RÍO DE JANEIRO, 23 de noviembre.—El
presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, concluyó una
visita a Brasil, donde asistió a una cumbre parlamentaria
continental sobre integración y sostuvo contactos políticos
bilaterales al más alto nivel.
En entrevista exclusiva con Prensa
Latina, Alarcón ofreció su evaluación de los debates acerca del
Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) realizados por
legisladores de 35 países, incluida Cuba, que fue invitada
especialmente a la discusión.
Asimismo, ofreció sus impresiones de
la nueva situación que se abre en Brasil y los efectos para
América Latina de la elección presidencial del obrero metalúrgico
Luis Inacio Lula da Silva, al frente de una coalición de
centro-izquierda encabezada por el Partido de los Trabajadores (PT).
A continuación ofrecemos en detalle
los aspectos más relevantes del diálogo sostenido con el titular
de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
PL: En primer lugar quisiéramos
saber ¿qué impresión le dejó este tipo de encuentro, el debate
parlamentario sobre la integración y en particular el ALCA?.
ALARCÓN:
Creo que se ha ido abriendo paso una visión más profunda y cada
vez más crítica de todo lo que significa el ALCA como amenaza,
como peligro para América Latina
Por una lado, hay toda una avalancha
retórica de las supuestas bondades de la economía de mercado y del
libre comercio, pero al propio tiempo surgieron dos factores: que es
preciso darle transparencia a ese proceso, terminar con el carácter
secreto de las negociaciones, y reforzar la conclusión de que el
ALCA no es inevitable.
Desde la reunión de Miami, en 1994,
donde Estados Unidos invitó a un grupo de países para presentarles
su proyecto, hasta la cumbre de Quebec, hace dos años, se hablaba
del ALCA por todas partes, pero no se podía encontrar en ningún
lado los textos que se discutían. Se negociaba en secreto.
Ante la presión de la opinión
pública, abrieron un sitio en Internet para colocar la
información. Pero todo el mundo no tiene acceso a Internet, ni
computadores. No lo tienen los trabajadores, los campesinos, los
desempleados. Estamos en una región donde más de la mitad de los
habitantes viven por debajo de la línea de la pobreza.
Esa información no basta, porque
continuamente se están reuniendo comisiones y negociando a puertas
cerradas. Y el primer asunto que se discutió aquí fue que los
parlamentos tienen que conocer. Hay que involucrar a toda la
sociedad, los sindicatos, organizaciones campesinas, a los
intelectuales. Tiene que haber una discusión amplia. Esa es una
conclusión.
En segundo lugar, quedó claro que el
ALCA no es inevitable, no tiene que producirse ese tipo de
integración. Hay un frente muy amplio que va desde quienes la ven
como una posibilidad hasta los que, como nosotros, la consideramos
una amenaza de anexión de América Latina.
En ese amplio aspecto, todos
coinciden en que primero hay que informar, buscar el consenso
nacional, y además fortalecer la posición negociadora de América
Latina. No aceptar lo que parece ser —lo dijeron los brasileños
aquí— una tendencia norteamericana de discutir por separado. No
ir realmente a una negociación con América Latina, sino ir paso a
paso, pieza por pieza, imponiendo acuerdos de llamado libre comercio
y así ir dividiendo las fuerzas de Latinoamérica.
En eso también hay consenso,
incluyendo aquellos que están comprometidos con el proceso. Cada
vez más va desapareciendo la visión idílica del ALCA. Porque, por
ejemplo, ¿de qué se habla en la prensa brasileña? No es de libre
comercio, sino de las presiones que se ejercen contra sus
exportaciones. Ahora, por ejemplo, sobre Colombia y Polonia, para
que no compren los aviones de Brasil, una de sus fuentes principales
de ingreso.
¿Quién les va a decir a los
brasileños que hay una tendencia aperturista?. Realmente, la vida
indica proteccionismo de todos los países desarrollados,
particularmente de Estados Unidos, y apertura para que los demás
abran sus mercados. Ellos ni liberalizan, ni abren sus mercados.
Ellos son proteccionistas.
Así ha sido siempre. Esa es la
posición de los grandes centros industriales hacia el Tercer Mundo.
En realidad no es libre comercio lo que proponen, sino libertad para
el flujo de los capitales. Lo que están buscando es más
privatización, desregulación, más vía libre a las empresas
norteamericanas, al capital, que no siempre es productivo, sino en
gran medida especulativo, una de las causas de los problemas
financieros que enfrenta la región.
Es realmente un paquete demasiado
difícil de tragar, aunque se ha estado manejando de un modo
eficiente, debido a la propaganda a su favor como si fuera una
panacea, y a la vez como algo inevitable con lo que hay que
conformarse, sin rebelar en concreto cuáles son las verdaderas
consecuencias para América Latina.
Hay un gran movimiento de denuncia,
de movilización contra esto, y se vio en la reunión, la acción de
organizaciones muy amplias contrarias al ALCA.
La gran mayoría de los parlamentos
de la región estuvo presente.
Esta fue una reunión sin disputas.
Todos tenemos un enfoque básico decreciente profundización de la
actitud crítica ante el ALCA.
PL: Pudimos apreciar que vinieron
funcionarios norteamericanos y académicos, pero los congresistas
estuvieron ausentes, a pesar de ser una reunión hemisférica y
estar invitados. ¿Qué pasó, a qué se debió esa ausencia en el
debate?.
A: Vino una
delegación del Senado canadiense. De Estados Unidos, el
vice-representante comercial, Peter Allgier, un funcionario de la
administración, pero no había nadie de la Cámara ni del Senado.
Eso es algo a notar.
El propio Lula en la reunión que
tuvimos señalaba la necesidad de un Frente Parlamentario de todas
las Américas. En realidad, los congresistas tendrían mucho que
decir sobre las consecuencias para los trabajadores norteamericanos,
que critican el ALCA, el cierre de empresas, la depresión de los
salarios y las condiciones de trabajo.
Sin embargo, Bush logró en el marco
de este ambiente de la supuesta lucha contra el terrorismo, que el
Congreso le diera la autoridad para negociar el ALCA, el llamado
"fast track" (vía rápida).
Le dieron luz verde para negociar sin
contar con el Parlamento, al que sólo le correspondería, al final,
aprobar o no el texto del tratado. Todo el mundo sabe que eso es muy
difícil. ¿Quién va a modificar un documento que lleva años de
negociación?.
Lo importante es que los
parlamentarios puedan incidir en todo el proceso. Es lamentable que
los congresistas norteamericanos no asistieran, porque hubieran
visto a todos los latinoamericanos reclamando el papel que le
corresponde a esa institución en una sociedad democrática, algo a
lo que los norteamericanos ya renunciaron.
Aunque sé que en el Congreso hubo
gente que se opuso y perdió ese derecho. Esa es una necesidad:
extender a Estados Unidos el movimiento de crítica del ALCA.
PL: ¿A qué usted cree que se deba
la invitación a Cuba del Presidente de la Cámara y cómo se
sintió usted en este evento, que podía hacer en este evento, si
Cuba no participa en el ALCA?.
A: El
presidente Aecio Neves nos mantuvo informados de la iniciativa desde
el principio del año y envió una invitación con un emisario
personal.
Aunque el ALCA ha sido el centro de
la discusión, el tema de este Congreso fue la integración
continental y nosotros pertenecemos a este continente.
El ALCA, además, no es una
obligación de América Latina. Algún país podría rechazarlo y
decir que no participa, aunque haya sido invitado.
Desde otro punto de vista, el ALCA es
un intento norteamericano. ¿Quiénes van?, los que fueron invitados
por el presidente William Clinton, por tanto usted no se podía
autoinvitar.
En varias ocasiones los brasileños
rectificaron al funcionario norteamericano, por ejemplo, cuando
habló de las 34 democracias que participan en el ALCA y ellos
corrigieron que aquí estaban representados 35 países, recordando
que Cuba es un Estado que está en un área en el que se pretende
realizar un proceso de integración económica.
Yo me sentí en una situación hasta
cierto punto curiosa. Recordé que el ALCA no es una cosa nueva,
como tampoco lo es la idea de absorber a América Latina. Recordé a
José Martí y su participación en la primera Conferencia Monetaria
Panamericana, entre 1888 y 1890, cuando él residía en Nueva York y
participa como representante de Uruguay. Martí escribió mucho
sobre esa conferencia y están sus trabajos publicados en el
periódico La Nación de Argentina. Lezama decía que en esas
crónicas estaba la coronación del estilo de Martí. Y allí ‚él
hizo un análisis a fondo del fenómeno imperialista de Estados
Unidos, de su pretensión de dominar las economías
latinoamericanas.
En aquella época comenzaba su
carrera y sus pretensiones de dominio. Ahora, que tiene la
hegemonía mundial, las consecuencias para América Latina serían
peores.
Recordé ese famoso mensaje de José
Martí: "ha llegado para la América Latina la hora de declarar
su segunda independencia." Lo dijo entonces analizando esa
conferencia.
Un siglo después, vemos el interés
de Estados Unidos de avasallar y dominar esta región. Analizamos la
impresionante validez del pensamiento martiano.
Si se publican otra vez las crónicas
de José Martí aparecidas en La Nación, analizando el supuesto
mercado común, la unión monetaria, el presunto libre comercio,
vamos a ver que tienen una actualidad que te erizas, pasmosa. Nada
ha cambiado. Sigue vigente su llamado a la lucha por la segunda
independencia.
Lo dije aquí: el centro de la
batalla es la lucha por la independencia y la verdadera democracia.
Estados Unidos habla de la democracia. Bueno, que empiece dando el
ejemplo, y termine con el secreto.
Comience por divulgar, no mantener en
secreto el proyecto, a espalda de las instituciones que representan
los pueblos y tienen autoridad para suscribir tratados, más aún
uno como este en el que se juega la soberanía y la identidad
nacional.
¿Democracias representantivas y los
representantes están siendo mantenidos al margen?. Estados Unidos
concentró su objetivo estratégico en lograr la "vía
rápida", el permiso del Congreso para sin contar con él
concluir los acuerdos.
Lo que hace falta es la vía
democrática, no la rápida. La democrática, que toma tiempo,
discusión, participación, de los parlamentos, los sindicatos,
campesinos, jóvenes, estudiantes, mujeres, todo el mundo, que haya
un debate verdaderamente democrático en un tema tan crucial.
Alcanzar la independencia de verdad y
la democracia de verdad, es el gran problema del mundo de hoy,
frente a la globalización neoliberal, donde cada vez los pueblos
cuentan menos.
En América Latina hay un movimiento
muy importante, perspectivas muy alentadoras que se confirman con
hechos como la victoria de Lula en Brasil, o de Chávez en
Venezuela; él planteó que en Venezuela tendría que haber una
aprobación del ALCA por el pueblo.
PL: ¿Ud. cree que Brasil por su
potencial, y más ahora con la victoria de Lula, pueda jugar ese
papel de contrapeso de Estados Unidos? ¿Podrá dar esa fuerza que
necesita A.L. para contraponerse a los avances de Washington en la
región?
A: La
verdad es que Brasil ya ha jugado ese papel de freno, de contrapeso,
incluso antes de la ascensión de Lula a la presidencia, Durante la
administración de Fernando Henrique Cardoso.
Brasil mantuvo una posición de
defensa de los intereses nacionales, de crítica a una concepción
unilateralista que solo beneficia a Estados Unidos y no a los
países de América Latina, y ha sido un factor muy importante a
nivel gubernamental para impedir que se imponga de manera
arrolladora este plan.
Yo estoy seguro de que Brasil va a
continuar con esa línea, ahora con la victoria de Lula, que entre
otras cosas está enviando ese mensaje al mundo.
La inmensa mayoría, el conjunto de
la sociedad brasileña, se ha pronunciado por un cambio que implica
no continuar con un modelo económico que ignora las gravísimas
consecuencias sociales que tiene para los pueblos la forma en que se
está aplicando el capitalismo.
El neoliberalismo, que es su forma
actual, es rechazado por la inmensa mayoría de la gente en todo el
Continente, y eso es lo que explica la victoria del PT y de Lula y
todas las fuerzas que lo apoyaron. Con el aval de que Brasil ha
tenido una posición de defensa de la soberanía antes de llegar a
cualquier llamado libre comercio o cualquier integración. Como
decía el presidente Cardoso: si nos conviene, y hay que ver si nos
conviene. Es uno de los pocos gobiernos que se ha lanzado con
posiciones de esa dignidad.
Brasil entra a copresidir ese proceso
del ALCA y sus opiniones, sus criterios y reservas hay que tomarlas
con mucha más seriedad. Con el aval del gran respaldo popular, de
contar con un altísimo consenso nacional, que se reflejó también
aquí en esta conferencia.
Porque aquí participaron
parlamentarios que no son de la combinación que llevó a Lula a la
presidencia, sino que están vinculados al gobierno saliente.
PL: Ud. fue recibido, junto con los
demás jefes de delegación por el presidente electo, Lula, y
conversó con él. ¿Qué impresión le dio este nuevo Luha
presidente, al que ya usted conocía como dirigente político del
PT? ¿Cuáles son las perspectivas, las esperanzas de este gobierno,
de esta administración sin precedentes en un país cómo Brasil?
A: La
primera es que es el mismo Lula. Realmente es el mismo compañero,
de una larga trayectoria, que como se sabe la inició desde abajo
como dirigente sindical en un largo combate por los trabajadores y
contra la dictadura.
Lo veo con mucho entusiasmo, mucho
dinamismo, un hombre con una gran voluntad de cumplir su misión
histórica, la que el pueblo brasileño le ha entregado, con una
energía y una vitalidad incansables, muy motivado.
A la vez‚ él es un dirigente
maduro, con gran sentido de la tremenda responsabilidad que le ha
dado el pueblo brasileño.
Estoy seguro de que se está
preparando para estar a la altura de ese mandato que recibió del
pueblo brasileño. Pero es el mismo Lula de siempre, con la misma
sencillez, la misma naturalidad, precisamente algo que el pueblo
brasileño ha captado.
Es un hombre que en la cumbre de la
popularidad y la simpatía, del honor al haber obtenido esta
tremenda victoria, a la vez sigue manteniendo su comunicación con
la gente común, el hombre de la calle.
Tengo la seguridad de que él va a
ser un gran estadista y va a encarnar lo que es, la llegada a la
presidencia de la República de uno de los países más importantes
de América Latina y del mundo de un obrero metalúrgico, de un
hombre que no ha dejado de sentir y de sufrir con la gente de abajo.
Es realmente una de las cosas que
más impresiona en este proceso, de este momento brasileño. Más
allá de Lula, he captado una alegría que va más allá, pero mucho
más allá, de los que votaron por él, que se dan cuenta de que
están viviendo un momento histórico de Brasil.
Noto un espíritu de cooperación,
ojalá se mantenga y asegure un respaldo y receptividad para el
próximo gobierno que se va a instalar en condiciones muy
difíciles, en un mundo complejo, pero con un macizo respaldo
popular, con un sólido consenso.
PL: ¿Estados Unidos aceptará
convivir y negociar con un gobierno democráticamente elegido y que
difiere de su política hacia América
Latina? En su opinión, ¿qué se
puede esperar?
A: No tengo
la menor idea de cómo esta administración (de Bush) se va a
conducir. Sin embargo, hay una serie de señales que no se pueden
ignorar.
El senado aprobó una resolución de
bienvenida a Lula y respaldando la invitación para que visite
Estados Unidos, una expresión de simpatía con el proceso ejemplar
en que fue electo y el proceso ejemplar de tránsito.
Bush lo invitó y se supone que él
vaya a Estados Unidos en diciembre. Me parece que es correcto. Se
trata de quien va a ser el próximo jefe de Estado de Brasil. Va a
Argentina y Chile primero.
Por otra parte, no se pueden
descontar elementos negativos que hay en la administración
norteamericana. Por aquí estuvo Otto Reich, que es un bandido, un
ganster, un mafioso.