El Gobierno del emperador George W. Bush se
caracteriza por la hipocresía política y el crimen. Bush y sus
más cercanos colaboradores han logrado empantanar al imperio en una
guerra de agresión que justifican con la lucha contra el
terrorismo.
La ocupación militar de Afganistán e Iraq, a la
que se oponen fuerzas insurgentes en ambos países, constituye una
verdadera masacre de civiles inocentes y tiene un elevado costo
financiero, físico y moral para el pueblo estadounidense que,
además, sufre las consecuencias de una política económica y
social interna destinada a favorecer a las grandes empresas.
Sobre la hipocresía política y las torturas a
prisioneros y otros crímenes que cometen a diario las tropas de
ocupación norteamericana, acerca del impacto de esta guerra
interminable en la sociedad y la política norteamericana brindaron
sus comentarios e informaciones los panelistas Bárbara Betancourt,
Juana Carrasco, Lázaro Barredo, Reinaldo Taladrid y la moderadora
Arleen Rodríguez durante la Mesa Redonda Informativa de ayer.
Los comentaristas pusieron de manifiesto la trágica
situación del pueblo iraquí, humillado y masacrado por los 140 000
soldados de Bush y sus aliados. Iraq, se dijo en el programa, está
cada vez más devastado por la guerra y la anarquía.
Según cifras conservadoras unos 100 000 iraquíes
han perdido la vida, buena parte de ellos civiles, incluidos mujeres
y niños.
Mientras la prensa norteamericana critica como
violentas las acciones de la resistencia apenas se refiere a las
operaciones de los ocupantes en diferentes ciudades iraquíes, donde
asesinatos de civiles indefensos en luego se justifican como
enfrentamientos a la resistencia.
Durante la Mesa Redonda se dieron a conocer
resultados de recientes encuestas sobre la participación de Estados
Unidos en esa "guerra preventiva, que en realidad no es más
que terrorismo de estado. El 52% de los norteamericanos considera
que la guerra no ha hecho más seguro a Estados Unidos.
Las declaraciones de miembros del Congreso
norteamericano, de algunos militares de ese país y muchos expertos
de todo el mundo señalan que Estados Unidos va camino, cada vez
más, de un desastre estratégico en el orden militar si no toma
medidas para resolver la difícil situación que tiene en Iraq.
Todas las semanas hay como promedio entre 15 y 25
militares muertos (los que se declaran), además de decenas de
heridos.
Hasta la fecha unos 1 700 militares norteamericanos
han perdido la vida en Iraq, la gran mayoría como resultado de las
acciones de la resistencia.
Uno de los elementos que ponen de manifiesto la
crisis que supone para el imperio la aventura guerrerista en la que
hoy se encuentra envuelto es el hecho de que en septiembre próximo
habrá gastado la astronómica cifra de 208 000 millones de
dólares, que bien pudieran tener como destino la solución de
problemas sociales internos o la ayuda a los países más atrasados
del planeta.