El Papa Benedicto XVI destronó a Brown, Primer
Ministro inglés, quien sustituyó a Blair, al que conocí y con el que
hablé unos minutos durante un receso de la Segunda Conferencia de la
OMC en Ginebra hace 10 años, después de su discurso, expresándole mi
discrepancia a causa de una falsa frase suya sobre el estado social
de los niños ingleses. Por la voz, los argumentos y el tono de Brown
en su conferencia de prensa en presencia de Bush, me pareció tan
autosuficiente como su antecesor en la dirección del Partido
Laborista. La actividad del nuevo Primer Ministro de Gran Bretaña,
al coincidir con la visita del Papa, era igual a la del jefe de
gobierno de una república bananera.
Benedicto XVI prestó especial atención al 13 de
abril, cuando ocurrió hace 65 años la incineración de más de mil
prisioneros en el pueblo de Gardelegen, y se convirtió en el día que
recuerda el martirologio sufrido por el pueblo judío en la Alemania
nazi, una tragedia humana que duró años.
Bush lo recibió en la Base Andrews de la Fuerza
Aérea norteamericana, gesto inusual. Benedicto XVI, a lo largo de su
actividad como Obispo alemán, fue conservador y alérgico a los
cambios en la política social y en las normas internas que rigen su
iglesia. La gran prensa de Estados Unidos inicialmente fue
implacable, a partir de las indisciplinas contra las normas
establecidas para los creyentes, calificando a la Iglesia Católica
como religión decadente.
Su visita coincidió también con el 81 aniversario de
su nacimiento. Bush, solícito y complaciente, le cantó Las
mañanitas el propio día 16.
El Papa fue sin duda inteligente. Contraatacó desde
el inicio de la visita. A pesar de los 81 años que cumpliría horas
más tarde, bajó del avión deslizando apenas sus manos por las
barandas de las empinadas escaleras, y en los últimos peldaños ni
eso hizo. Es de talla baja y, a ojos vista, pesa la mitad que lo que
Bush. Camina ligero. No abandonó un minuto la sonrisa y el brillo de
los ojos, y se dedicó de inmediato a cumplir un programa que con 18
años de edad habría agotado a cualquier visitante. Los medios
televisivos hicieron zafra.
El Papa visitó universidades, un centro cultural
católico edificado expresamente para la ocasión; se reunió con
representantes de cientos de escuelas y universidades católicas del
enorme país. El jefe del imperio no se atrevería a exigir al Estado
del Vaticano "nueva constitución y elecciones libres" como él las
concibe para Cuba.
Como líder de una iglesia en medio de la guerra
desatada por Estados Unidos contra los musulmanes, su mensaje fue
ecuménico y favorable a la paz.
Se reunió con representantes de cultos cuyas
iglesias influyen en miles de millones de personas. Los líderes de
la religión judía lo recibieron con calor. Desde luego, estos
idealizaron el sistema capitalista de Estados Unidos. Uno de los
rabinos de Miami afirmó que el 90 por ciento de los judíos de Cuba
se trasladaron a aquella ciudad; debió aclarar que no ocurrió así
porque los persiguiéramos o les dieran visa en Estados Unidos, sino
porque optaron por el derecho a viajar por vía segura que abrió la
Revolución y —como muchos cubanos de otros orígenes étnicos—
buscaban ventajas materiales que no habían podido alcanzar en la
Cuba colonizada.
Aquí permaneció abierta y respetada la sinagoga
judía, y sus representantes se reúnen, junto a las demás iglesias,
con los líderes del Partido y el Gobierno Revolucionario, incluidos
sus niveles más altos.
En Estados Unidos se exaltó mucho la visita del Papa
a la sinagoga. Es la tercera vez que tiene lugar una visita papal a
esos centros religiosos judíos. La primera fue la de Juan Pablo II a
una sinagoga de Polonia; después, la de Benedicto XVI a una en
Alemania; y esta, a la de Nueva York, que es a su vez la primera en
ese país.
Particular importancia tiene demandar, en nombre del
derecho a creer, el derecho a vivir. En su condición de líder
religioso de una iglesia poderosa y fuertemente arraigada en muchos
pueblos del mundo, Benedicto XVI habló ante la Organización de
Naciones Unidas:
"... el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia,
el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la
asistencia humanitaria, expresan las justas aspiraciones del
espíritu humano."
"... los objetivos del desarrollo, la reducción de
las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de
los recursos y del clima, requieren que todos los responsables
internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad
para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la
solidaridad con las regiones más débiles del planeta."
"Nuestro pensamiento se dirige al modo en que a
veces se han aplicado los resultados de los descubrimientos de la
investigación científica y tecnológica."
"... estos derechos se basan en la ley natural
inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes
culturas y civilizaciones."
"...la máxima no hagas a otros lo que no quieres
que te hagan a ti en modo alguno puede variar, por mucha que sea
la diversidad de las naciones."
"Mi presencia en esta Asamblea es una muestra de
estima por las Naciones Unidas y es considerada como expresión de la
esperanza en que la Organización sirva cada vez más como signo de
unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la
familia humana."
Al concluir, exclamó en inglés, francés, español,
árabe, chino y ruso: "¡Paz y prosperidad con la ayuda de Dios!"
Aunque no es fácil desentrañar el pensamiento del
Vaticano sobre los espinosos temas que se abordan en un mundo donde
el Presidente de Estados Unidos y sus aliados ricos y desarrollados
han impuesto una guerra sangrienta contra la cultura y la religión
de más de mil millones de personas en nombre de la lucha contra el
terrorismo, e impera la tortura, el saqueo y la conquista por la
fuerza de los hidrocarburos y las materias primas, lo que expresó el
Papa es la antítesis de la política de brutalidad y fuerza que
aplica el cantor de Las Mañanitas.
En los próximos días, los pueblos de América Latina
están a punto de afrontar dos tragedias: la de Paraguay y la de
Bolivia. Una de ellas, por las elecciones que tienen lugar hoy
domingo 20 de abril, donde un antiguo Obispo católico cuenta con la
mayoría abrumadora del pueblo, según encuestas serias, y es seguro
el rechazo a un fraude electoral; otra, por la amenaza de
desintegración real de su territorio, que conduciría a luchas
fratricidas en el sufrido país.
Benedicto XVI regresa hoy a Roma. Los bellos e
impresionantes cantos han cesado en los templos. Ahora se continuará
escuchando el odioso e incesante estampido de las armas.

Fidel Castro Ruz
20 de abril de 2008
7 y 42 p.m.