(22 de marzo de 2011)
Ciberguerra: mercenarismo en la red
Con el empleo de las Nuevas Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones (NTIC) y como parte de su
estrategia de subversión contra Cuba, el Gobierno de Estados Unidos
ensaya en la actualidad una variante de la ciberguerra
DEISY FRANCIS MEXIDOR
Para
los estrategas de la política de Estados Unidos es evidente que
quien domine hoy por hoy el ciberespacio tendrá garantizada la
hegemonía en lo que han calificado como el nuevo campo de batalla
del siglo XXI.
No es casual que el antecedente directo de la Internet haya sido
Arpanet, una red ideada por el Pentágono para lograr el trasiego de
informaciones de sus instituciones militares y de otros centros de
investigaciones científicas, lo que evidencia el estrecho vínculo
que tuvo la Casa Blanca con un fenómeno asociado al desarrollo de
las novedosas tecnologías en el ámbito de las comunicaciones.
Para
los estrategas del Pentágono el cibercomando es una fuerza especial
de guerreros ciberespaciales, capaces de reaccionar ante lo que
consideren una amenaza.
No se trata ya de que un país, de acuerdo con los postulados
actuales, tenga un ejército regular con las tres fuerzas
tradicionales: mar, aire y tierra, sino de la conformación de un
«cuarto ejército», cuyas armas discurren en el escenario virtual de
la informática, la computación, las telecomunicaciones…
Para marcar la importancia que le conceden a este asunto, el
Gobierno de EE.UU. nombró en una primera etapa al frente de ese
«cuarto ejército» a Robert Elder jr., un general que siempre se
dedicó a cuestiones de inteligencia dentro de la Fuerza Aérea.
Para Elder «el cambio cultural es que vamos a tratar a Internet
como un campo de guerra y vamos a concentrarnos en él y darle
prioridad para acciones en el ciberespacio y acompañarla, si es
necesario, con acciones en el espacio aéreo y terrestre. Vamos a
desarrollar, junto con las universidades, guerreros ciberespaciales
que sean capaces de reaccionar ante cualquier amenaza las 24 horas
del día durante los siete días de la semana».
Ese pensamiento resume toda una estrategia de gobierno, que quedó
plasmada en un documento secreto hasta el 2006, pero que había sido
firmado en el 2003 por el entonces secretario de Defensa, Donald
Rumsfeld.
Barack Obama, el presidente de la Internet, porque hizo su
campaña electoral «montado» sobre las redes sociales, le ha dado una
atención especial a este tema. En el 2009 oficializa la doctrina de
esa guerra irregular.
Pese
a estar rodeada de cables submarinos, Cuba no puede acceder a ellos
debido al bloqueo de Estados Unidos contra la Isla.
El 29 de mayo de ese año, durante una comparecencia pública,
anunció la creación de una nueva figura en la jerarquía del
establishment: el «ciberzar», cargo reservado para Howard Schmidt,
quien había ocupado, entre otros, el puesto de jefe de seguridad de
Microsoft e igual nomenclatura en el portal de ventas por Internet
EBAY.
Meses después, en octubre, entró en acción el denominado
cibercomando del Pentágono. Se ubicó en Fort Meade, Maryland, y a
partir del 2010 es al general Keith Alexander, jefe de la Agencia de
Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) a quien Obama
nombra para comandar esta fuerza especial.
El cibercomando cuenta con una plantilla de casi 90 000 hombres y
mujeres sobre las computadoras, y ha expresado de manera abierta que
desarrolla herramientas tecnológicas para desatar ataques
devastadores en «redes enemigas». Para esos fines el Pentágono
otorgó el pasado año alrededor de 90 000 millones de dólares.
Sencillamente, el Departamento de Defensa, que se ha amparado en
el pretexto de la ciberseguridad para emplearse a fondo en la
ciberguerra, afirma que más de 100 organismos de inteligencia
extranjeros están «activamente» atacando las 15 000 redes del
Gobierno de Estados Unidos que integran a cerca de siete millones de
computadoras.
La ciberguerra es un modelo de conflicto que ha aparecido en el
escenario de la sociedad de las Nuevas Tecnologías de la Información
y la Comunicación (NTIC), ofreciendo un contexto bélico diferente
donde la intangibilidad del ciberespacio da cabida, justamente, a
ese tipo de ataques asimétricos, silenciosos, que pueden transitar
ocultos en un virus durante días, hasta llegar al «cerebro» de un
sistema informático y vulnerarlo.
Por ejemplo, a partir de esas tecnologías se pueden embestir los
servidores que controlan la aviación de una base aérea, algo que fue
probado en Iraq antes de lanzar el primer misil en marzo del 2003,
cuando Estados Unidos y sus aliados iniciaron la invasión y
ocupación del país árabe.
Incluso, lo mismo se ensayó mucho antes durante la primera Guerra
del Golfo (1990-1991) con unas impresoras que se le vendieron al
Gobierno iraquí, las cuales ya venían comprometidas con programas
malignos, y el día señalado lanzaron un troyano que impidió a la
aviación de Sadam Hussein despegar de la Base.
Aunque los teóricos insisten en que «la tecnología no tiene
ideología», hay una realidad: los que la diseñan y controlan sí, y
uno de los propósitos puede ser este, la ciberguerra.
«Estamos hablando del uso de Internet, no solo como una
herramienta "de", sino como un arma "para"», puntualiza Carlos del
Porto, especialista de la Oficina de Informatización del Ministerio
de la Informática y las Comunicaciones de Cuba.
CIBERMERCENARIOS, UN PLATO FUERTE
Contra Cuba y otros países considerados enemigos de Estados
Unidos se ensaya una variante de la ciberguerra: el fomento de una
blogosfera que, aunque se pretende tildar de «independiente», es
subordinada de manera total al mandato e intereses de Washington.
El
contrarrevolucionario Ernesto Hernández Busto, radicado en España
(el primero de izquierda a derecha), rindió cuenta a George W. Bush
en la conferencia sobre ciberguerra efectuada en Texas.
Justamente, ese fue el tema que motivó en abril del 2010 una
conferencia del Instituto George W. Bush, celebrada en Texas. Allí
se «cocinaron» ideas en cuanto al uso de las herramientas de la
Internet y las NTIC para sustentar la labor de esos cibermercenarios.
A través de blogueros y redes sociales como Twitter y Facebook se
han alentado en el mundo levantamientos y grandes manifestaciones.
Fue Yugoslavia, en 1999, la primera nación que sufrió una guerra
cibernética, «cuando se produce la intervención directa en las redes
de correo electrónico de ese país, por parte del Ejército de EE.UU.»,
apunta Rosa Miriam Elizalde, periodista y editora del sitio digital
Cubadebate.
Pero lo ocurrido ahora en Egipto; la manipulación de los sucesos
en Libia para preparar y justificar un ataque contra el país
africano, y el frustrado intento de promover desde el exterior un
levantamiento popular en Cuba utilizando la red social Facebook, son
apenas los más cercanos ejemplos.
Vale recordar que a escasos días de la toma de posesión de George
W. Bush en el 2001, representantes del espionaje estadounidense,
entre ellos George Tenet, director de la CIA en el período
1997-2004, declaró junto a altos oficiales de la Agencia de
Inteligencia para la Defensa, que nuestro país constituía una
«amenaza asimétrica» para la seguridad nacional de aquella nación,
porque contaba con capacidad para desatar ataques cibernéticos.
Indudablemente, el ala ultraconservadora yanqui comenzaba a
potenciar nuevos pretextos y escenarios de confrontación para
calumniar a la Revolución Cubana y propiciar lo que no se ha
descartado en la política de Washington hacia La Habana: una
eventual agresión militar.
Sin embargo, lo que omitieron esos altos funcionarios es que, en
junio de 1995, la Universidad Nacional de la Defensa de EE.UU.
egresó a sus primeros 16 especialistas en «guerra informática»,
instruidos para emplear las bondades de las tecnologías de las
comunicaciones como campo beligerante.
CUBA: SUBVERSIÓN, WIKILEAKS Y LA RED
El 14 de febrero del año 2006, la antecesora de Hillary Clinton,
Condoleezza Rice, conformó un grupo de tarea para monitorear el uso
que se hace de Internet en China, Irán y Cuba.
La actual administración norteamericana, sin apartarse en las
esencias que animan esa estrategia histórica, ahora ha publicitado
la doctrina del llamado «smart power» (poder inteligente).
La Clinton, seguidora de la misma, así lo ratificó en el momento
de su toma de posesión como Secretaria de Estado.
«Es necesario —-dijo—- utilizar la fuerza de Internet con los
países que combaten los medios de comunicación estadounidenses,
sobre todo empleando Facebook, Youtube, Flicker y Twitter, para
hacer llegar allí las voces de Estados Unidos».
De lo que se «trata entonces con esa doctrina, es de trabajar
primero para subvertir el orden, la sociedad, los valores, y solo si
eso no funciona van los marines», comentó Carlos del Porto.
No cabe dudas de que en la subversión contra Cuba con el uso de
las nuevas tecnologías, se está apostando a todo: Ciberguerra-cibermercenarismo
que pretenden sustentar, además, creando una infraestructura
tecnológica sin la supervisión legal.
En ese esquema subversivo tratan de potenciar a los denominados «blogueros
independientes» en función de demonizar al país ante la opinión
pública internacional, y que ellos ofrezcan la imagen de que el
ciberespacio es el mundo único y real, desde el que sí se puede
decir y actuar.
En el caso cubano existe un diseño asociado a un contexto
histórico particular: Estados Unidos le impidió desde un inicio a la
Isla su acceso a la red internacional debido al bloqueo.
Para Cuba es negada la posibilidad de obtener servicios,
softwares, herramientas tecnológicas y la utilización de los cables
submarinos que nos rodean; sin embargo de esto no hablan los
críticos de la Isla, que la presentan como un enemigo del uso de la
Internet.
Sin mencionar las reales causas del problema, esas nuevas caras
de la contrarrevolución se prestan al juego de la estrategia de
subversión en Internet utilizando deliberadamente la omisión, la
tergiversación y la mentira.
Tales blogueros han conformado espacios en los llamados blogs
contestatarios dentro de las diferentes plataformas de Internet y
con un sustento desde el exterior, se presentan como luchadores por
la libertad de expresión en el ciberespacio. Además, mantienen una
sólida relación con la Sección de Intereses estadounidense y con
otras sedes diplomáticas acreditadas en La Habana, en especial
algunas europeas desde donde se les ve en asiduas entradas y
salidas, así como en contactos personales.
Los textos que publican la mayoría de esos blogueros
contrarrevolucionarios son portadores de la imagen caótica que
desean publicitar de Cuba y en algunos casos son traducidos
simultáneamente a 20 idiomas, mucho más que la página web de la Casa
Blanca.
No en vano la SINA ha mostrado una constante preocupación hacia
ellos, lo que se evidenció tras las revelaciones de comunicaciones
secretas entre la Oficina y el Departamento de Estado, que fueron
filtradas por el sitio digital Wikileaks.
Según los cables, una evaluación realizada por Jonathan Farrar,
actual jefe de la SINA, reconoce que la Casa Blanca está jugando sus
cartas por los llamados «blogueros independientes».
Otras filtraciones, fechadas en septiembre del 2009, informan el
carácter servil y dependiente de estos cibermercenarios, cuando
Yoani Sánchez le pidió a la entonces subsecretaria adjunta de
Estado, Bisa Williams, durante una visita a La Habana, el acceso a
diferentes prestaciones que se ofrecen a través de Internet como
tarjetas de crédito para compras, y la posibilidad de donaciones
financieras por esta vía con el empleo de la herramienta electrónica
PayPal.
«No saben cuánto más podríamos hacer si pudiéramos utilizar el
PayPal o adquirir cosas online con una tarjeta de créditos», dijo a
sus amos la contrarrevolucionaria.
Algunos especialistas consideran que más de 1 300 editores de
medios internacionales tienen órdenes de estar pendientes de los
mensajes en Twitter y las actualizaciones del blog de la mercenaria,
fabricado desde el exterior con un diseño a tono con la política
agresiva contra nuestro país y para cuyos fines se destinan miles de
euros y dólares.
Pero también estos cibermercenarios aparecen vinculados a oscuros
personajes cuyos nexos con la CIA son evidentes, entre ellos Marc
Wachtenheim, director del Programa Cuba de la Fundación Panamericana
del Desarrollo (FUPAD) hasta el 2010, quien, según se conoce, hizo
varios viajes a la Isla, donde se interesó por contactar con
elementos contrarrevolucionarios, particularmente los que integran
esa «blogosfera independiente».
Wachtenheim publicó en abril un artículo titulado La verdadera
revolución en América Latina, en el que aleccionaba sobre cómo
Internet puede servir para «tumbar gobiernos», y en esos explícitos
planes tuvo en cuenta a la cibermercenaria, al tildarla como
integrante de esas «nuevas generaciones latinoamericanas» ubicadas
en el colimador de Washington.
Robert Guerra, otro individuo vinculado con la CIA, mencionado ya
en el trabajo Operación Surf, publicado en esta misma serie de
denuncia por su implicación en el intento por introducir antenas
satelitales en Cuba para crear redes ilegales de acceso a Internet,
es identificado en junio del 2008 como «amigo» de la bloguera
contrarrevolucionaria en el sitio de la periodista española Rosa
Jiménez Cano.
En octubre del 2010, Guerra le pidió ayuda mediante un mensaje a
@KatieS, identidad en Twitter de Katie Jacobs Stanton, integrante
del equipo de Internet de Obama porque la cibermercenaria, al
parecer, tuvo problemas con su cuenta en esa red social.
Stanton funge al frente de la estrategia internacional de EE.UU.
en Twitter y además es asesora especial de la Oficina de Innovación
del Departamento de Estado desde el año pasado. Curiosamente,
también se desempeñó en el desarrollo de herramientas para la
búsqueda y posicionamiento de los blogs por Google.
DE ALIADOS A LA CARTA
Estos blogueros son gente que en entrevistas han exhortado al
levantamiento en Cuba, han alentado a la violencia, apoyan la Ley de
Ajuste Cubano, justifican el bloqueo, niegan que el sector más
reaccionario del exilio de Miami sea enemigo del pueblo cubano,
dicen que el caso del terrorista Luis Posada Carriles es una cortina
de humo y hasta llegan a expresar abiertamente el cambio de sistema
político, lo que quedó demostrado en una entrevista concedida al
investigador francés Salim Lamrani por la cibermercenaria.
Los que promueven a estos blogueros contrarrevolucionarios no
escatiman en facilitar y propiciar la entrega de premios, no
precisamente por los méritos literarios de las notas que se
publiquen, sino por la postura servil que demandan de ellos, tal
como ha ocurrido con el medio millón de dólares recibido por la
mercenaria predilecta de Washington en los últimos tres años.
Esa es la modalidad que ha encontrado el Gobierno estadounidense
para pagar los servicios de sus blogueros inflados, a quienes tratan
de presentar como los nuevos rostros de la llamada oposición ante el
descrédito y desgaste de una contrarrevolución tradicional, sin
reconocimiento alguno dentro de la sociedad cubana.
El 8 de marzo pasado la propia secretaria de Estado Hillary
Clinton aupó a la contrarrevolucionaria durante el anuncio del
premio Women of Courage (Mujeres de Coraje), donde justificó el uso
de la «tecnología para promover un cambio positivo».
El pueblo de Cuba, que tiene bien fresca su memoria histórica,
sabe que el significado del término al que alude la Clinton se
traduce en derrocar a la Revolución y tratar de anexarnos como una
estrella más a la bandera de las barras.
El jueves 10 de marzo, dos días después de lo acontecido en
Washington, continuaron los homenajes en la residencia del jefe de
la Sección de Intereses.
Pero el apoyo no es solo de la SINA y de la Secretaria de Estado.
El propio Obama respondió un cuestionario de preguntas de la
cibermercenaria, que fue ampliamente divulgado en medios
internacionales de prensa. El hecho pone de manifiesto la innegable
conexión y la instrumentación que el imperio y sus aliados hacen de
individuos como estos, alineados con los actuales planes de agresión
contra la Isla.
A GOLPE DE CORAZÓN
Cuba está inmersa en el sistema de las nuevas tecnologías. Jamás
negará de ellas. Es una diáfana política que tiene antecedentes
desde los primeros años del triunfo revolucionario.
Apenas arrancó el proceso de transformaciones que acompañaron al
proyecto social naciente, se anunció, en 1961, una Campaña de
Alfabetización, cuyo principal impulsor fue el Comandante en Jefe
Fidel Castro. Desde ese instante se cerró la puerta a la ignorancia
y se abría la del desarrollo de la inteligencia de los cubanos.
Con su pensamiento visionario alertó Fidel que nuestro futuro
debía ser el de hombres de ciencia, y esa ciencia no podrá estar
nunca separada de la conquista de las nuevas tecnologías.
Hoy, pese a la condición de país bloqueado durante más de cinco
décadas por la principal potencia imperialista, se han dado
lecciones al mundo en términos que nunca podrán rebatir los
detractores: indicadores de salud comparables solo con naciones
industrializadas; más de un millón de graduados universitarios y los
avances en la biotecnología, son apenas tres ejemplos que se suman a
otras realizaciones concretas.
Actualmente Cuba cuenta con más de 600 Joven Club de Computación,
hay más de 724 000 computadoras; 1.7 millones de usuarios del
servicio de Internet, 454 000 de ellos con navegación plena; hay 136
páginas web de medios de comunicación cubanos y más de 200 blogs
hechos desde la Isla, administrados por profesionales de diferentes
ramas, quienes enfrentan las calumnias, tergiversaciones,
manipulaciones y mentiras de los cibermercenarios.
Cuba forma, además, una importante fuerza en la Universidad de
Ciencias Informáticas, donde actualmente estudian 8 900 alumnos; de
esa cifra 900 lo hacen en las tres facultades regionales en las
provincias de Granma, Artemisa y Ciego de Ávila.
Solo del alto centro docente, también un sueño de Fidel hecho
realidad, han egresado 6 492 jóvenes. Todo un capital humano
especializado, investigando y produciendo softwares y servicios
informáticos para satisfacer las necesidades del país y de otros
lugares del planeta, como aporte y contribución a ese mundo mejor al
que aspiramos, al que no renunciamos y deberá erigirse sobre la base
de una sociedad de la información inclusiva y solidaria.
Para los estrategas del Pentágono el cibercomando es una fuerza
especial de guerreros ciberespaciales, capaces de reaccionar ante lo
que consideren una amenaza.
Pese a estar rodeada de cables submarinos, Cuba no puede acceder
a ellos debido al bloqueo de Estados Unidos contra la Isla.
El contrarrevolucionario Ernesto Hernández Busto, radicado en
España (el primero de izquierda a derecha), rindió cuenta a George
W. Bush en la conferencia sobre ciberguerra efectuada en Texas. |