Observé cuidadosamente las reacciones mediáticas de
Occidente a mi reflexión del domingo sobre los Juegos Olímpicos en
China. Hechos sensibles incluidos en ella fueron totalmente
ignorados; otros aspectos eran exaltados ad líbitum por los
defensores de la explotación y el saqueo del mundo.
Veamos:
"Fidel Castro culpó hoy a los jueces y a la mafia
del pobre papel de la delegación cubana en los Juegos Olímpicos.
También justifica al taekwondoca cubano Ángel Valodia Matos,
suspendido de por vida por darle una patada en la cabeza al árbitro,
y le manifiesta su total solidaridad."
"El ex presidente cubano llamó el lunes a realizar
una profunda revisión del deporte en Cuba. También expresó su
solidaridad con un atleta suspendido de por vida junto a su
entrenador, por agredir a un juez."
"Castro manifestó total solidaridad con el
taekwondoca inhabilitado de por vida por agredir a un árbitro y un
juez."
"Castro, solidario con el taekwondoca cubano
inhabilitado por agresión."
Es larga la lista de párrafos similares. Fue el
patrón de información que divulgaron. No esperaba otra cosa. Estaba
condenado, como los boxeadores cubanos, ante árbitros y jueces
sobornados, y sabía bien lo que publicarían.
Del hambre, la subalimentación, la carencia de
medicinas, instalaciones y equipos deportivos que padece el 80 por
ciento de los países que allí compitieron, no se menciona una
palabra, como era de esperar.
Aplaudí el mérito del país que organizó los últimos
Juegos Olímpicos. No vacilé en reconocer las extraordinarias
cualidades de los atletas que alcanzaron éxitos. Aprecié las
alegrías, emociones y aspectos humanos que transmitieron a miles de
millones de personas los galardonados. De modo especial valoré el
mensaje de paz que entraña una Olimpiada, frente al incesante
espectáculo de matanza, destrucción, genocidio y peligro real de
exterminio que la especie humana soporta cada día.
Lo que no se dijo de Cuba:
1.Es el único país donde no existe el deporte
profesional.
2.Es el único país que hace años creó una gran
Escuela Internacional de Educación Física y Deporte de nivel
superior, donde se han graduado muchos jóvenes del Tercer Mundo y
donde estudian en la actualidad alrededor de 1 500 alumnos sin pagar
un solo centavo.
3.Es el único país en el que sus atletas de alto
rendimiento estudian gratuitamente como profesores de Educación
Física y Deporte y ha graduado en centros superiores de enseñanza a
decenas de miles de ciudadanos en esa especialidad, quienes prestan
sus servicios a niños, adolescentes, jóvenes y personas de todas las
edades. Trabajan además muchos de ellos como cooperantes en el
Tercer Mundo, con un costo mínimo, o gratuitamente en determinados
casos. Así han contribuido al desarrollo internacional del deporte.
4.Es el único país, entre los que participaron en
las Olimpiadas de Beijing, económicamente bloqueado por el imperio
más poderoso y rico que existió jamás.
5.Es el único país, entre esos mismos participantes,
al que se aplica una Ley de Ajuste, que además de los frutos
sangrientos, viabiliza y estimula el robo de atletas cubanos.
6.Nuestro país ha destinado un hospital
especializado para atender la salud de los atletas de alto
rendimiento.
Las verdades no pueden ocultarse bajo la anestesia y
los fuegos artificiales de los Juegos Olímpicos.
Cuba ocupó el quinto lugar por medallas de oro en
Barcelona en el año 1992, cuando estábamos ya en pleno período
especial.
En los últimos Juegos obtuvimos todavía 24 medallas
entre oro, plata y bronce, una cifra mayor que cualquier otro país
de América Latina y el Caribe.
No vacilemos en analizar objetivamente nuestra
actividad deportiva y en prepararnos para futuras batallas, sin
olvidar, reitero, que "en Londres habrá chovinismo europeo,
corrupción arbitral, compra de músculos y cerebros, costo impagable,
y una fuerte dosis de racismo".
Cuando escribo estas líneas recuerdo que un ciclón,
Fay, nos visitó en medio de las Olimpiadas. A la misma hora en que
arribaba ayer el grueso de nuestra delegación, apareció la noticia
de que otra perturbación ciclónica apuntaba directamente a las
provincias orientales. Hoy su fuerza es mayor y se ubica en una
trayectoria más peligrosa. Hay que fortalecer no sólo los músculos
del cuerpo, sino también los del espíritu.
¡Suerte que tenemos una Revolución! Está garantizado
que nadie permanecerá en el olvido. Si se pierden vidas, no serán
cientos o miles, por un ras de mar, como en Santa Cruz del Sur el 9
de noviembre de 1932, o un Flora el 3 de octubre de 1963, que inundó
el corazón de las provincias del Este de Cuba, sin una sola presa
reguladora como las de hoy, que son además fuentes de regadío y agua
corriente. Una fuerte, enérgica y previsora Defensa Civil protege a
nuestra población y le ofrece más seguridad frente a catástrofes que
en los Estados Unidos. Ningún peligro debe ser, sin embargo,
descartado.
No hay que dormirse tampoco sobre los laureles. La
frecuencia e intensidad crecientes de estos fenómenos naturales
demuestra que el clima cambia por culpa del hombre. Los tiempos
exigen cada vez más consagración, más firmeza y más conciencia. No
importa que los oportunistas y vendepatrias también se beneficien
sin aportar nada a la seguridad y el bienestar de nuestro pueblo.
