Los días transcurren. Unos tras otros corren veloces. Algunos se
inquietan. Yo, en cambio, estoy tranquilo.
Comparto con nuestros trabajadores los resultados que van
obteniendo en sus labores, en medio del bloqueo y otras necesidades
acumuladas.
Nuestro país es uno de los que más preparado está para enfrentar
obstáculos, y no sólo ha dado pruebas de gran abnegación sino
también de solidaridad con otros pueblos, como los esfuerzos que
realizó en Haití antes del terremoto, y mucho mayores después. Hace
unos días tuve el honor de recibir a los integrantes de la heroica
Misión Solidaria Moto Méndez, que complementó el trabajo de la
Brigada Médica Cubana en Bolivia, que ha ofrecido más de 40 millones
de consultas y ha operado de la vista, hasta ayer, 543 mil 629
pacientes. Ellos superan los golpes del cambio climático, donde se
alternan los mayores calores y los fríos más intensos.
Sabemos bien lo que está sufriendo Rusia con el calor y los
cientos de incendios en los bosques y en la turba, la humareda
asfixiante, las lluvias tardías y, para colmo, nieve en verano.
Vimos las imágenes de los ríos desbordados en Pakistán, y el
gigantesco témpano desprendido de Groenlandia. Todo es consecuencia
de la alteración de las condiciones naturales, provocada por los
propios seres humanos.
Pero soy optimista sobre bases racionales y sólidas. Me inquieta
el futuro, pero también creo cada vez más que la solución está al
alcance de nuestras manos, si logramos hacer llegar la verdad a un
número suficiente de personas entre los miles de millones que
pueblan el planeta.