Ayer dije lo que
haría si yo fuera venezolano, expliqué que los pobres eran los que
más sufrían con las catástrofes naturales y razoné por qué. Más
adelante añadí: "…donde el imperialismo domina y la oligarquía
oportunista recibe una parte jugosa de los bienes y servicios
nacionales, las masas no tienen nada que ganar o perder y, al
imperio, no le preocupa un bledo las elecciones" y que "En Estados
Unidos, ni siquiera las elecciones presidenciales movilizan más del
50% de los que tienen derecho a votar."
Hoy añadiría que, aún cuando en las mismas se elige la totalidad
de la Cámara de Representantes, una parte del Senado y otros
importantes cargos, no logran superar esa proporción.
Preguntaba por qué, en cambio, emplean sus enormes recursos
mediáticos para tratar de hundir al Gobierno Revolucionario
Bolivariano en un mar de mentiras y calumnias. Lo que los yankis
quieren es el petróleo de Venezuela.
Todos hemos visto en estos días electorales a un grupo de
bastardos personajes que, en compañía de mercenarios de la prensa
local escrita, radial y televisiva, llegan a negar incluso la
libertad de prensa en Venezuela.
El enemigo logró una parte de sus propósitos: impedir que el
Gobierno Bolivariano contara con el apoyo de las dos terceras partes
del Parlamento.
El imperio tal vez crea que obtuvo una gran victoria.
Pienso exactamente lo contrario: los resultados del 26 de
septiembre constituyen una victoria de la Revolución Bolivariana y
su líder Hugo Chávez Frías.
En estas elecciones parlamentarias la participación de los
electores se elevó al record de 66,45 por ciento. El imperio con sus
inmensos recursos no pudo impedir que el P.S.U.V., faltando 6 por
adjudicar, obtuviera 95 de los 165 miembros del Parlamento. Lo más
importante es el ingreso en esa institución de un elevado número de
jóvenes, mujeres y otros militantes combativos y probados.
La Revolución Bolivariana tiene hoy el Poder Ejecutivo, amplia
mayoría en el Parlamento y un partido capaz de movilizar a millones
de luchadores por el socialismo.
Estados Unidos no cuenta en Venezuela más que con fragmentos de
Partidos, hilvanados por el miedo a la Revolución, y groseras
apetencias materiales.
No podrán acudir al golpe de Estado en Venezuela como hicieron
con Allende en Chile y otros países de Nuestra América.
Las Fuerzas Armadas de ese hermano país, educadas en el espíritu
y el ejemplo del Libertador, que en su seno incubó los jefes que
iniciaron el proceso, son promotoras y parte de la Revolución.
Tal conjunto de fuerzas es invencible. No lo vería con tanta
claridad sin la experiencia vivida durante más de medio siglo.
