Hace 72 horas, el domingo 6 de noviembre hubo una
elección general, en la que Daniel Ortega y el FSLN de Nicaragua
obtuvieron una aplastante victoria.
Quiso el azar, que al otro día se cumpliera el 94
aniversario de la gloriosa Revolución Socialista Soviética. Páginas
imborrables de la historia fueron escritas por obreros, campesinos y
soldados rusos, y el nombre de Lenin brillará siempre entre los
hombres y mujeres que sueñan con un destino justo para la humanidad.
Estos temas que son cada vez más complejos, y nunca
serán suficientes los esfuerzos que se inviertan para educar a las
nuevas generaciones. Dedico hoy por ello, un espacio para comentar
este hecho, en medio de tantos que ocurren diariamente en el planeta
y de los que llegan noticias por un número creciente de vías apenas
imaginadas hace unas décadas.
Debo decir que las elecciones en Nicaragua fueron al
estilo tradicional y burgués, que nada tiene de justo o equitativo,
ya que los sectores oligárquicos, de carácter antinacional y
proimperialistas disponen como norma del monopolio de los recursos
económicos y publicitarios, que en general, y de modo especial en
nuestro hemisferio, están al servicio de los intereses políticos y
militares del imperio, lo cual resalta la magnitud de la victoria
sandinista.
Es una verdad que se conoce bien en nuestra Patria
desde que Martí cayó en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, para
"impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por
las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre
nuestras tierras de América". No nos cansaremos nunca de repetirlo,
especialmente después que nuestro pueblo ha sido capaz de soportar
duramente medio siglo de bloqueo económico sostenido y las más
brutales agresiones de ese imperio.
No es sin embargo el odio lo que mueve a nuestro
pueblo, son las ideas. De ellas nació nuestra solidaridad con el
pueblo de Sandino, el General de hombres libres, cuyos hechos
leíamos con admiración, cuando hace ya más de 60 años éramos
estudiantes universitarios y sin las maravillosas perspectivas
culturales de los que dentro de pocos días, junto a los de la
enseñanza media, participarán en lo que ya es hermosa tradición: el
Festival Universitario del Libro y la Lectura.
La muerte heroica del héroe nicaragüense, que luchó
contra los ocupantes yankis de su territorio, fue siempre una fuente
de inspiración para los revolucionarios cubanos. Nada tiene de
extraño, nuestra solidaridad con el pueblo nicaragüense, expresada
desde los primeros días del triunfo revolucionario en Cuba, el 1º de
Enero de 1959.
El diario Granma nos recordaba ayer día 8 la
caída heroica en noviembre de 1976, apenas dos años y medio antes
del triunfo, del fundador del FSLN Carlos Fonseca Amador, "tayacán
vencedor de la muerte", como dice una bella canción escrita en su
memoria "novio de la Patria Rojinegra, Nicaragua entera te grita
presente".
A Daniel lo conozco bien; nunca adoptó posiciones
extremistas y fue siempre invariablemente fiel a principios básicos.
Responsabilizado con la Presidencia a partir de una dirección
política colegiada, se caracterizó por su conducta respetuosa ante
los puntos de vista de los compañeros de tendencias surgidas dentro
del Sandinismo en determinada etapa de la lucha antes del triunfo.
Se convirtió así en un factor de unidad entre los revolucionarios y
sostuvo constantes contactos con el pueblo. A eso se debió la gran
ascendencia que adquirió entre los sectores más humildes de
Nicaragua.
La profundidad de la Revolución Sandinista le ganó
el odio de la oligarquía nicaragüense y el imperialismo yanki.
Los crímenes más atroces se llevaron a cabo contra
su país y su pueblo, en la guerra sucia que Reagan y Bush
promovieron desde la presidencia y la Agencia Central de
Inteligencia.
Numerosas bandas contrarrevolucionarias fueron
organizadas, entrenadas y suministradas por ellos; el tráfico de
drogas se convirtió en instrumento de financiación de la
contrarrevolución y decenas de miles de armas introducidas en el
país ocasionaron la muerte o la mutilación de miles de
nicaragüenses.
Los sandinistas mantuvieron las elecciones en medio
de aquella desigual e injusta batalla.
A esta situación se añadió el derrumbe del campo
socialista, la inminente desintegración de la URSS y el inicio del
Periodo Especial en nuestra Patria. En tan difíciles circunstancias
y a pesar del apoyo mayoritario del pueblo nicaragüense, expresado
en todos los sondeos de opinión, se hizo imposible una elección
victoriosa.
El pueblo nicaragüense se vio obligado a soportar
nuevamente casi 17 años de gobiernos corrompidos y proimperialistas.
Los índices de salud, alfabetización y justicia social instaurados
en Nicaragua, comenzaron a descender dolorosamente. No obstante, los
revolucionarios sandinistas bajo la dirección de Daniel continuaron
su lucha a lo largo de aquellos amargos años, y de nuevo el pueblo
recuperó el gobierno, aunque en condiciones sumamente difíciles que
exigían el máximo de experiencia y sabiduría política.
Cuba continuaba bajo el brutal bloqueo yanki,
sufriendo además las duras consecuencias del Periodo Especial y la
hostilidad de uno de los peores asesinos que ha gobernado a Estados
Unidos, George W. Bush, el hijo del padre que había promovido la
guerra sucia en Nicaragua, la libertad del terrorista Posada
Carriles para distribuir armas entre los contrarrevolucionarios de
Nicaragua e indultó a Orlando Bosch, el otro autor del Crimen de
Barbados.
Una nueva etapa se iniciaba sin embargo en nuestra
América con la Revolución Bolivariana en Venezuela y el ascenso al
poder en Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, de
gobiernos comprometidos con la independencia y la integración de los
pueblos latinoamericanos.
Con satisfacción puedo afirmar además, que la
solidaridad de Cuba con la patria de Sandino jamás cesó en el campo
de la solidaridad política y social. Debo señalar con toda justicia
que Nicaragua fue de los países que mejor utilizó la colaboración de
Cuba en la salud y la educación.
Los miles de médicos que han prestado sus servicios
en ese heroico país hermano, se sienten realmente estimulados por el
excelente uso y el empleo que los sandinistas han dado a sus
esfuerzos. Lo mismo puede afirmarse con relación a los miles de
maestros que un día en la primera fase del proceso mandaron a las
más apartadas montañas para enseñar a leer y escribir a los
campesinos. Hoy las experiencias educativas en general, y de modo
especial las prácticas de la enseñanza médica derivadas de la
Escuela Latinoamericana de Medicina, donde se forman miles de
excelentes médicos, han sido trasladadas a Nicaragua. Tales
realidades constituyen un excelente estímulo para nuestro pueblo.
Estos detalles que menciono no constituyen más que
un ejemplo del fecundo esfuerzo de los revolucionarios sandinistas
en pro del desarrollo de su Patria.
Lo fundamental del papel de Daniel y la razón a mi
juicio de su aplastante victoria, es que nunca se apartó de los
contactos con el pueblo y la incesante lucha por su bienestar.
Es hoy un líder verdaderamente experimentado que fue
capaz de manejar situaciones complejas y difíciles a partir de los
años en que su país estuvo de nuevo bajo la égida del capitalismo
rapaz. Sabe manejar problemas complicados de forma inteligente, lo
que puede o no puede, lo que debe o no debe hacer para garantizar la
paz y el avance sostenido del desarrollo económico y social del
país. Conoce muy bien que a su pueblo heroico y valiente debe la
arrolladora victoria, por su amplia participación y casi dos tercios
de los votos a su favor. Fue capaz de vincularse estrechamente con
los obreros, los campesinos, los estudiantes, los jóvenes, las
mujeres, los técnicos, los profesionales, los artistas y todos los
sectores y fuerzas progresistas que sostienen y hacen avanzar al
país. Es a mi criterio muy correcto el llamamiento a todas las
fuerzas políticas democráticas dispuestas a trabajar por la
independencia y el desarrollo económico y social del país.
En el mundo actual los problemas son sumamente
complejos y difíciles. Pero mientras el mundo exista los países
pequeños podemos y debemos ejercer nuestros derechos a la
independencia, la cooperación, el desarrollo y la paz.