En los actos festivos de la Séptima Reunión Cumbre
del ALBA, que tuvo lugar en la histórica región boliviana de
Cochabamba, se pudo observar cuán rica es la cultura de los pueblos
latinoamericanos y cuántas simpatías despiertan en los niños,
jóvenes y adultos de todas las edades los cantos, bailes, trajes y
rostros expresivos de los seres humanos de todas las etnias, colores
y matices: indígenas, negros, blancos y mestizos. Allí se expresaban
milenios de historia humana y la rica cultura, que explican la
decisión con que los líderes de varios pueblos del Caribe, Centro y
Suramérica convocaron esa Cumbre.
La reunión constituyó un gran éxito. Su sede fue
Bolivia. En días recientes escribí sobre las excelentes perspectivas
de ese país, heredero de la cultura aymara-quechua. Un pequeño grupo
de pueblos del área están empeñados en demostrar que un mundo mejor
es posible. El ALBA —creada por la República Bolivariana de
Venezuela y Cuba, inspiradas en las ideas de Bolívar y Martí, como
un ejemplo sin precedentes de solidaridad revolucionaria— ha
demostrado cuánto puede hacerse en apenas cinco años de cooperación
pacífica. Esta comenzó poco después del triunfo político y
democrático de Hugo Chávez. El imperialismo lo subestimó; de forma
burda intentó derrocarlo y eliminarlo. Por haber sido Venezuela el
mayor productor petrolero del mundo durante largo trecho en el siglo
XX y una propiedad virtual de las multinacionales yankis, el camino
emprendido era particularmente difícil.
El poderoso adversario contaba con el neoliberalismo
y el ALCA, dos instrumentos de dominación con los cuales aplastó
siempre toda resistencia en el hemisferio después de la Revolución
en Cuba.
Indigna pensar la forma burda y despectiva con que
el gobierno de Estados Unidos impuso el gobierno del millonario
Pedro Carmona e intentó eliminar al presidente electo Hugo Chávez
cuando la URSS había desaparecido y la República Popular China
estaba a pocos años de constituir la potencia económica y comercial
que es hoy, gracias al crecimiento de más del 10% durante dos
décadas. El pueblo de Venezuela, como el de Cuba, resistió la brutal
embestida. Los sandinistas se recuperaron, y la lucha por la
soberanía, la independencia y el socialismo cobró fuerzas en Bolivia
y Ecuador. Honduras, que se había incorporado al ALBA, fue víctima
de un brutal golpe de Estado, inspirado por el embajador yanki e
impulsado desde la base militar de Estados Unidos en Palmerola.
Hoy somos cuatro los países latinoamericanos que
hemos eliminado radicalmente el analfabetismo: Cuba, Venezuela,
Bolivia y Nicaragua; el quinto, Ecuador, avanza aceleradamente hacia
ese objetivo. Los planes de salud integral marchan en los cinco
países a un ritmo como nunca tuvo lugar en pueblos del Tercer Mundo.
Los programas de desarrollo económico con justicia social se han
convertido en proyectos de los cinco Estados, que cuentan ya con
reconocido prestigio en el mundo por su valiente posición frente al
poder económico, militar y mediático del imperio. Al ALBA se suman
tres países caribeños de origen negro y habla inglesa, que luchan
decididamente por su desarrollo.
De por sí, esto constituye un gran mérito político,
si en el mundo de hoy tal hecho fuese el único gran problema de la
historia del hombre.
El sistema económico y político que en una breve
etapa histórica ha conducido a la existencia de más de mil millones
de hambrientos, y de otros muchos cientos de millones cuyas vidas
apenas rebasan la mitad del promedio del que disfrutan los de los
países privilegiados y ricos, era hasta este momento el principal
problema de la humanidad.
En la Cumbre del ALBA se planteó con gran fuerza un
nuevo problema de extrema gravedad: el cambio climático. En ningún
otro momento de la historia humana se presentó un peligro de tal
magnitud.
Mientras Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega se
despedían de la población en las calles de Cochabamba ayer domingo,
ese día, de acuerdo con informaciones divulgadas por BBC Mundo,
Gordon Brown presidía en Londres una reunión del Foro de las Grandes
Economías del mundo, integrado en su mayoría por los países
capitalistas de mayor desarrollo, máximos responsables de las
emisiones de dióxido de carbono, gas que origina el efecto
invernadero.
La importancia de las palabras de Brown es que no
las pronuncia un representante del ALBA o uno de los 150 países
emergentes o subdesarrollados del planeta, sino de Gran Bretaña,
donde se inició el desarrollo industrial y uno de los que más
dióxido de carbono ha inyectado a la atmósfera. El Primer Ministro
británico advirtió que si no se alcanza en la Cumbre de Naciones
Unidas en Copenhague un acuerdo, las consecuencias serán
"desastrosas".
Inundaciones, sequías y olas de calor letales son
algunas de las consecuencias "catastróficas", afirmó por su parte el
grupo ecológico Fondo Mundial para la Naturaleza, refiriéndose a lo
señalado por Brown. "El cambio climático quedará fuera de control en
los próximos 5 a 10 años si no se recortan drásticamente las
emisiones de CO2. No habrá un plan B si fracasa
Copenhague."
La misma fuente noticiosa afirma que: "El
especialista de la BBC, James Landale, explicó que no todo está
saliendo como se esperaba."
Newsweek publicó que: "Parece cada día más
improbable que los Estados se comprometan a algo en Copenhague."
El presidente de la reunión, Gordon Brown, declaró
—según informó el importante órgano norteamericano de prensa— que
"si no se alcanza un acuerdo, sin dudas el daño de las emisiones
descontroladas no podrá ser reparado con un acuerdo futuro". A
continuación enumeró conflictos como "emigración descontrolada y 1
800 millones de personas con escasez de agua".
En realidad, como informó la delegación cubana en
Bangkok, Estados Unidos estaba al frente de los países
industrializados que más se opusieron a la reducción necesaria de
las emisiones.
Una nueva Cumbre del ALBA ha sido convocada en la
reunión de Cochabamba. De ese modo, el cronograma será: 6 de
diciembre, elecciones en Bolivia; 13 de diciembre, reunión del ALBA
en La Habana; 16 de diciembre, participación en la Cumbre de
Naciones Unidas en Copenhague. Allí estará el pequeño grupo de
países del ALBA. Ya no es cuestión de "Patria o Muerte"; realmente y
sin exageración, es una cuestión de "Vida o Muerte" para la especie
humana.
El sistema capitalista no solo nos oprime y saquea.
Los países industrializados más ricos desean imponer al resto del
mundo el peso principal de la lucha contra el cambio climático. ¿A
quién van a engañar con eso? En Copenhague, el ALBA y los países del
Tercer Mundo estarán luchando por la supervivencia de la especie.