Los gobiernos pueden cambiar, pero los instrumentos
con que nos convirtieron en colonia siguen siendo iguales.
Por un Presidente con sentido ético en Estados
Unidos, tuvimos durante los 28 años siguientes, tres que cometieron
genocidios, y un cuarto que internacionalizó el bloqueo.
La OEA fue instrumento de esos crímenes. Únicamente
su costoso aparato burocrático toma en serio los acuerdos de su CIDH.
Nuestra nación fue la última de las colonias españolas después de
cuatro siglos de ocupación y la primera en liberarse del dominio de
Estados Unidos después de más de seis décadas.
"La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o
resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio",
nos enseñó el Apóstol de Nuestra Independencia.
Cuba respeta los criterios de los gobiernos de los
hermanos países de América Latina y el Caribe que piensen de otra
forma, pero no desea formar parte de esa institución.
Daniel Ortega, que pronunció un valiente e histórico
discurso en Puerto España, explicó al pueblo de Cuba que los países
independientes de África no invitaron a las antiguas potencias
coloniales de Europa a formar parte de la Unidad Africana. Es una
posición digna de ser tomada en cuenta.
La OEA no pudo impedir que Reagan desatara la guerra
sucia contra su pueblo, minara sus puertos, acudiera al tráfico de
drogas para adquirir armas de guerra, con las que financió la
muerte, la invalidez, o lesiones graves a decenas de miles de
jóvenes en un país tan pequeño como Nicaragua.
¿Qué hizo la OEA para protegerlo? ¿Qué hizo para
impedir la invasión en Santo Domingo, los cientos de miles de
personas asesinadas o desaparecidas en Guatemala, los ataques de la
aviación, los asesinatos de prominentes figuras eclesiásticas, las
represiones masivas contra el pueblo, las invasiones de Granada y
Panamá, el golpe de Estado en Chile, los torturados y desa-parecidos
allí, en Argentina, Uruguay, Paraguay y otros sitios? ¿Acusó alguna
vez a Estados Unidos? ¿Cuál es su valoración histórica de estos
hechos?
Ayer sábado, Granma publicó lo que escribí
sobre el acuerdo contra Cuba de la CIDH. Sentí después curiosidad
por conocer el que adoptó contra Venezuela. Era más o menos la misma
basura.
El acceso al poder de la Revolución Bolivariana fue
diferente al de Cuba. En nuestro país el proceso político había sido
abruptamente interrumpido por un artero golpe militar que promovió
el gobierno de Estados Unidos el 10 de marzo de 1952, a pocas
semanas de las elecciones generales que debían celebrarse el 1ro. de
junio de ese año. En Cuba, una vez más, al pueblo no le quedaría
otra alternativa que resignarse. De nuevo lucharon los cubanos, en
esta ocasión el desenlace fue muy diferente. Casi siete años más
tarde la Revolución emergió victoriosa por primera vez en la
historia.
Los combatientes revolucionarios con un mínimo de
recursos bélicos, más del 90% de los cuales fueron arrebatados al
enemigo tras 25 meses de guerra apoyados por el pueblo, y en la
ofensiva final una huelga general revolucionaria, barrieron la
tiranía y controlaron todas sus armas y centros de poder. La
Revolución victoriosa se convirtió en fuente de derecho como en
cualquier otra época de la historia.
No fue igual en Venezuela. Chávez, un militar
revolucionario como lo fueron otros en nuestro hemisferio, llegó a
la Presidencia a través de las normas de la Constitución burguesa
establecida, como líder del Movimiento V República, aliado a otras
fuerzas de izquierda. La Revolución y sus instrumentos estaban por
crear. De haber triunfado el levantamiento militar dirigido por él,
la Revolución en Venezuela posiblemente habría seguido otro curso.
Fue fiel, sin embargo, a las normas legales establecidas, que
estaban ya a su alcance como vía principal de lucha. Desarrolló el
hábito de la consulta popular cuantas veces fuera necesario.
Llevó a plebiscito popular la nueva Constitución. No
tardó en conocer los métodos del imperialismo y sus aliados de la
oligarquía para recuperar y conservar el poder.
El golpe de Estado del 11 de abril de 2002 fue la
respuesta contrarrevolucionaria.
El pueblo reacciona y lo lleva de nuevo al poder
cuando, aislado e incomunicado, estaba a punto de ser eliminado por
la derecha, que lo compulsaba para que firmara su renuncia.
No se plegó, resistió hasta que los propios marinos
venezolanos lo liberaron y helicópteros de la Fuerza Aérea lo
llevaron de nuevo al Palacio de Miraflores, que ya había sido
ocupado por el pueblo y los soldados del ejército en Fuerte Tiuna,
que se sublevaron contra los altos oficiales golpistas.
Pensé por aquellos días que su política se
radicalizaría; sin embargo, preocupado por la unidad y la paz, en el
momento de mayor fuerza y apoyo fue generoso y conversó con sus
adversarios buscando la cooperación.
La réplica del imperialismo y sus cómplices a esa
actitud fue el golpe petrolero. Tal vez una de las más brillantes
batallas que libró en ese período fue la que llevó a cabo para
suministrar combustible al pueblo de Venezuela.
Habíamos conversado muchas veces desde que visitó
Cuba en 1994 y habló en la Universidad de La Habana.
Era un hombre verdaderamente revolucionario, pero a
medida que tomaba conciencia de la injusticia que reinaba en la
sociedad venezolana se fue profundizando su pensamiento, hasta
llegar a la convicción de que para Venezuela no había otra
alternativa que un cambio radical y total.
Conoce hasta en sus más mínimos detalles las ideas
del Libertador, a quien admira profundamente.
Sus adversarios comprenden que no es fácil vencer
frente a la tenacidad de un luchador que no descansa un minuto.
Pueden optar por privarlo de la vida física, pero los enemigos
internos y externos saben lo que eso significaría para sus
intereses. Pueden existir locos y fanáticos irracionales, pero de
tales peligros no están exentos los líderes, los pueblos, ni la
propia humanidad.
Pensándolo fríamente, Chávez es hoy un adversario
formidable del sistema capitalista de producción y del imperialismo.
Se ha convertido en un verdadero experto sobre muchos problemas
fundamentales de la sociedad humana. Le he visto en estos días,
mientras inauguraba decenas de servicios de salud. Es impresionante.
Critica con fuerza lo que ocurría con servicios vitales como los de
hemodiálisis que estaban en manos de centros privados y eran pagados
por el Estado. Los pobres estaban condenados a la muerte si no
disponían de dinero. Así ocurría con otros muchos servicios con los
que hoy las nuevas instalaciones cuentan en centros
intrahospitalarios, apoyados por los equipos más modernos.
Maneja con maestría hasta los detalles más mínimos
de la producción nacional y los servicios sociales. Domina la teoría
y la práctica del socialismo que su país requiere, y se esfuerza por
sus más profundas convicciones. Define al capitalismo tal como es;
no pinta caricaturas, muestra radiografías e imágenes del sistema.
Se trata de un peculiar y odioso conjunto de formas
de explotación del trabajo humano, injusto, desigual, arbitrario. No
habla simplemente del trabajador, lo muestra por televisión
produciendo con sus manos, mostrando su energía, sus conocimientos,
su inteligencia, creando bienes o servicios imprescindibles para los
seres humanos; les pregunta por sus hijos, su familia, esposa o
esposo, familiares allegados, dónde viven, qué estudian, qué hacen
para elevar sus conocimientos, la edad, el salario, la futura
jubilación, las grotescas mentiras sobre la propiedad que difunden
los imperialistas y capitalistas. Muestra hospitales, escuelas,
fábricas, niños y niñas, ofrece datos sobre las fábricas que se
edifican en Venezuela, maquinarias, cifras de crecimiento del
empleo, recursos naturales, diseños, mapas y ofrece noticias sobre
el último hallazgo de gas. La más reciente medida que adoptó el
Congreso: la Ley de nacionalización de las 60 principales empresas
que prestan servicios cada año a PDVSA, la empresa estatal de
petróleo, por valor de más de 8 mil millones de dólares. No eran de
propiedad privada, las crearon los gobiernos neoliberales de
Venezuela con recursos que pertenecían a PDVSA.
No había visto una idea tan claramente transformada
en imágenes y transmitida por la televisión. Chávez no solo posee
especial talento para captar y transmitir la esencia de los
procesos; lo acompaña una memoria privilegiada; es difícil que se le
olvide una palabra, una frase, un verso, una entonación musical,
combina palabras que expresan conceptos nuevos. Habla de un
socialismo que busca la justicia e igualdad; "mientras el
colonialismo cultural siga vivo en las mentes, lo viejo no termina
de morir y lo nuevo no acaba de nacer". Combina versos y frases
elocuentes en artículos y cartas. Sobre todo ha demostrado ser el
líder político en Venezuela capaz de crear un partido, transmitir
incesantemente ideas revolucionarias a sus militantes y educarlos
políticamente.
Observé sobre todo los rostros de los capitanes y
demás tripulantes de los barcos de las empresas nacionalizadas; en
sus palabras se refleja el orgullo interior, la gratitud por el
reconocimiento, la seguridad en el futuro; los rostros de jubilosos
jóvenes estudiantes de economía que lo nombran padrino de la
promoción a punto de concluir la carrera cuando les dice que se
necesitan más de 400 de ellos para trasladarse a la Argentina, los
cuales deben estar listos para trabajar en el manejo de las 200
nuevas fábricas del programa acordado con ese país, adonde serían
enviados cuando finalice el curso para prepararse en los procesos de
producción.
Con él estaba Ramonet, asombrado con el trabajo de
Chávez. Cuando hace alrededor de ocho años iniciamos nuestra
cooperación revolucionaria con Venezuela él estaba en el Palacio de
la Revolución haciéndome infinitas preguntas. El escritor conoce
sobre el tema y se devana los sesos tratando de adivinar qué será lo
que sustituya el sistema capitalista de producción. La experiencia
venezolana, con seguridad lo llena de asombro. He sido testigo de un
singular esfuerzo en esa dirección.
Es una batalla de ideas perdida de antemano por el
adversario, que no tiene nada que ofrecer a la humanidad.
No en balde la OEA trata hipócritamente de
presentarlo como un enemigo de la libertad de expresión y la
democracia. Ha transcurrido ya casi medio siglo de que esas melladas
e hipócritas armas se estrellaron contra la firmeza del pueblo
cubano. Hoy Venezuela no está sola, y cuenta con la experiencia de
200 años de excepcional historia patriótica.
Es una lucha que apenas comienza en nuestro
hemisferio.
