El imperio dominó al mundo más por la economía y la mentira que
por la fuerza. Había obtenido el privilegio de imprimir las divisas
convertibles al finalizar la Segunda Guerra Mundial, monopolizaba el
arma nuclear, disponía de casi todo el oro del mundo y era el único
productor en gran escala de equipos productivos, bienes de consumo,
alimentos y servicios a nivel mundial. Tenía, sin embargo, un límite
a la impresión de papel moneda: el respaldo en oro, al precio
constante de 35 dólares la onza troy. Así ocurrió durante más de 25
años, hasta que el 15 de agosto de 1971 mediante una orden
presidencial de Richard Nixon, Estados Unidos rompió unilateralmente
ese compromiso internacional estafando al mundo. No me cansaré de
repetirlo. De esa forma lanzó sobre la economía mundial sus gastos
del rearme y aventuras bélicas, en especial la guerra de Viet Nam
que, según cálculos conservadores, costó no menos de 200 mil
millones de dólares y la vida de más de 45 mil jóvenes
norteamericanos.
Sobre ese pequeño país del Tercer Mundo fueron lanzadas más
bombas que las utilizadas en la última guerra mundial. Millones de
personas murieron o fueron mutiladas. Al suspender la conversión, el
dólar pasó a ser una divisa que podía imprimirse a voluntad del
Gobierno norteamericano sin el respaldo de un valor constante.
Los bonos y billetes de la Tesorería continuaron circulando como
divisas convertibles; las reservas de los Estados continuaron
nutriéndose de esos billetes que, por un lado, servían para adquirir
materias primas, propiedades, bienes y servicios de cualquier parte
del mundo y, por otro, privilegiaban las exportaciones de Estados
Unidos frente a las demás economías del planeta. Los políticos y
académicos mencionan una y otra vez el costo real de aquella guerra
genocida, admirablemente descrita en la película de Oliver Stone.
Las personas tienden a realizar cálculos como si los millones fuesen
iguales. No suelen percatarse de que los millones de dólares de 1971
no son iguales a los millones del 2009.
Un millón de dólares hoy, cuando el oro —un metal cuyo valor ha
sido el más estable a lo largo de siglos— tiene un precio que
sobrepasa los mil dólares la onza troy, vale alrededor de 30 veces
lo que valía cuando Nixon suspendió la conversión. Doscientos mil
millones en 1971, equivalen a 6 millones de millones de dólares en
el 2009. Si no se tiene en cuenta esto, las nuevas generaciones no
tendrán una idea de la barbarie imperialista.
De igual modo, cuando se habla de los 20 mil millones invertidos
en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial —en virtud del Plan
Marshall para reconstruir y controlar la economía de las principales
potencias europeas, que poseían la fuerza de trabajo y la cultura
técnica necesaria para el rápido desarrollo de la producción y los
servicios— las personas suelen ignorar que el valor real de lo
invertido entonces por el imperio equivale al valor internacional
actual de 600 mil millones de dólares. No advierten que 20 mil
millones apenas alcanzarían hoy para construir tres grandes
refinerías de petróleo, capaces de suministrar 800 mil barriles
diarios de gasolina, además de otros derivados del petróleo.
Las sociedades de consumo, el despilfarro absurdo y caprichoso de
energía y de recursos naturales que hoy amenazan la supervivencia de
la especie, no serían explicables en tan breve período histórico si
no se conoce la forma irresponsable en que el capitalismo
desarrollado, en su fase superior, ha regido los destinos del mundo.
Tan asombroso despilfarro explica por qué los dos países más
industrializados del mundo, Estados Unidos y Japón, están endeudados
en aproximadamente 20 millones de millones de dólares.
Desde luego que la economía de Estados Unidos se aproxima a un
Producto Interno Bruto anual de 15 millones de millones de dólares.
Las crisis del capitalismo son cíclicas, como lo demuestra
irrebatiblemente la historia del sistema, pero esta vez se trata de
algo más: una crisis estructural, como explicaba el Ministro de
Planificación y Desarrollo de Venezuela, el profesor Jorge Giordani
a Walter Martínez en su programa por Telesur en la noche de ayer.
Los despachos cablegráficos divulgados hoy, viernes 9 de octubre,
añaden datos que son irrebatibles. Un despacho de AFP procedente de
Washington precisa que el déficit presupuestal de Estados Unidos, en
el año fiscal 2009, se eleva a 1,4 millones de millones de dólares,
el 9,9% del PIB, "algo nunca visto desde 1945, al finalizar la
Guerra Mundial", añade.
El déficit en el año 2007 había sido ya un tercio de esa cifra.
Se esperan elevadas sumas de carácter deficitario los años 2010,
2011 y 2012. Ese enorme déficit está dictado, fundamentalmente, por
el Congreso y el Gobierno de Estados Unidos para salvar los grandes
bancos de ese país, impedir que el desempleo se eleve por encima del
10% y sacar a Estados Unidos de la recesión. Es lógico que si
inundan la nación de dólares, las grandes cadenas comerciales
venderán más mercancías, las industrias incrementarán la producción,
menos ciudadanos perderán sus viviendas, la marea del desempleo
dejará de crecer, y las acciones de Wall Street elevarán su valor.
Fue la forma clásica de resolver la crisis. Sin embargo, el mundo no
volverá ya a ser el mismo. Paul Krugman, prestigioso Premio Nobel de
Economía, acaba de afirmar que el comercio internacional ha sufrido
su mayor caída, peor todavía que la de la Gran Depresión y expresó
dudas sobre la pronta recuperación.
No se puede inundar también el mundo de dólares y pensar que esos
papeles sin respaldo en oro mantendrán su valor. Otras economías,
hoy más sólidas, han surgido. El dólar dejó de ser ya la reserva en
divisas de todos los Estados, más bien sus poseedores desean
apartarse de él, aunque evitando en lo posible que se devalúe antes
de que puedan desprenderse de ellos.
El euro de la Unión Europea, el yuan chino, el franco suizo, el
yen japonés —a pesar de las deudas de ese país—, hasta la libra
esterlina, junto a otras divisas, pasaron a ocupar el lugar del
dólar en el comercio internacional. El oro metálico vuelve a
convertirse en importante moneda de reserva internacional.
No se trata de una opinión personal caprichosa, ni deseo
calumniar esa moneda.
Otro Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, expresó, según
despacho cablegráfico: "‘lo más probable es que el billete verde
siga de capa caída. Los políticos no deciden los tipos de cambio y
los discursos tampoco lo hacen’. Esto lo declaró el 6 de octubre en
la Asamblea Anual Conjunta del FMI y el Banco Mundial que se celebró
en Estambul". En esa ciudad se pudo apreciar una violenta represión.
El evento fue saludado con vidrieras comerciales rotas e incendios
producidos por cocteles molotov.
Otras noticias hablaban de que los países europeos temían el
efecto negativo de la debilidad del dólar frente al euro y sus
consecuencias sobre las exportaciones europeas. El Secretario del
Tesoro de Estados Unidos declaró que a su país "le interesaba un
dólar fuerte". Stiglitz se burló de la declaración oficial y expresó
según EFE, que "en el caso de Estados Unidos el dinero se ha
derrochado y la causa ha sido el rescate multimillonario de los
bancos y sufragar guerras como Afganistán". Según la agencia, el
Premio Nobel "insistió en que en vez de invertir 700 mil millones en
ayuda a los banqueros, EE.UU. pudo haber destinado parte de ese
dinero a ayudar a los países en desarrollo, lo que a su vez habría
estimulado la demanda global".
Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, dio la voz de
alarma días antes, y advirtió que el dólar no podía mantener
indefinidamente su status como divisa de reserva.
Un eminente profesor de Economía de la Universidad de Harvard,
Kenneth Rogoff, afirmó que la próxima gran crisis financiera será la
de "los déficit públicos".
El Banco Mundial declaró que "el Fondo Monetario Internacional
(FMI) mostró que los bancos centrales del mundo acumularon menos
dólares durante el segundo semestre del 2009 que en ningún otro
momento durante los últimos 10 años e incrementaron su tenencia de
euros".
El propio 6 de octubre, la AFP publicó que el oro alcanzó la
cifra récord de 1 045 dólares la onza, impulsado por el
debilitamiento del dólar y el temor a la inflación.
El diario Independent, de Londres, publicó que un grupo de países
petroleros estudiaban reemplazar el dólar en las transacciones
comerciales por una cesta de divisas que incluirán el yen, el yuan,
el euro, el oro y una futura moneda común.
La noticia filtrada o deducida con impresionante lógica fue
desmentida por algunos de los países presuntamente interesados en
esa medida de protección. No desean que colapse, pero tampoco seguir
acumulando una moneda que ha perdido 30 veces su valor en menos de
tres décadas.
No puedo dejar de consignar un despacho de la agencia EFE, la
cual no puede ser acusada de antiimperialista y que en las actuales
circunstancias transmite opiniones de especial interés:
"Expertos de economía y finanzas coincidieron hoy en Nueva York
en afirmar que la peor crisis desde la Gran Depresión ha llevado a
ese país a jugar un papel menos significativo en la economía
mundial".
"‘La recesión ha hecho que el mundo haya cambiado la forma en que
se mira a EE.UU. Ahora nuestro país es menos significativo que antes
y eso es algo que debemos reconocer’, afirmó David Rubenstein,
presidente y fundador de Carlyle Group, la mayor firma de capital de
riesgo del mundo, en su intervención en el World Business Forum".
"‘El mundo financiero va a estar menos centrado en EE.UU. (¼
) Nueva York no va a ser nunca más la capital financiera mundial y
ese papel se repartirá con Londres, Shanghai, Dubai, Sao Paulo y
otras ciudades’, aseveró".
"¼ desgranó los problemas a los que se
enfrentará EE.UU. cuando salga de ‘una gran recesión’ de la que aún
quedan ‘un par de meses por delante’".
"¼ ‘el enorme endeudamiento’ público,
la inflación, el desempleo, la pérdida de valor del dólar como
divisa de reserva, los precios de la energía¼
".
"El Gobierno debe disminuir el gasto público para enfrentar el
problema de la deuda y hacer algo que gusta poco: subir los
impuestos".
"El economista de la Universidad de Columbia y asesor especial de
la ONU, Jeffrey Sachs, coincidió con Rubenstein en que el predominio
económico y financiero de EE.UU. ‘se está apagando’."
"Hemos dejado un sistema centrado en EE.UU. por uno
‘multilateral’¼ ".
"¼ ‘veinte años de irresponsabilidad
por parte primero de la administración de Bill Clinton y luego de la
de George W. Bush’, cedieron a las presiones de Wall Street¼
".
"¼ los bancos negociaban con 'activos
tóxicos' para conseguir dinero fácil, explicó Sachs".
"‘Lo importante ahora es reconocer el desafío sin precedentes que
supone lograr un desarrollo económico sostenible y consecuente con
las reglas básicas físicas y biológicas de este planeta’¼
".
Por otro lado, las noticias que llegaban directamente de nuestra
delegación en Bangkok, capital de Tailandia, no eran en absoluto
alentadoras:
"Lo esencial que se discute —informó textualmente nuestro
Ministerio de Relaciones Exteriores— es la ratificación o no del
concepto responsabilidades comunes pero diferenciadas entre los
países industrializados y las llamadas economías emergentes,
básicamente China, Brasil, India y Sudáfrica, y los países
subdesarrollados.
"China, Brasil, India, Sudáfrica, Egipto, Bangladesh, Pakistán y
el ALBA son los más activos. En general el Grupo de los 77, en su
mayoría, se mantiene en posiciones firmes y correctas.
"Las cifras de reducción de emisiones de carbono que se están
negociando no se corresponden con las que se calculan por los
científicos para mantener el aumento de la temperatura a un nivel
inferior a 2 grados Celsius, 25-40%. En este momento, la negociación
se mueve en torno a una reducción del 11-18%.
"Estados Unidos no está haciendo ningún esfuerzo real. Sólo están
aceptando un 4% de reducción con respecto al año 1990".
En horas de la mañana de hoy viernes 9, el mundo se despertó con
la noticia de que "el Obama bueno" del enigma, explicado por el
Presidente Bolivariano Hugo Chávez en las Naciones Unidas, recibió
el Premio Nobel de la Paz. No siempre comparto las posiciones de esa
institución, pero me veo obligado a reconocer que en estos instantes
fue, a mi juicio, una medida positiva. Compensa el revés que sufrió
Obama en Copenhague al ser designada Río de Janeiro y no Chicago
como la sede de las Olimpiadas del 2016, lo cual provocó airados
ataques de sus adversarios de extrema derecha.
Muchos opinarán que no se ha ganado todavía el derecho a recibir
tal distinción. Deseamos ver en la decisión, más que un premio al
Presidente de Estados Unidos, una crítica a la política genocida que
han seguido no pocos presidentes de ese país, los cuales condujeron
el mundo a la encrucijada donde hoy se encuentra; una exhortación a
la paz y la búsqueda de soluciones que conduzcan a la supervivencia
de la especie.