Nuestras elecciones son la antítesis de las que tienen lugar en
Estados Unidos, no un domingo, sino el primer martes de noviembre.
Allí lo primero es ser muy rico, o contar con el apoyo de mucho
dinero. Después, invertir sumas enormes en publicidad, que es
experta en lavado de cerebros y reflejos condicionados. Aunque hay
honrosas excepciones, nadie puede aspirar a ningún cargo importante
si no dispone de millones de dólares.
Para ser electo Presidente, se necesitan cientos de millones, que
salen de las arcas de los grandes monopolios. Puede triunfar el
candidato con una minoría de los votos nacionales.
A las urnas acuden cada vez menos ciudadanos, ya que muchos
prefieren laborar o dedicar el tiempo a otra cosa. Hay fraudes,
trucos, discriminación étnica y hasta violencia.
El hecho de que vote más del 90% de los ciudadanos y los
escolares custodien las urnas es algo inusitado, no puede ser creído
si se trata de un "oscuro rincón del mundo", agredido y bloqueado,
que se llama Cuba. Así ejercitamos los músculos vigorosos de nuestra
conciencia.