Corría el año 2006. Yo estaba en realidad muy grave
pero a la vez muy consciente de lo que ocurría. La XIV Cumbre del
MNOAL, donde se eligió a Cuba como Presidente, finalizaba por esos
días a mediados de septiembre. A duras penas podía incorporarme y
sentarme en torno a una mesa. Recibí así a importantes Jefes de
Estado o de Gobierno. El Primer Ministro de la India estaba entre
ellos. El visitante de más jerarquía que recibí en aquella
habitación de emergencia del Palacio Presidencial fue el ghanés Kofi
Annan, Secretario General de Naciones Unidas que pocas semanas
después finalizaría su mandato.
Abdelaziz Bouteflika, Presidente de Argelia, una de
las personalidades con las que me reuní, mirándome fijamente a los
ojos me dijo: "Fidel si necesitas mi sangre, la tendrás" .
Yo lo apreciaba mucho. Fue Ministro de Relaciones
Exteriores del Gobierno de nuestro amigo Houari Boumediene.
Por su parte Bouteflika acababa de pasar por una
crisis de salud que lo puso al borde de la muerte. Puede afirmarse
que su recuperación fue asombrosa.
Sus palabras constituyeron un noble y desinteresado
apoyo a nuestra causa, que no se esperaba, por nuestro espíritu
internacionalista que nunca se ejerció a cambio de algo.
Su noble gesto tuvo lugar años después de que en la
ciudad de Monterrey, Méjico, un vil traidor a la historia de su
abnegado y combativo pueblo, coincidió con la exigencia del Jefe del
imperio de que se me expulsara de una Cumbre que tenía lugar allí,
después que hablara a los convocados, con excepción de Bush, que no
tocaría suelo mejicano, mientras yo pisara la misma tierra.
Antes del minuto en que partí, Hugo Chávez me visitó
con urgencia, e indignado con tan alevosa conducta del Jefe de
Estado del país anfitrión, exclamó: "Fidel, dime cuánto petróleo
necesita Cuba para vencer el bloqueo yanqui" .
El diálogo parecía irreal. No es fácil de recordar a
través de la bruma de la emoción cuáles fueron mis palabras exactas
de respuesta. Sin duda que las de negarme a la aceptación.
Fuera como fuese, el destino de Cuba siguió su
curso. La suerte de nuestro pueblo estaba atada al legendario
recuerdo del Che y el pensamiento de Martí y Bolívar.
Nuestro futuro es inseparable de lo que ocurra el
próximo domingo cuando se inicie el día de la aprobación de la
Enmienda Constitucional. No existe otra alternativa que la victoria.
El destino de los pueblos de "Nuestra América"
dependerá mucho de esa victoria y será un hecho que influirá en el
resto del planeta.
Faltaría sin embargo un reconocimiento a Hugo
Chávez, por su aporte a la literatura española. Su último artículo
publicado ayer 12 de febrero bajo el título "Las líneas de Chávez" ,
es un inspirado documento de excepcional calidad, que solo los
grandes escritores pueden elaborar. Es Chávez en cuerpo y alma
reflejado en letras de molde, como muy pocos pueden lograrlo.
La multitudinaria y entusiasta concentración de
ayer, es un espectáculo que solo la televisión hace posible acceder,
a un número incalculable de personas en el mundo.
El desenmascaramiento de la autoprovocación
escenificada en la sinagoga judía, es la antítesis de aquellas
conmovedoras imágenes que en 1945 tropas soviéticas, que tomaron por
asalto el campo de concentración de Auschwitz, mostraban al mundo de
lo que había quedado de millones de hebreos y de otros países
ocupados, incluidos niños, ancianos y mujeres, llevados al
cautiverio por los nazis. No fueron los soldados de Eisenhower
quienes se esforzaron y derramaron su sangre por liberarlos.
El monstruoso mundo de las injusticias que el
imperialismo ha impuesto al planeta, marca el final inexorable de un
sistema y de una era a la que no puede quedar mucho tiempo. Éste
también se agota. Agradezcamos al compatriota venezolano su
clarinada.