Para quienes hemos conocido a Fidel Castro (y
lo queremos y admiramos) es difícil hacer una breve semblanza de él.
Porque contrario a lo que pueden pensar los que solo lo conocen por
los periódicos (muchas veces hostiles a él) no es un personaje
simple de definir, sino sumamente complejo.
Ante todo hay que decir que es una
personalidad genial. Pero no es solamente un genio, sino muchos
genios.
Se le conoció primero como un genio
guerrillero. Después se ha revelado ser también un genio como
estadista: uno de los más grandes estadistas de su tiempo,
destacándose sobre todos ellos por haber gobernado tantos años con
gran habilidad, o si se quiere con mucho éxito, enfrentándose al
poder más grande del mundo en condiciones tan desiguales.
Hay que agregar además que es un gran genio de
la oratoria, yo diría que no solo es de los más grandes oradores de
su tiempo, sino de toda la historia. Es asombroso ver cómo cautiva
al auditorio, en Cuba y en cualquier otro país, hablando horas y
horas, sin tener los discursos escritos como lo hacía Demóstenes, y
a veces sin haberlos preparado siquiera, completamente improvisados.
A diferencia de sus rivales los presidentes de Estados Unidos, que
al decir de Gore Vidal no pueden escribir sus propios discursos si
no tienen a alguien que se los escriba, y a veces ni siquiera los
pueden leer.
Es un genio también en una gran cantidad de
conocimientos. Es profundo en temas de agricultura, en temas de
medicina, en economía (tal vez el más grande experto mundial en
cuanto a la deuda externa), en electrónica, recursos energéticos, y
muchas cosas más.
Gabriel García Márquez me ha contado del
acierto y profundidad con que ha analizado por la mañana una novela
suya que acababa de leer la noche antes.
Hace unos pocos años decidió estudiar la
Teología de la Liberación, de la que no sabía nada, y algunos
teólogos de esta Teología me han contado cómo había llegado a ser un
experto en ella.
Podría agregar también que es genial en cuanto
a la memoria: yo mismo soy testigo de cómo un tema inconcluso del
que había conversado conmigo hacía diez años lo retomó cuando me
volvió a ver diez años después (siendo tantas las personas que él
ve).
También es famosa su facilidad para retener
los números y para hacer operaciones matemáticas instantáneas.
Como alguien que lo ha tratado personalmente
algunas veces, puedo atestiguar que es una personalidad fascinante:
afectuoso, de voz muy suave, cortés, y aun tierno. Familiariza con
cualquiera desde el primer momento. Es ingenioso, ocurrente, y
siempre hace reír...
Todo esto explica que para el pueblo de Cuba
haya sido un personaje indispensable, que haya gobernado por tanto
tiempo (no por las armas, pues no gobierna por las armas) y que
tenga tan inmensa popularidad. Y también que tenga los enemigos que
tiene.