La reunión de Costa Rica no conducía ni podía
conducir a la paz. El pueblo de Honduras no está en guerra, solo los
golpistas usan las armas contra él. A ellos habría que demandarles
el cese de su guerra contra el pueblo. Tal reunión entre Zelaya y
los golpistas solo serviría para desmoralizar al Presidente
Constitucional y desgastar las energías del pueblo hondureño.
La opinión pública mundial conoce lo ocurrido en ese
país a través de las imágenes difundidas por la televisión
internacional, fundamentalmente Telesur, que sin perder un segundo
transmitió fielmente cada uno de los hechos ocurridos en Honduras,
los discursos pronunciados y los acuerdos unánimes de los organismos
internacionales contra el golpe.
El mundo pudo apreciar los golpes que se descargaban
sobre hombres y mujeres, los miles de gases lacrimógenos lanzados
contra la multitud, los groseros gestos con armas de guerra y
disparos para intimidar, herir o asesinar a ciudadanos.
Es absolutamente falsa la idea de que el embajador
de Estados Unidos en Tegucigalpa, Hugo Llorens, ignorara o
desalentara el golpe. Lo conocía, al igual que los asesores
militares norteamericanos, que no cesaron un minuto de entrenar a
las tropas hondureñas.
Hoy se conoce que la idea de promover una gestión de
paz a partir de Costa Rica surgió en las oficinas del Departamento
de Estado, para contribuir a la consolidación del golpe militar.
El golpe fue concebido y organizado por personajes
inescrupulosos de la extrema derecha, que eran funcionarios de
confianza de George W. Bush y habían sido promovidos por él.
Todos, sin excepción, tienen un grueso expediente de
actividades contra Cuba. Hugo Llorens, embajador en Honduras desde
mediados del 2008, es cubano americano. Forma parte del grupo de
agresivos embajadores de Estados Unidos en Centroamérica,
constituido por Robert Blau, embajador en El Salvador; Stephen
McFarland, en Guatemala, y Robert Callahan, en Nicaragua, nombrados
todos por Bush en los meses de julio y agosto del 2008.
Los cuatro siguen la línea de Otto Reich y John
Negroponte, que junto a Oliver North fueron responsables de la
guerra sucia contra Nicaragua y de los escuadrones de la muerte en
Centroamérica, que costaron a los pueblos de la región decenas de
miles de vidas.
Negroponte fue representante de Bush en las Naciones
Unidas, Zar de la inteligencia norteamericana, y finalmente
subsecretario de Estado. Tanto él como Otto Reich, por diversas
vías, estuvieron detrás del golpe de Honduras.
La base de Soto Cano en ese país, sede de la "Fuerza
de Tarea Conjunta Bravo" perteneciente a las Fuerzas Armadas de
Estados Unidos, es el punto de apoyo principal del golpe de Estado
en Honduras.
Estados Unidos tiene el tenebroso plan de crear
cinco bases militares más alrededor de Venezuela, con el pretexto de
sustituir la de Manta en Ecuador.
La disparatada aventura del golpe de Estado en
Honduras ha creado una situación realmente complicada en
Centroamérica que no se resuelve con trampas, engaños y mentiras.
Cada día se conocen nuevos detalles de la
implicación de Estados Unidos en esa acción, que tendrá también
seria repercusión en toda América Latina.
La idea de una iniciativa de paz a partir de Costa
Rica fue transmitida al Presidente de ese país desde el Departamento
de Estado cuando Obama estaba en Moscú y declaraba, en una
universidad rusa, que el único Presidente de Honduras era Manuel
Zelaya.
Los golpistas estaban en apuros. La iniciativa
transmitida a Costa Rica buscaba el objetivo de salvarlos. Es obvio
que cada día de retraso tiene un costo para el Presidente
Constitucional y tiende a diluir el extraordinario apoyo
internacional que ha recibido. La maniobra yanki no incrementa las
posibilidades de paz, sino todo lo contrario, las disminuye, y el
peligro de violencia crece, ya que los pueblos de nuestra América no
se resignarán jamás al destino que les tienen programado.
Con la reunión de Costa Rica se cuestiona la
autoridad de la ONU, la OEA y demás instituciones que comprometieron
su apoyo al pueblo de Honduras.
Cuando Micheletti, Presidente de facto, proclamó
ayer que está dispuesto a renunciar a su cargo si Zelaya renunciaba,
sabía ya que el Departamento de Estado y los militares golpistas
habían acordado sustituirlo y enviarlo de nuevo al Congreso como
parte de la maniobra.
Lo único correcto en este momento es demandar del
gobierno de Estados Unidos que cese su intervención, deje de prestar
apoyo militar a los golpistas y retire de Honduras su Fuerza de
Tarea.
Lo que se pretende exigir al pueblo de Honduras en
nombre de la paz, es la negación de todos los principios por los
cuales lucharon todas las naciones de este hemisferio.
"El respeto al derecho ajeno es la paz", dijo
Juárez.
