MESA REDONDA

(13 de diciembre de 2003)

Fracaso inconcluso

Elson Concepción Pérez

Los gobiernos europeos, que con la Unión parecían dar al mundo un ejemplo de cohesión y fuerza, y que incluso dieron pasos audaces como el de la unión monetaria, pierden por día su propia etiqueta y parecen deambular merced de la política exterior de Estados Unidos, como unos perfectos enanos políticos.

Está muy claro que Washington, cada vez que puede y quiere, pone una especie de cuña entre unos y otros países del área comunitaria, como parte de aquel principio de divide y vencerás.

Así ha venido sucediendo hasta el momento de la Cumbre de la Unión Europea que comenzó ayer en Bruselas, caracterizada desde mucho antes de su realización como la "cumbre de la desesperanza".

Los periodistas Elsa Claro, Reinaldo Taladrid, Arsenio Rodríguez y Eduardo Dimas, conducidos por Randy Alonso, analizaron anoche en la Mesa Redonda Informativa las distintas facetas que caracterizan en la actualidad al Viejo Continente.

A la cumbre asisten los máximos gobernantes de 25 países del área, de ellos 15 miembros de la Unión y otros 10 en proceso de adhesión.

España y Polonia, en contraposición de Francia y Alemania, son los más álgidos protagonistas de las discrepancias en relación con la distribución del voto dentro de la UE. Tanto Madrid como Varsovia defienden a capa y espada que se mantenga el Acuerdo de Niza del año 2000 que los favorece por cuanto cuentan con solo dos votos menos que París y Berlín, estos con mucha más población que los primeros.

Este viernes los debates fueron suspendidos sin acuerdo alguno, para reiniciarlos el sábado.

Sin embargo, es bueno decir que en cuanto a otras contradicciones dentro de la Unión Europea, la gran mayoría de los gobiernos resolvieron éstas antes de iniciarse la Cumbre, no siendo así con el presidente del gobierno español, José María Aznar, que con su habitual arrogancia no hizo negociación alguna.

¿Qué puede ocurrir este sábado?, pues que no se logre la aprobación de la Constitución en lo relacionado al voto proporcional, y se deje el tema para una próxima cita. Eso sería un verdadero fracaso.

No obstante, Silvio Berlusconi, presidente en turno de la UE ha reiterado que tiene una carta para desbloquear el asunto, sin explicar de qué se trata.

Otro tema en debate es el llamado sistema de defensa común, una idea que, aunque no es del gusto norteamericano, no pasa de ser una fórmula de compromiso, pues Europa va a seguir dependiendo de la OTAN.

A Estados Unidos no le gusta la idea de una fuerza militar autónoma en Europa, y al respecto el secretario general de la OTAN ha dicho que no se permitirá ninguna otra al margen de la Alianza Atlántica.

Y qué está provocando todo este apetito armamentista: un verdadero rearme mundial. Por ejemplo, en el pasado año el presupuesto militar mundial fue de 794 000 millones de dólares, el 50% de Estados Unidos, este año es de más de 800 000 millones de dólares, de ellos 401 000 de Estados Unidos.

Vale la pena preguntarse para qué se arma el mundo desarrollado, para defenderse de quién. O es que se trata en realidad de armarse para atacar al mundo subdesarrollado o para mantenerlo dominado...

El otro asunto en que los europeos también se encuentran divididos, es el de la exclusión por parte de Estados Unidos a empresas nacionales de Alemania, Francia y Rusia, países que se opusieron a la guerra contra Iraq, a que puedan participar en las millonarias ganancias que traerá la llamada reconstrucción del país árabe, destruido por los bombardeos de la aviación y los tanques norteamericanos.

Ayer se divulgó en Nueva York que la empresa estadounidense de servicios petroleros Halliburton, ha sido acusada de haber cobrado excesivas sumas en contratos gubernamentales, por lo que el presidente Bush determinó que tendrá que devolver 61 millones de dólares si el Pentágono prueba que aquella cobró excesivamente por el suministro de combustible a Iraq.

Se especula que solo esta empresa se ha apropiado de 15 600 millones de dólares, tema que ahora aprovechan los demócratas para arremeter contra Bush, principal exponente de la falta de ética que caracteriza hoy la política de muchos gobiernos, algunos de ellos europeos.

   

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