Cada uno de nosotros
tiene hermosos recuerdos y hondas vivencias de su relación con
Raúl Castro, el jefe, el dirigente, el compañero, el hombre, a
quien nos unen profundos afectos y enseñanzas a través de
décadas.
Una, lo conoció en
plena guerra de liberación, cuando le confió la tarea de organizar
el sector educacional en el II Frente Oriental Frank País que
tenía a su mando. El otro, cuando Raúl, en los primeros meses de
1959, procedente de Santiago de Cuba, asumió el cargo en La Habana,
ocasión en que lo recibió y tuvo una larga conversación. A partir
de enero de 1959, fue nombrado Director de la Escuela de Cadetes, y
posteriormente de otros centros de preparación militar, bajo su
mando, y ocupó el cargo de Jefe la Dirección de Preparación
Combativa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, antes de
desempeñarse como Viceministro.
Durante aquel primer
encuentro, Raúl se interesó por conocer la edad de su
interlocutor. Saber que tenía 36 años le motivó un comentario
jocoso. "¡Qué viejo tú estás!", expresó. Cuando, años
después, el Ministro arribó a la misma edad, quien esto escribe lo
visitó en su oficina y, luego de felicitarlo, le devolvió sus
palabras. Raúl rió como él sabe hacerlo, a plenitud, y reconoció
que el problema de la edad que advertimos en otros, es siempre
relativo y tiene una dependencia estrecha de la que tenemos y seamos
capaces de demostrar. Traemos a colación esta anécdota porque él
la ha repetido muchas veces ante miles de compañeros, y volvió a
recordarla, y esa vez por escrito, cuando uno de los autores de
estas páginas cumplió ochenta años.
Pero más que los
recuerdos de una y otro, este es un texto escrito a cuatro manos con
el propósito de ofrecer nuestra modesta aproximación al compañero
Raúl, o dicho en otras palabras, dar una visión de Raúl desde
nuestras vivencias.
Ha
sido un forjador extraordinario de cuadros y un excelente
compañero. Un hombre sumamente organizado, ordenado, sistemático,
exigente. Enemigo acérrimo de la injusticia. Predica con su ejemplo
y es capaz de censurar o estimular cuando tiene que hacerlo. Un
padre preocupadísimo por la educación y el cuidado de sus hijos.
Un hombre criollísimo, afable, atento, chistoso, con un carácter
muy abierto y profundamente humano.
Sobre todo esto
hablaremos más adelante.
EL
JEFE
La guerra de liberación
forjó en Raúl las cualidades de mando que lo caracterizan. Él
conceptualizó lo que debe ser un jefe cuando en una ocasión al
referirse a Fidel, aseveró que en nuestro Comandante se advertían
las cualidades y virtudes que, en opinión de Engels, debe reunir un
jefe militar, a saber: identificación absoluta con los intereses
del pueblo, profundos conocimientos militares y elevada cultura,
dada no solo por una vasta preparación profesional, sino por su
dimensión política, militar e ideológica. Un jefe asimismo dará
muestras de modestia y sencillez en el trato, será capaz de
formular con precisión sus ideas y tendrá la habilidad necesaria
para trasmitirlas. A partir de las enseñanzas de Fidel, esas
cualidades cristalizaron en Raúl y lo han acompañado a través de
toda su ejecutoria. Sus condiciones de jefe no son únicamente
resultado de su capacidad de aprendizaje. Le nacen de sí mismo.
Raúl es sistemático en
su estilo de trabajo y dirección. Cuando toma una decisión va a
sus detalles, pero además a las relaciones y al entramado de
actividades y plazos que reclama su cumplimiento. Sin cansancio ni
desmayos sigue la trayectoria de sus órdenes e indicaciones, y de
esa manera enseña a sus subordinados la importancia de la
constancia en una tarea y de su seguimiento. Constancia y
seguimiento que de perderse podrían conducir al debilitamiento de
esa tarea, por bien que haya sido diseñada.
Recordamos, a modo de
ejemplo, cuando en los años iniciales de la Revolución concibió
la creación de las Escuelas Vocacionales Militares Camilo
Cienfuegos como cantera natural de las escuelas de cadetes para la
formación de oficiales y cuadros de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. En la construcción de aquel proyecto que
devendría estimulante realidad, Raúl seguía paso a paso, y hasta
el detalle, todo lo relacionado con aquellas escuelas que el pueblo
llamó de Camilitos: la selección de alumnos y profesores, la
edificación de los planteles en cada provincia, el diseño de los
uniformes y el aseguramiento de la base material de estudio.
Insistió en que se fuese muy cuidadoso en la confección de los
reglamentos pues lo que se pretendía era educar a adolescentes y
estimular sus vocaciones como futuros oficiales.
La certeza de aquella
concepción, unida a las lecciones de sistematicidad en el trabajo
que dio a los que vieron nacer y desarrollarse aquella idea, ha sido
confirmada en el decurso de décadas en las que esos centros
vocacionales egresaron miles de jóvenes que continuaron estudios en
las escuelas de cadetes, y hoy podemos decir con orgullo que en las
filas de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias contamos con
generales de brigada, coroneles, teniente coroneles, mayores y
oficiales de diversas graduaciones que estudiaron en los Camilitos.
Otro
tanto habría que decir del quehacer de Raúl en el
perfeccionamiento del servicio militar que
prepara a nuestros jóvenes para la defensa del país y los forma
como ciudadanos comprometidos con su patria. Es idea suya la Orden
18, que posibilita la entrada en la universidad a los bachilleres
una vez salidos de filas. Y aleccionadora es su preocupación por la
compleja labor de las estructuras y plantillas de las FAR en
función de niveles crecientes de eficiencia, sentido del ahorro,
capacitación continua en la doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo
y la elevación permanente de la preparación combativa y política
de millones de compatriotas.
Hombre de la Revolución
a quien ha tocado la misión histórica de tomar grandes decisiones,
es juicioso y reflexivo en sus valoraciones. Sabe examinar con
detenimiento todos los factores que intervienen en un proceso que es
objeto de análisis. Una de las lecciones que se aprenden a su lado
es la de alejarse de los análisis unilaterales para dar paso al
enfoque multilateral de los problemas. A su vez, es enérgico para
exigir que las misiones se cumplan con la calidad que requieren.
ESTILO
DE DIRECCIÓN
El compañero Raúl
muestra, con su ejemplo personal, un sentido ético y pautas de
comportamiento y actuación en la labor de dirección. No perdamos
de vista que el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias,
bajo su conducción, ha sido y es escuela y cantera de cuadros para
la dirección de nuestro Partido, el Gobierno y el Estado, y, al
mismo tiempo, ejemplo de organización, austeridad y control de los
recursos para otros ministerios.
Su estilo de dirección,
no solo en la vida militar, sino en las tareas gubernamentales y
partidistas, demuestra lo sustancial de ese enfoque integral en el
trazado de pautas y en su control eficiente. Modesto y firme a la
vez, Raúl educa en la importancia de la elaboración colectiva de
las ideas, el control colectivo de la marcha de las misiones, del
papel estratégico de la unidad, la cooperación y el espíritu
colectivista a la vez que combate la vanidad, la autosuficiencia, la
pedantería, el individualismo y todo rasgo negativo y contrario a
la moral socialista en que nos forjamos. De esto dan fe generaciones
de oficiales y cuadros políticos formados en estas concepciones.
Otra
de las enseñanzas que emanan de su ejemplo personal y su estilo de
dirección es la importancia de tomar decisiones oportunas. Nos ha
educado en la necesidad de prever, de pensar en profundidad, de
saber decidir... son estos elementos cruciales en el combate y en la
vida política, donde la toma de iniciativas y el estudio del
enemigo evita que nos sorprendan desprevenidos. Por eso reclama a
los cuadros que estén informados, documentados, que desarrollen la
habilidad de saber ponerse en la posición del adversario y que se
entrenen en la toma de decisiones bien pensadas y a tiempo.
Inteligencia, reflexión, celeridad, decisión... son elementos que
Raúl enseña a armonizar en la teoría y en la ejecución
práctica.
Faceta nada secundaria
de su labor educativa es el empeño del Ministro de las FAR por
inculcar en la conciencia de subordinados la necesidad de tener en
cuenta el costo de cada misión y la trascendencia decisiva de la
economía. No es esta una preocupación suya actual o reciente.
Insiste en eso desde hace cuarenta y siete años.
Vienen a nuestra memoria
sus exigencias en los tiempos iniciales de la preparación combativa
y la formación de oficiales y sus interrogantes de entonces: "¿Cuánto
cuesta cada proyectil?" "¿Cuánto cuesta la preparación de un
oficial?" "¿Cuánto combustible se gasta en el traslado de tropas?"
"¿Cuánto es el costo de esta maniobra?" El Ministro no admitía
que sus oficiales desconociésemos lo que costaba una misión, un
ejercicio, un movimiento militar y nos exigía un especial esfuerzo
de análisis para buscar las alternativas más racionales desde el
punto de vista económico.
Nos reclamaba saber el
costo de cada pieza de la base material de estudio, de los
materiales gastables, de las prácticas, y nos instaba a forjarnos
una conciencia de ahorro de todos los preciosos recursos que
significaban la propia supervivencia de la Revolución y que nuestro
pueblo, con enormes sacrificios, ponía en nuestras manos,
consciente de que la vida demostraba que la defensa era tarea
primordial y asunto de vida o muerte para los destinos del país, y
en este sentido nos recordaba que los revolucionarios que olvidaron
esa lección de la experiencia histórica lo pagaron muy caro, con
sus propias vidas y con la existencia de sus revoluciones.
Raúl se ha desempeñado
como Primer Vicepresidente de nuestro país. Y lo ha hecho, con gran
sentido ético, con cuidado y claridad. Ejerciendo sus funciones
como Ministro, Vicepresidente o Segundo Secretario, y
respetándolas.
PERMANENTE
EDUCADOR
Desde esas posiciones ha
sido un permanente educador en la línea de principios en los que
Fidel forjó a los combatientes desde los tiempos iniciales de la
lucha revolucionaria.
Desde la difícil y
compleja responsabilidad de segundo al mando, Raúl enseña desde su
propio ejemplo personal lo que hay que exigir de cada uno de
nuestros militantes, de nuestros cuadros, de los revolucionarios
todos. Hace cuarenta y tres años, en memorable y aleccionador
discurso en ocasión de un acto de constitución del Partido en el
Pico Turquino expresó que la posesión del carnet de la
organización no otorga ningún derecho especial. Y añadió que
nadie imagine que porque el Partido dirige, hay que hacer caso a lo
que diga cualquiera de nosotros por el hecho de ser militante, sino
que el militante tiene que ganarse con su trabajo la atención que
esperamos del pueblo y de las organizaciones de masas.
Como todos los
educadores auténticos, el compañero Raúl reiteraba en aquella
ocasión que un revolucionario no conquista, mantiene y eleva su
prestigio en virtud de un carnet, sino con el fruto del trabajo
militante, con su responsabilidad, con su actuación, con su
disposición para el sacrificio, entendiendo por tal no únicamente
el sacrificio de un instante, en un momento de combate, si el
combate se impusiera, sino con la abnegación aparentemente
pequeña, aparentemente insignificante, pero permanente, día a
día, hora a hora.
Otra
de las constantes de su labor educativa es la idea de que el
militante, el revolucionario tiene que desplegar una disposición y
una voluntad de aprendizaje permanente; que la condición de
revolucionario se perfecciona por la experiencia, el estudio, las
lecciones de la vida y la actitud combativa y transformadora ante
los problemas.
Explicaba el papel de la
vanguardia, la misión de sumar siempre más y más compañeros a
las filas de nuestra causa patriótica. Él, que vio nacer una
Revolución con un puñado de hombres y que cuenta hoy con todo un
pueblo, decía, recordando la razón que tenía Fidel, que en los
primeros y difíciles momentos de la gesta, los iniciadores fueron
como un fósforo que pugna por mantenerse encendido en medio de una
tempestad y que aquel fósforo se convirtió en antorcha y que
mientras más eran los que alcanzaban a ver su resplandor, más se
nutría, mayor era su fuerza, más extendía su luz.
En el proceso de educar
en los principios de la crítica y la autocrítica, Raúl ha
demostrado la necesidad de plantear los problemas con toda
honestidad y valentía a fin de propiciar el debate franco y
constructivo en pos de la solución de dichos problemas o para
eliminar las deficiencias.
Ha reiterado a través
de los años a cada nueva hornada de cuadros políticos y militares
su idea de que la persona que no tiene dónde plantear un problema,
evacuar una duda o formular una crítica, habla donde no debe o con
quien no le corresponde y que eso se evita solo cuando cada cual
sabe a dónde puede acudir para exponer su queja, preocupación o
inquietud. Así, debemos educarnos y ayudar a educar a los demás a
que planteen sus problemas observando las reglas de lugar, tiempo y
forma. O como precisa siempre: en el lugar indicado, en el momento
oportuno y con la forma correcta.
VALORES
PATRIOS
Estudioso y conocedor de
nuestra historia, Raúl ve en ella una fuente de formación de
valores patrióticos. Desde la llegada del pueblo al poder,
concibió las conmemoraciones históricas como vías de instrucción
y educación revolucionarias. Expresa que las fechas patrias deben
servir de recuento y análisis; de ejemplo, estímulo y aliento.
Exhorta a que se refuerce el contenido político e ideológico de
conmemoraciones y efemérides revolucionarias, tanto nacionales como
internacionales, a fin de que, ajenas a todo formalismo y
espectacularidad, contribuyan al logro de objetivos concretos como
la mejor forma de honrar a héroes y mártires.
La columna vertebral de
su obra educativa en todos los sectores de la vida de la nación y
del pueblo es el concepto, heredado de nuestras tradiciones
patrióticas e inculcado por nuestro Comandante en Jefe, de que los
principios nunca son negociables por adversas que puedan ser las
circunstancias.
Sus ideas de la
educación patriótica están enlazadas orgánicamente con la
educación en el internacionalismo desde la raigal definición
martiana de que "patria es humanidad". Dice que ancha es la patria
de los revolucionarios y que debemos estar dispuestos a acudir a
cualquier país desde donde se nos llame y, sentencia, "con ese
espíritu ha de educarse nuestra juventud".
Ha explicado, en su
labor de educación política, el papel del partido como garantía
de la continuidad de la Revolución. Hace treinta y tres años,
cuando concluía una reflexión en torno al análisis de la
estructura del Comité Central, decía con la vista puesta en el
futuro:
A los dirigentes
históricos de la Revolución, minuto a minuto, el tiempo nos pasa
su cuenta inexorable y nos va acortando la vida. Y con este trabajo
estamos preparando, con la participación de ustedes, al gran
dirigente de nuestra Revolución de hoy, de mañana y siempre que
será nuestro Partido Comunista.
Desde la dirección del
MINFAR, tarea de gran importancia que no es segunda de ninguna, sabe
Raúl el costo de la victoria, pero comprende a la perfección lo
que significaría una derrota. Por ello, con voluntad firme e
indoblegable ha educado a jefes y a oficiales en la convicción del
Comandante en Jefe de que las victorias se forjan antes de las
batallas, de que un pueblo muy bien preparado para la guerra es la
mejor garantía para evitarla. De ahí su concepción de que la
preparación combativa y la preparación política constituyen una
unidad indisoluble. En intervenciones magistrales ha explicado que
el binomio unidad política-preparación militar de los
revolucionarios cubanos hace que el enemigo piense una y otra vez el
costo que tendría que pagar en vidas si osara atacar a este pueblo
que desde que conoció la libertad está dispuesto a defenderla con
su sangre. Una de las misiones estratégicas de Raúl ministro y,
por encima de todo, educador político, sobre cuyos hombros ha
pesado y pesa la organización y preparación del país para la
defensa, ha sido y es forjar la convicción de que tenemos que
trabajar para la victoria tanto desde las "trincheras de piedras"
como desde las "trincheras de ideas".
VILMA
Nadie puede dudar del
tiempo que le reclaman las enormes tareas que la Revolución y
personalmente el Comandante en Jefe depositan en él. Sin embargo,
Raúl siempre ha encontrado tiempo para atender a su familia y
preocuparse por la educación de sus hijos que, ya adultos, son
personas trabajadoras, responsables, sencillas y de gran calidad
humana. Raúl y Vilma, formaron sus hijos desde sus valores y
ejemplos personales. Hablar de Raúl con respecto a su familia es
imposible sin aludir a Vilma, figura imprescindible en la historia y
en la obra de la Revolución. Vilma, a quien Raúl admiró desde que
la conoció y después amó. Vilma, la combatiente clandestina, la
insurrecta del alzamiento del 30 de noviembre de 1956, la
guerrillera en la Sierra y la protagonista, a partir de 1959, de la
revolución que se produjo dentro de la Revolución por la
emancipación e igualdad de la mujer.
Con autoridad moral
incuestionable, el Segundo Secretario de nuestro Partido se ha
referido al papel de la familia en la educación de niños y
jóvenes y ha destacado con palabras claras el papel de los padres,
con consejos y preceptos, pero sobre todo con su ejemplo, en la
educación de los hijos,
CONFIANZA
EN LOS JÓVENES
Su
conocimiento de la vida, de los seres humanos, sus convicciones
revolucionarias y su confianza infinita en los jóvenes hacen del
compañero Raúl un calador
profundo en la esencia de la educación de las nuevas generaciones,
así como un crítico contundente de formas y métodos que no se
corresponden con cada tiempo histórico, con cada nueva etapa del
desarrollo de la Revolución, con la realidad, con la vida misma.
Reconoce que los jóvenes de hoy son en efecto más exigentes porque
son incomparablemente más capaces, más instruidos, más cultos y,
sobre todo, más críticos, y que no es un mal síntoma que sean
así, sino al contrario. Ha alertado, al mismo tiempo, que lo
erróneo es querer llegar a ellos mediante fórmulas esquemáticas,
con recursos triviales y argumentos insustanciales. A su juicio,
para llegar a la mente y al corazón de los jóvenes, fortalecerlos
ideológica y políticamente, despertar su interés y estimular sus
motivaciones, el trabajo político-ideológico tiene necesariamente
que ganar en extensión y en profundidad, tiene que ser
incomparablemente más riguroso y, sobre todo, más moderno.
Por eso está convencido
de que cada generación necesita de sus propias motivaciones y de
sus propios valores, a la vez que insiste en dejar bien claro que
nadie será hoy revolucionario solo porque le expliquemos la penuria
que padecieron sus padres y abuelos. Hablar de ello es importante,
pero la evocación de la triste realidad que le tocó conocer a los
antepasados de esos jóvenes tiene que ir acompañada de la
argumentación que les indique qué deben hacer en esta hora y qué
les depara el porvenir. Raúl concibe la educación de los jóvenes
con los jóvenes como protagonistas de su propia formación, como
participantes activos en su aprendizaje, en la labor transformadora,
en llevar siempre a la Revolución a nuevas metas, a nuevos niveles
de desarrollo, como herederos de la experiencia de los que le
precedieron, pero con luz propia, iniciativa, creatividad y un
profundo sentido del compromiso de ser continuadores cualesquiera
que sean las dificultades.
Es una personalidad de
carácter fuerte. Inquebrantable, sensible, jovial, con una
inteligencia preclara. Su visión de la cultura, sus estudios, la
práctica revolucionaria, sus experiencias políticas y las
enseñanzas de Fidel le hicieron ver claro que la solución de los
grandes problemas de Cuba en la segunda mitad del siglo XX estaba en
la liberación nacional y en la revolución social por la vía de la
lucha armada y por la educación y la cultura.
Los medios de propaganda
del mundo capitalista de hoy —esa maquinaria sofisticada y
tenebrosa al servicio del engaño y la distorsión de la verdad que
el mismo Goebbels hubiera envidiado— han tratado de dibujar, desde
hace muchos años, la imagen de Raúl como un ser extremista, hosco
y áspero en sus relaciones humanas, desprovisto de sentido del
humor y carente de sensibilidad. Lo hace así el enemigo porque sabe
muy bien lo que Raúl representa para la Revolución, para nuestro
pueblo y para los destinos del país. No es casual entonces que
traten de desfigurar su imagen. Claro, ya se sabe en manos de quién
están esos medios y quiénes pagan lo que en ellos se divulga.
Cómo van a hablar bien
de Raúl los medios de propaganda del capitalismo. Cómo van a tener
un acercamiento honesto a una persona que se sabe que es firme en lo
que debe demandar de cada tarea que encomienda sin dejar por ello de
ser afable, afectuoso, humano, comprensivo; que sabe ser serio y
exigente y, al propio tiempo, amistoso y capaz de escuchar el relato
de una anécdota o disfrutar de un chiste. Un ser profundamente
humano.
CAMINANDO
CON FIDEL
Uno de los aportes de
Raúl a la experiencia revolucionaria cubana es, sin dudas, la
creación del Segundo Frente Oriental Frank País. Fue ese Frente,
como se ha dicho, un Estado en la guerra y una demostración de que
es posible desarrollar una obra de justicia social en pleno fragor
de los combates, en plena lucha de liberación.
Raúl
ha explicado cómo el compañero Fidel le anticipó sus ideas en
torno a la estrategia a seguir en el curso de la guerra
revolucionaria. Fue en diciembre de 1957 en un lugar conocido como
Balcón de la Habanita donde se encontraba la Columna 1 "José
Martí" al mando del Comandante en Jefe, en acciones combativas
entre Pilón y Manzanillo. Fidel era del criterio de que una vez
consolidado el frente de la Maestra habría que crear nuevas
columnas guerrilleras y, entre otras, enviar una a la zona de la
Sierra Cristal, otra al este de la Maestra, en las proximidades de
Santiago de Cuba; otra a la región central del país y una más
hasta Pinar del Río, la más occidental de las provincias cubanas.
Esa fue la estrategia concebida y a Raúl le esperaba una importante
nueva misión.
Dice al respecto en su
Diario de Campaña en las anotaciones correspondientes al mes de
febrero de 1958:
(...) Febrero-
domingo 23. Caminando con Fidel por el patio de la casa, me informó
que escogiera 50 hombres para realizar la misión que le pedí una
vez. Me volví loco de contento y empecé a trabajar preparando a la
gente. Le puse por nombre "Operación Frank País" en honor al
inolvidable combatiente caído. Ese mismo nombre sería el de la
Columna y el del Frente que se abriría (...)
El día 1ro de marzo de
1958, en horas de la mañana, los integrantes de las columnas
número 3 y número 6 se reunieron en la comandancia del Che Guevara
en Pata de la Mesa. Aproximadamente a media mañana tuvo lugar un
importante intercambio con Fidel.
Debemos recordar que
como expresión de la idea estratégica del Comandante en Jefe, en
la Columna 1 José Martí, en la Sierra Maestra, se forjaron los
jefes y el núcleo fundador de las restantes columnas. De esa
manera, valiosos compañeros aportarían al Segundo Frente el
concurso de su experiencia, de su valor, de su voluntad
revolucionaria. Acompañarían a Raúl veteranos del desembarco del
Granma, combatientes del alzamiento del 30 de noviembre en Santiago
de Cuba, campesinos y obreros, hombres hechos en los combates. La
escuela de Fidel se multiplicaba y se escogía a Raúl para esa
trascendente misión por sus probadas condiciones revolucionarias,
sus valores como jefe, su autoridad político-militar indiscutida y
su don especial para interpretar y concretar las ideas del fundador
del Ejército Rebelde. Una misión excepcional requería de un jefe
excepcional. Este fue Raúl, avalado por la vida y por la historia.
La marcha hacia la
fundación del Segundo Frente Oriental Frank País tiene una
especial huella sentimental e histórica: desde los días del
Moncada, es esa la primera vez en
que Fidel y Raúl no estarán juntos.
Por fin, a las cuatro de
la tarde del 11 de marzo de 1958, luego de una marcha de veinte
horas, tenía lugar el acontecimiento esperado: la Columna 6 Frank
País llegaba a Piloto del Medio, al norte del municipio de San
Luis. Concluía la operación que el propio Raúl llamó Frank País
y quedaba abierto oficialmente el Segundo Frente Oriental con el
nombre luminoso del maestro y dirigente nacional del Movimiento
Revolucionario 26 de Julio.
El Frente quedó
organizado en columnas de combate, la Fuerza Aérea Revolucionaria y
en departamentos que se ocupaban de los asuntos de Guerra, Justicia,
Propaganda, Finanzas, Construcciones y Comunicaciones, Buró
Agrario, Buró Obrero, Sanidad y Educación. El funcionamiento de
este aparato de la administración del territorio liberado propició
mejorías en las condiciones sociales de los pobladores de aquella
región serrana, que, como otras tantas del país, habían sido
históricamente olvidadas por los diferentes gobiernos que Cuba
sufrió durante la república neocolonial. Por ejemplo, al valorar
el trabajo allí realizado en las esferas de sanidad y educación,
dijo el compañero Raúl:
El prestigio que
alcanzó la labor sanitaria y de educación que se desarrolló con
la población civil fue un incentivo que acrecentó su decidida
colaboración con el Ejército Rebelde y contribuyó de modo muy
especial a enraizar el respeto que sentía por él. He considerado
siempre que el conjunto de ese esfuerzo constituyó de hecho un
trabajo político y social masivo de inestimable valor que hizo
sentir de modo muy directo a los habitantes de aquellos territorios
lo que representaría el triunfo de la Revolución.
UNA
EXPERIENCIA FORMIDABLE
Bajo la conducción de
Raúl, en el Segundo Frente y en plena guerra de liberación
nacional, se desarrolló una experiencia formidable. Baste recordar
que se construyó un grupo de escuelas y se pusieron en
funcionamiento otras, hasta un total de más de cuatrocientas,
haciéndose ya realidad la profecía que el propio Raúl había
enunciado, cuando casi al amanecer del 17 de enero de 1957, viendo
arder el cuartel de La Plata, (al que él mismo prendió fuego),
momentos después de la primera victoria del Ejército Rebelde,
escribió en su diario: Desde lo lejos, se veían arder sobre
los cuarteles de la opresión, las llamas de la libertad. Algún
día no lejano sobre esas cenizas levantaremos escuelas.
También
se instalaron no menos de veinte hospitales, además de la labor que
se acometió en la construcción de caminos, pistas de aterrizaje,
el establecimiento de una importante red de comunicaciones por
teléfono y plantas de radio entre las columnas rebeldes, sin
olvidar las actividades de tipo jurídico-civil y las de la prensa
revolucionaria. No olvidar que aquel territorio libre de Cuba fue el
escenario del Congreso Campesino en Armas, el 21 de septiembre de
1958, y del Congreso Obrero en Armas, el 8 de diciembre del mismo
año.
Singular experiencia fue
la creación de la Escuela de Instructores Políticos para la Tropa
José Martí. Raúl sabía que el camino a la libertad pasaba por la
preparación de las personas, por el acceso de estas a la cultura,
en primer lugar a la cultura política, a la comprensión de la
situación del país y la necesidad de un cambio. Entonces, en aquel
año de decisivas acciones militares contra la tiranía, sin dejar
de combatir, existió una escuela política donde se enseñaba
Historia y Geografía de Cuba, Cívica basada en el ideario
martiano, Objetivos y Problemas de la Revolución cubana;
asignaturas que tenían un enfoque encaminado a explicar la
injusticia social en nuestro país y lo que habían significado los
gobiernos y los monopolios norteamericanos en la frustración de la
independencia del país, su apoderamiento de nuestros recursos
económicos y su apoyo a la tiranía de Batista.
Raúl explicaba
personalmente en esa Escuela los temas que tenían que ver con la
ética del combatiente; la ética de un ejército revolucionario que
jamás maltrató a un prisionero y que acabó con los abusos que se
cometían con la población campesina y los desmanes que bandidos y
tropas de la tiranía perpetraban en aquella zona.
El Segundo Frente fue
también expresión de la obra del Ejército Rebelde en los
territorios que liberaba. Fidel estuvo siempre consciente de que tan
imprescindible como el armamento para la derrota del ejército
enemigo, eran las armas de la cultura, de la educación, de las
expresiones de la justicia social para contribuir de manera raigal a
la emancipación de cubanas y cubanos. En este sentido, la obra que
los combatientes, bajo la dirección de Raúl, acometieron allí fue
la anticipación de lo que sería el Estado revolucionario cuando el
pueblo llegó masivamente al poder por primera vez en nuestra
historia.
Fidel calificó el
Segundo Frente como "modelo de organización, administración y
orden", y esa valoración de nuestro Comandante en Jefe es la
opinión del gestor principal de las ideas que se concretaron en esa
estratégica experiencia a la que Raúl consagró toda su
inteligencia y energía. Se insertaba en la concepción de la
Revolución que concebía la extensión y ampliación de los frentes
de combate dentro y fuera de la provincia de Oriente. La concreción
de esa estrategia obligó al enemigo a dividir sus fuerzas y reveló
progresivamente su incapacidad para detener el avance del ejército
revolucionario. Fue una fragua de la que salieron cientos de
combatientes y cuadros bajo la guía de su fundador y jefe, el
Comandante Raúl, quien a lo largo de todos estos años ha
construido, con su energía, probada capacidad de mando y magisterio
permanente, unas Fuerzas Armadas que demuestran su patriotismo,
profesionalidad, calidad, capacidad y sentido militante del
internacionalismo.
CAPAZ,
RESPONSABLE Y BRILLANTE
En el tejido de esta
historia está la voluntad indoblegable de Raúl para formar jefes,
oficiales y combatientes cumplidores de su deber, conscientes de que
el amor a la Patria es lo primero. Ellos, a su vez, saben inculcar a
sus subordinados la decisión acerada de ser firmes defensores del
socialismo y de la soberanía, conocedores de que si perdiéramos el
socialismo perderíamos la soberanía y nuestra independencia como
nación.
Las
Fuerzas Armadas Revolucionarias nacidas con el Ejército Rebelde el
2 de diciembre de 1956 han crecido y se han multiplicado para llegar
a constituir hoy una fortaleza inexpugnable en defensa de la
Revolución, que equivale a decir en defensa de los sueños y
esperanzas de nuestro pueblo y de los que junto a nosotros, en otras
partes del planeta, creen no solo en la posibilidad, sino en la
necesidad de un mundo mejor. En la forja de ese puño de acero está
la obra de millones de revolucionarios, mas un lugar muy especial en
la historia de las FAR lo tienen la consagración y la energía
creadora de Raúl, su fidelidad al Comandante en Jefe, y su
confianza en que aquella semilla que se sembró desde la epopeya del
Granma continúe germinando, invicta y pujante en las nuevas
generaciones de soldados de la Revolución.
Gianni Miná, en su
célebre entrevista con Fidel, al hablar de los hombres de la
Revolución, preguntó al Comandante en Jefe:
¿Y su hermano Raúl?
Fidel, con gran
objetividad, respondió: Es capaz, responsable y brillante...
El sagaz periodista
italiano volvió a la carga en otro momento de la entrevista: "Comandante,
¿su sucesor será su hermano Raúl? ¿Qué cualidades posee él que
usted no tiene y, a su vez, cuáles defectos tiene él que usted no
tiene?"
Respondió Fidel:
Oye, me vas a poner a
hacer un examen comparativo entre dos hermanos. Yo creo que no
sería correcto que me pusiera a hacer ese tipo de examen.
Añadió:
Lo que ocurrió es
que al principio de la Revolución nosotros conocíamos los planes
de la CIA para asesinarme, un método, algo que han tratado de hacer
durante mucho tiempo, y lógicamente, había que tomar algunas
medidas preventivas. En aquella época se hablaba mucho de que Raúl
era más radical, todas aquellas cosas. Yo llegué a la conclusión
de que realmente, en aquel momento, en aquellas circunstancias, ante
el pueblo había que explicar que la eliminación física mía no
liquidaría la Revolución y que inmediatamente habría otro jefe
revolucionario. Y en mi opinión, el compañero que estaba más
preparado de todos, al que conocía muy bien, para realizar esa
tarea, era el compañero Raúl. Desde entonces se estableció ese
precedente y se creó el cargo, incluso de Segundo Secretario del
Partido.
Fidel le contaba a
Miná, el momento en que a Raúl se propuso para ocupar el cargo de
Segundo Jefe del Movimiento 26 de Julio. Fue el 21 de enero de 1959,
solo tres semanas después del triunfo de la Revolución, en el
grandioso acto, denominado "Operación Verdad", efectuado, frente al
entonces Palacio Presidencial. Allí, el Comandante en Jefe después
de hacer mención a la preocupación del pueblo por su seguridad,
esclareció su invariable determinación de desafiar tranquilamente
todos los peligros, y que pase lo que pase, a la Revolución no la
detendrá nada ni nadie. Y les dijo a sus enemigos que detrás de
él vienen otros más.
Luego expresaría que: Para
tomar todas las medidas de precaución, porque aquí hay que estar
prevenidos contra todo, le voy a proponer a la Dirección del
Movimiento 26 de Julio que designe al compañero Raúl Castro como
Segundo Jefe del Movimiento 26 de Julio. Lo hago no porque sea mi
hermano, que todo el mundo sabe cuánto odiamos el nepotismo, sino
porque honradamente lo considero con cualidades suficientes para
sustituirme en el caso que yo mañana muriera en esta lucha, porque
además, es un compañero de firmes convicciones revolucionarias,
que ha demostrado su capacidad en esta lucha, que fue de los que
dirigió el ataque al Moncada, de los que estuvo dos años en la
cárcel, de los que organizó el Segundo Frente Frank País, y de
los que ha dado relevantes pruebas de capacidad como organizador y
militar. Ojalá que en este caso no se hubiese tratado de un hermano
mío, ojalá hubiera sido otro; para que no quedara la menor
sospecha de que se trata de favorecer a un familiar.
Más adelante, continuó
Fidel: Y al plantear aquí la necesidad de que el pueblo esté
alertado y esté prevenido contra cualquier agresión en la persona
de uno de sus dirigentes, al plantear aquí esa necesidad, lo hago
con una fuerte convicción, de hombre que no solo le preocupa el
presente, sino también el futuro de la Patria, de hombre que le
preocupa la Patria no solo mientras viva, sino también cuando
muera. Y al plantear aquí, que considero que el compañero Raúl
Castro podía sustituirme en este caso, no es que yo decida
unilateralmente, sino yo quiero consultar con el pueblo si está de
acuerdo (Aclamaciones y gritos de "SÍ").
La historia, la vida y
el respaldo del pueblo se ha encargado de corroborar la certeza de
esa decisión y del acuerdo popular.
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