinidad y Tobago por el crimen de Barbados, había una referencia a
un oficial del FBI, Joe Leo, enmascarado bajo un cargo de la Embajada
estadounidense en Caracas.
Cuarenta y ocho horas más
tarde el Gobierno estadounidense "llamó a consultas" a su encargado
de negocios en Guyana, John Blacker, como respuesta a las acusaciones
de Burnham respecto a vínculos de la Casa Blanca con el sabotaje del
avión cubano.
Un comunicado distribuido
en Washington por el Departamento de Estado informó también que
Blacker compareció ante las autoridades de Georgetown para aclarar
que las instituciones oficiales de su país no tenían complicidad con
los hechos de Barbados.
Pero al mismo tiempo en
Caracas un funcionario de la Embajada norteamericana hizo una
declaración que echó por tierra ese argumento.
Se trató de Yale Newman,
quien reconoció que desde hacía "dos o tres años" existían
contactos entre el agregado legal de esa entidad diplomática, Joe
Leo, y Hernán Ricardo Losano, conocido subordinado a Luis Posada
Carriles, confeso agente de la CIA y uno de los hombres que colocaron
los explosivos en el aparato de Cubana.
Al tratar de justificar
esas relaciones, Newman dijo entonces que obedecían al interés de
Ricardo Losano por acelerar los trámites que le facilitaran viajar a
Estados Unidos. Leo fue la persona cuyo nombre, según el premier
guyanés Forbes Burnham, aparecía consignado en una libreta de otro
implicado en Barbados, Freddy Lugo.
La última reunión del
referido agregado legal norteamericano y el mencionado terrorista
venezolano —según Newman— tuvo lugar algunas semanas antes del
sabotaje, en septiembre de 1976, cuando el segundo se interesó de
nuevo por obtener una visa.
Al respecto aseguró que
en esa ocasión la conversación entre ambos hombres giró
exclusivamente en torno a una misión fotográfica que debía cumplir
Ricardo Losano en Puerto Rico, por encargo de la revista de
circulación latinoamericana Visión.
Pero aquellas
explicaciones de Yale Newman fueron rápidamente desmentidas por el
director de Visión, Julio G. Smith, quien desde Ciudad de México
negó "categóricamente" cualquier relación de Ricardo con esa
revista, así como la supuesta solicitud de una misión en Puerto
Rico.
Acto seguido el periódico
The Washington Post desplegó un titular que decía: "INDIVIDUO
DETENIDO EN CONEXIÓN CON EL AVIÓN DE CUBANA QUE SE ESTRELLÓ TENÍA
CONTACTOS CON AGENTE DEL FBI".
El Post estimó que esos
reconocidos contactos hacían dudar de la declaración formulada el 15
de octubre de 1976 por el secretario de Estado, Henry Kissinger,
cuando afirmó que "nadie relacionado con el Gobierno norteamericano
había tenido que ver con el sabotaje del avión".
Primero hicieron dudar,
pero después una avalancha de pruebas demoledoras llevaron a la
profunda convicción de que resultaba exactamente a la inversa de lo
proclamado entonces por Kissinger.
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