Más de veinte mil armas nucleares están en manos de ocho países:
Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China, Israel, India y
Pakistán; varios de ellos con profundas diferencias económicas,
políticas y religiosas.
El nuevo tratado START, suscrito en Praga en el mes de abril
entre las mayores potencias nucleares, no implica más que ilusiones,
con relación al problema que amenaza a la humanidad.
La teoría del "invierno nuclear", desarrollada y llevada al nivel
actual por el eminente investigador y profesor de la Universidad de
Rutgers, New Jersey, Dr. Alan Robock —científico modesto que gusta
de reconocer los méritos de sus compañeros más que los suyos
propios—, ha demostrado su veracidad.
Para ellos la única forma de evitar el uso de las armas nucleares
es eliminándolas. El pueblo norteamericano, ubicado en lugar
privilegiado del planeta, que le permite disfrutar los más altos
niveles de vida y riquezas en el mundo a pesar de los increíbles
derroches de recursos no renovables, debiera ser el más interesado
en la información que le ofrecen los científicos. ¿Cuánto espacio
dedican a esa tarea los medios masivos de comunicación?
La teoría del "invierno nuclear" nos ha enseñado —expresa Robock—
que: "Si tales armas no existieran, no podrían ser utilizadas. Y en
estos momentos no existe un argumento racional para usarlas en lo
absoluto. Si no pueden usarse, es necesario destruirlas y así nos
protegeríamos de los accidentes, los errores de cálculo o cualquier
actitud demencial".
"... las computadoras que funcionaban con modelos ultramodernos
se convirtieron en el único laboratorio de elección, y los
acontecimientos históricos —incluidas las ciudades arrasadas por el
fuego después de los terremotos y los bombardeos en tiempos de
guerra, las columnas de humo de los incendios forestales y las nubes
creadas por las erupciones volcánicas— se convirtieron en las
piedras de toque de las evaluaciones científicas."
La proliferación de las armas nucleares —en la que Israel, India
y Pakistán se han integrado al club nuclear, y otros países, al
parecer, aspiran a ser miembros del mismo—, obligó a Robock y sus
compañeros a revisar las primeras investigaciones. Los resultados de
estos estudios modernos, como ha sido detallado en una serie de
artículos publicados recientemente, fueron sorprendentes.
Respecto a los Estados Unidos y Rusia, si bien cada uno se
comprometió, en el mes de abril de 2010 en Praga, a reducir su
arsenal nuclear operativo hasta aproximadamente 2000 armas, la única
forma real de evitar una catástrofe climática global sería eliminar
las armas nucleares.
"... cualquier país que en estos momentos esté considerando la
vía nuclear necesita reconocer que estaría poniendo en peligro no
sólo a sus propias poblaciones sino también al resto del mundo al
adoptar esta vía. Es hora ya de que el mundo piense una vez más en
los peligros de las armas nucleares, y que esta vez adopte el camino
hacia la paz y elimine la posibilidad de una catástrofe climática
global inducida por la energía nuclear, por primera vez desde
mediados del pasado siglo."
"... el uso de las armas nucleares en caso de un ataque total
contra un enemigo sería una acción suicida debido al frío y la
oscuridad anómalos provocados por el humo proveniente de los fuegos
generados por la bomba. De hecho, se ha evidenciado que mientras más
armas nucleares posea un país, menos seguro será."
Albert Einstein dijo: "El poder desencadenado del átomo lo ha
cambiado todo excepto nuestras formas de pensar, y es por ello que
avanzamos sin rumbo hacia una catástrofe sin precedentes". Carl
Sagan había dicho que nuestra política de armas nucleares era "un
camino donde ningún hombre pensaba".
Al final de la conferencia magistral le pregunté al profesor Alan
Robock: "¿Cuántas personas en el mundo conocen esos datos?" Me
respondió que "muy pocas". Le añadí: "¿En su país, cuántas?" "Igual
—me respondió— no se conocen."
No dudaba que esa era la triste realidad y le añadí: "No hacemos
nada con conocerlo nosotros, lo que hace falta es que lo conozca el
mundo. Tal vez haya que buscar a los psicólogos para que expliquen
por qué las masas no entienden".
"Yo tengo una respuesta —exclamó el científico—: esto se llama
negación. Es algo tan horrible que las personas no quieran pensar en
eso. Es más fácil simular que esto no existe."
Sus palabras —durante casi una hora que empleó en la conferencia,
auxiliado por gráficos, datos y fotos proyectados en una pantalla—,
fueron claras, precisas y elocuentes. Por ello expresé: "¿Qué es
hacer conciencia, de la cual hablamos tanto? ¿Qué es crear cultura?
¿Y cuánto los desalienta a ustedes, a los científicos, que la gente
ni se entere de lo que están haciendo, cuántas horas invierten?"
Le expresé que cuando no existían la radio, la televisión ni
Internet, era imposible difundir una conferencia como esa en Cuba o
en el mundo. Menos aún cuando muchas personas no sabían leer ni
escribir.
Le prometimos al profesor divulgar la información que nos brindó
sobre la teoría del "invierno nuclear", con un lenguaje que hasta
los niños cubanos de 8 años pueden comprender, de la cual sólo
conocíamos un poco, a partir de nuestra preocupación con relación al
estallido de una guerra global nuclear, lo que originó nuestro deber
de escuchar su conferencia.
Ninguna otra época de la historia humana guarda parecido con
ésta. Con seguridad, si tales riesgos no se comprenden por los que
toman decisiones desde las alturas del inmenso poder que la ciencia
y la tecnología han puesto en sus manos, la próxima contienda
mundial será la última, y transcurrirían, tal vez, decenas de
millones de años antes de que nuevos seres inteligentes intenten
escribir su historia.
Quiso el azar que, ayer lunes 20, recibiera la noticia de que con
retraso de varias horas, por causa de los ciclones, al amanecer del
día 21 arribaría al Puerto de La Habana, procedente de Islas
Canarias, el crucero de "Peace Boat", la Organización No
Gubernamental Internacional con Estatus Consultivo Especial ante la
ONU que desde 1983 organiza viajes globales para la promoción de la
paz, los derechos humanos, el desarrollo justo y sostenido y el
respeto por el medio ambiente; la Organización, en 2009, fue
nominada al Premio Nobel de la Paz por su campaña global para
prevenir la guerra.
En carta que me dirigió el fundador y director del "Peace Boat",
Yoshioka Tatsuya, a través del jefe del colectivo de visitantes Nao
Inoue, expresa: "Nuestra organización ha venido trabajando por años,
recientemente en colaboración con países del ALBA. [...] que
expresan claramente el compromiso con la abolición nuclear, la
prohibición de bases militares extranjeras y la resolución pacífica
de controversias internacionales [¼ ] Japón, como es de su
conocimiento, único país que ha sufrido un bombardeo atómico,
mantiene aún hoy una Constitución pacifista que, a través de su
artículo 9, renuncia formalmente a la guerra y prohíbe el uso de la
fuerza en las disputas internacionales.
"... tema de especial interés en nuestro activismo es la remoción
de bases militares extranjeras, una situación presente en Japón y
diversas partes del mundo, considerando que bases extranjeras como
las existentes en Guantánamo y Okinawa causan daños ambientales
irreversibles y fomentan la guerra en lugar de la paz mundial."
"Peace Boat" ha organizado, incluyendo este, 70 viajes alrededor
del mundo desde 1983, con la participación de no menos de 40 mil
personas que han visitado más de 100 países. Su lema es "Aprende de
las Guerras Pasadas para Construir un Futuro de Paz".
En 20 años, su barco ha visitado 14 veces nuestro país, venciendo
obstáculos y escollos impuestos por Estados Unidos, promueve
campañas de significativos donativos para los sectores de educación
y salud fundamentalmente.
Están presentes en los numerosos foros internacionales y
encuentros de solidaridad con Cuba. Son amigos verdaderamente
probados de nuestra Patria. En mayo de 2009, la Organización fue
condecorada con la Orden de La Solidaridad que otorga el Consejo de
Estado de la República de Cuba, a propuesta del ICAP.
Fue para mí un gran honor recibir la invitación de reunirme con
una representación de los visitantes, y les propuse hacerlo, con el
máximo posible, en el Palacio de las Convenciones. Hicieron uso de
la palabra el Sr. Nao Inoue, y la sobreviviente, Sra. Junko Watanabe,
que tenía sólo dos años de edad cuando la primera bomba atómica fue
lanzada sobre la ciudad de Hiroshima. La niña se encontraba con un
pequeño hermano en el patio de una casa a 18 kilómetros del punto
donde fue lanzada la bomba, que hizo desaparecer la mayor parte de
la ciudad, mató instantáneamente más de 100 mil personas y ocasionó
graves daños al resto de los habitantes.
Ella narró sus dramáticos recuerdos cuando años más tarde fue
conociendo las imágenes y los detalles de aquel hecho, que tantos
sufrimientos ocasionó a tantas personas inocentes que nada tenían
que ver con aquel brutal ataque. Fue un acto deliberado para
aterrorizar al mundo con el uso innecesario de un arma de exterminio
masivo, cuando el imperio japonés estaba ya derrotado. Se lanzó, no
sobre una instalación militar, sino sobre un objetivo civil
indefenso. Las imágenes divulgadas sobre aquel horripilante crimen
no expresan lo que la voz de Junko Watanabe nos contó sobre los
hechos. La ocasión fue propicia para exponer nuestros puntos de
vista, y contarles a nuestros amistosos visitantes japoneses,
luchadores por la abolición de las armas nucleares, las bases
militares y la guerra, el esfuerzo que nuestra Patria lleva a cabo
para evitar un conflicto nuclear que puede poner fin a la existencia
de nuestra especie.