16 de agosto de 2006 Momentos
Una muestra fotográfica con imágenes
del Comandante en Jefe quedó inaugurada en la Fototeca de Cuba
MIGUEL BARNET
"Es cierto que los poetas /
atrapan instantes de la vida y los fijan en la historia. /
Generalmente el pasado / vago y nostálgico / o el presente inmediato
/ con sus fuegos sutiles / y sus reverberaciones. / Pero qué difícil
atrapar el futuro / y colocarlo para siempre / en la vida de todos
los poetas, / de todos los hombres."
Foto
de Liborio Noval (1960).
Me pregunto, nos preguntamos,
¿Cómo captar la imagen total de un hombre tan real y a la vez tan
inapresable? Un hombre que ha marcado el siglo veinte con una
presencia imborrable y única y que va en camino de trazar la brecha
por donde vamos a andar el veintiuno. Un cubano tan universal que ya
va viviendo a galope su leyenda. Para algunos un monstruo sagrado de
la política internacional. Para nosotros sencillamente FIDEL, esa
conciencia que nos acompaña, que nos ha enseñado a actuar, que le
otorgó dignidad definitiva a la Patria, que rediseñó la nación
cubana con vocación de universalidad a partir de los postulados
martianos de que PATRIA es humanidad. Que ha hecho que nuestro país
de pie ante sí mismo y ante el mundo sienta el orgullo sencillo de
SER después de más de cien años de humillaciones, de colonialismo e
injerencia extranjera. Fidel nos ha dado una Patria que tantas veces
estuvo en peligro de convertirse en protectorado norteamericano. Nos
ha puesto de frente al espejo donde por vez primera nos reconocemos
en todos nuestros atributos.
Su imagen es una e indivisible,
múltiple y diversa a la vez. Y ante ese espejo cóncavo su propia
figura es un juego de contrastes que evocan la luz interior, es la
de un ser iluminado hasta en sus más secretas galerías.
Me pregunto, nos preguntamos,
ajenos a toda consideración política, ¿Cómo estar sin Fidel? Por la
gracia de dios o quién sabe si por la de los orichas estamos con él
y él estará con nosotros por mucho tiempo como cifra cotidiana en
nuestra vida. Si como dicen los griegos la imagen es la Persona y se
recrea en su ser más recóndito e insondable, en estas imágenes está
el hombre pluridimensional en su más acabada hechura. Un Fidel
Castro visto por lentes disímiles, a caballo entre la épica y la
lírica, un Fidel en diversos planos, en acciones variadas, en
momentos de intimidad y sosiego, de clamor y de lucha. Todos ellos
adheridos como una sustancia viscosa e indeleble a la historia, y no
digo solo a la nuestra sino a la de nuestra época. Un aliento
rescatado mágicamente por el lente de nuestros más creativos
artistas de la fotografía, los que lograron en el instante cuasi
inasible un gesto, una mirada, un brío interno irrepetible, todo
ello sin perder la inocencia creadora, la que revela como nada el
mundo convulso y comprometido del modelo. Inocencia que se torna
cómplice de los avatares del tiempo, y que se sumerge en él.
Foto
de Alberto Korda (1961).
La fotografía es un arte transido
de dualidades, puede testimoniar en un registro fiel toda la verdad
de un hecho o mentir impunemente. Pero como quiera refleja los
valores de un acontecimiento y los fija en la memoria. Sin la
fotografía, sin el documental, tendríamos una imagen parcial y
fantasiosa de la realidad de nuestro pasado, una sola cara de la
luna para mejor decir. Pero gracias a ella poseemos lo visible y lo
invisible, gracias a ella existimos como el propio Fidel dijo en una
ocasión con nuestras más legítimas vestiduras. La fotografía ha
abierto al mundo una nueva vía para la interpretación de la
realidad. Es el mundo visto por un lente que capta, repito, lo real
y lo irreal mucho mejor que cualquier otro arte.
Quizás sea Fidel, no lo sé con
seguridad, el hombre más fotografiado del siglo XX, por lo menos lo
es de Cuba. Se imaginan ustedes si tuviéramos solo una décima parte
de las fotografías que poseemos de Fidel de nuestro José Martí.
¡Cuántas facetas de Martí no tendríamos hoy! Pero Fidel nació en el
siglo del cine y de los avances tecnológicos para suerte de todos
nosotros y del mundo. Quiero recordar aquella fotografía que le
tomaron el primero de agosto de 1953 en el vivac de Santiago y que
conocimos años después. Al observar su imagen viva y hierática, con
la de nuestro Apóstol a sus espaldas en un recinto policíaco de
genízaros, se nos hizo obvio que nada podía destruirlo. Su rostro
poderoso, su propia imagen en el papel impreso, como un conjuro de
fuerzas divinas. Y es que esa irradiación de su persona vencía
cualquier oscuro designio.
Los artistas de la épica, como
son llamados estos fotógrafos que han acompañado a Fidel en las
aventuras más increíbles, han logrado apresar lo inapresable con
plena maestría, han convertido lo cotidiano en universal, lo
ordinario en extraordinario, han seguido a Fidel a todo riesgo en
todo tipo de acciones, han ido fijando conceptos que contribuyen a
articular una vida cuajada de ideas, cavilaciones, batallas
ciclópeas, y un destino que ya nos había trazado José Martí en su
última carta dirigida a Manuel Mercado en mayo de 1895 en plena
manigua mambisa, cuya réplica histórica la protagonizó Fidel en su
nota a Celia luego del bombardeo de la aviación de la dictadura a la
humilde casa de un campesino de la Sierra Maestra.
José Agraz, Luis Pierce, Raúl
Corrales, Osvaldo y Roberto Salas, Ernesto Fernández, Liborio, Korda,
Collado, gracias por perpetuar en estas cien muestras la imagen
entrañable de Fidel para la Historia. Y la nueva hornada de artistas
de la fotografía tenga preparado el lente que todavía quedan muchas
imágenes que tomar de nuestro Comandante en Jefe. |