MESA REDONDA

(12 de septiembre de 2003)

El Presidente que se agigantó en la historia

Joaquín Rivery Tur

El fascismo y el neoliberalismo se dieron la mano con la CIA para entrar en el Palacio de La Moneda con bombas y balas hace 30 años con el fin de segar el proceso de desarrollo de un pueblo y cortar la vida de un dirigente que se agigantó históricamente para darlo todo por lograr una vida más digna para sus conciudadanos.

APMiles de chilenos se reunieron frente al Palacio de La Moneda para rendir honor al Presidente Allende en el XXX aniversario de su muerte.

Al XXX aniversario del golpe de Estado en Chile y la muerte del Presidente Salvador Allende fue dedicada la Mesa Redonda, moderada por Randy Alonso, y con la participación de testigos directos —cubanos y chilenos— de los hechos acaecidos, como Jorge Timossi, Manuel Hernández Vidal, Orlando Contreras, Alejandro Navarro, Isabel Jaramillo, Luis Fernández Oña, Carlos Aires Moreno, Luisa Stagno, además de testimonios filmados de otros participantes en los acontecimientos.

En la voz de ellos se reprodujo el relato de los últimos minutos democráticos en Santiago de Chile, la reacción de las personas, la respuesta de miembros de la izquierda que dieron ejemplos de valentía y bravura enfrentándose al golpe con pocas armas.

El fascismo reveló todo su salvajismo y su crueldad. Campos de concentración llenos de militantes de izquierda, con verdaderos departamentos de torturas brutales, algunas nunca aplicadas antes, que revelaron la heroicidad de compañeros que, al salir de prisión, se incorporaban de nuevo a la lucha.

Los detalles de la manipulación de la Agencia Central de Inteligencia quedaron expuestos nuevamente y en una injerencia que se había producido desde mucho antes de las elecciones, y luego conspirando para asesinar al general René Schneider, jefe del Ejército, de formación constitucionalista, y complotándose para evitar que Allende asumiera el poder, primero, y para derrocarlo, después.

El Gobierno de Richard Nixon hizo del derrocamiento de Allende su principal tarea de política latinoamericana. La nacionalización del cobre por el Gobierno de la Unidad Popular llevó a las transnacionales norteamericanas a sumarse al complot con la CIA y la derecha chilena, sobre todo con el aporte de grandes cantidades de dinero para financiar huelgas, impulsar un bloqueo en las instituciones financieras, y crear condiciones de caos. Por supuesto, Nixon cortó toda la ayuda, salvo la que estaba dirigida al ejército. Quería ahogar económicamente a Chile.

Con la Embajada cubana, los fascistas se comportaron con las peores y traicioneras intenciones posibles, pero fue total la firmeza del personal diplomático, respondiendo al fuego cuando les disparaban y asumiendo posiciones de principios hasta que pudieron regresar a la Patria.

Después vino la lucha clandestina, semiclandestina, disimulada en otras actividades, pero como parte de una resistencia que no cesó nunca, porque las ideas justas como las de Allende no mueren.

Al final, el moderador Randy Alonso informó que la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL), había decidido entregar al Presidente Allende, póstumamente, la Orden de la Solidaridad El Mahdi Ben Barka, y leyó un emocionante mensaje enviado a Cuba por Isabel Allende, hija del Presidente caído hace 30 años y presidenta de la Cámara de Diputados de Chile.

   

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