18 de septiembre de 2006

Una voz por el Sur

Orlando Oramas León

Cuando Raúl declaró clausurada la XIV Cumbre levantó la mano del canciller Felipe Pérez Roque y luego abrazó a Abelardo Moreno, viceministro del MINREX. No era para menos. La Conferencia fue todo un éxito.

La presencia de 57 Jefes de Estado y de Gobierno, un grupo importante de vicepresidentes, viceprimeros ministros, 90 cancilleres y muchos otros altos funcionarios de los 118 países miembros y otros invitados, confirmaba la representatividad y el alto nivel alcanzado por el foro en La Habana.

Pero esos datos, por sí solos, no aseguraban la victoria, como sí lo hizo el consenso inédito alcanzado en esta reunión que, como dijera Raúl, fue fruto de la madurez, y respuesta necesaria a los tiempos difíciles que vive el planeta, en particular la mayoría del Sur.

También de un trabajo previo, de recuperación desde la presidencia de Sudáfrica primero, luego Malasia, y la labor emprendida por el Buró de Coordinación en Nueva York. Fue un logro conjunto, en el que la diplomacia cubana, y el prestigio de la Revolución dieron su aporte, reconocido en la elección de Fidel como Presidente del Movimiento.

Cohesión es un principio que cobra vitalidad en esta ocasión. En su conferencia de prensa, el día de la clausura, Felipe afirmaba que no hubo tema, por delicado o controversial, que no fuera discutido sin consenso.

Prácticamente no hubo secretos. La Cumbre se transmitió por televisión a todo el país y al mundo, incluidas las más de 80 intervenciones de gobernantes de todo el orbe. No hizo falta el encierro, menos el silencio, pues no había nada que ocultar.

El Movimiento de Países No Alineados estuvo en el centro de la noticia mundial. Ahora hace falta que su voz se levante segura y en bloque en los foros internacionales, en representación de la mayoría y del equilibrio.

No fue una Cumbre en La Habana contra nadie. Aunque quien lleva las culpas debe estar preparado para escuchar las denuncias contra la guerra, las amenazas, el orden injusto, el comercio desigual, las violaciones al derecho internacional, el despilfarro consumista y armamentista, el deterioro del medio ambiente, etc, etc y etc.

La persistencia y agravamiento de estos problemas revalidan la existencia y el papel del MNOAL en el escenario mundial. Kofi Annan, al refrendarlo, desde su óptica, decía que muchas cosas habían cambiado desde que el Movimiento nació. Es verdad, pero desde entonces los pobres siguen siendo pobres, aunque ya saben que, lejos de ser una maldición, resulta injusticia a resolver con unidad.

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