Cuba:   CATEGORÍA 5  En la lucha contra los huracanes 

Trinidad regresó a la luz

La ciudad museo espanta los residuos del ciclón y lo incorpora como un pasaje más a su historia centenaria de mitos y leyendas

JUAN ANTONIO BORREGO

TRINIDAD, Sancti Spíritus.—Maikel Lantigua Madeley, nieto del campesino asesinado hace 42 años en Limones Cantero, no ha podido borrar la imagen de lo que vivió el pasado 8 de julio en la secundaria que lleva el nombre de su abuelo, cuando al filo del mediodía no le quedó más remedio que enfrentarse al huracán.

Obreros del central FNTA laboran en la recuperación del parque Céspedes. 

La escuela no aguantó los vientos —comenta el joven trabajador social—; recuerdo a una mamá desesperada, que no sabía dónde poner a sus hijos, las ventanas comenzaron a desprenderse y los vidrios saltaban por todas partes. Nos protegíamos la cara con bandejas de aluminio. Éramos más de 200 y nos metimos en dos baños...

Los testimonios se regalan en cada esquina. Han pasado ya dos semanas y las personas, prestas a contar lo que vieron, no se cansan de repetir cada detalle. Víctor Echenagusía, pintor y estudioso como pocos de la vida trinitaria, lanza su certeza: "Ya esto es historia también".

Un turista que regresa a la villa después de la tormenta quiere llevar consigo la imagen ideal de la ciudad y sorprende en una de sus calles sinuosas y empedradas un moderno VW junto a un burro cargado de plátanos.

El hombre prepara su lente, encuadra y espera unos segundos, pero desiste cuando se percata de que al conjunto le faltaba lo mejor: la gente de Trinidad.

A pocos metros, sin embargo, encuentra lo que buscaba: en el céntrico parque Céspedes, obreros de soldadura y pailería del CAI FNTA sudan la camisa para restaurar una pérgola construida en el siglo XIX que los vientos de Dennis retorcieron hasta más no poder.

Trinidad poco a poco va espantando los residuos del ciclón: la luz regresó este fin de semana tras un apagón de 15 días, montañas de basura desaparecieron de las aceras, nuevos techos cubren el reparto Los Cocos.

Una amiga de prosa fina habla de "ciudad sin miedos".

En San Pedro, comunidad de arquitectura vernácula, única en Cuba y reconocida por sus valores históricos y patrimoniales, tampoco hay miedo.

Rogelino Zúñiga, quien a los 80 años sabe llevar muy bien las cuentas del pueblo, asegura que de sus 1 200 viviendas más de la mitad sufrieron algún daño. Caracusey y FNTA tienen historias parecidas. También El Oro.

Cuentan que a este último, un batey escondido al sur del Valle de los Ingenios, apenas le quedó en pie un puñado de casas. La gente humilde recogió ventanales, techos y todo lo que pudo, y Lázaro Brunet, el mejor pitcher de la zona, todavía con sueño en los ojos, salió para el juego de su vida.

Trinidad discutía el campeonato provincial con Sancti Spíritus en un estadio "prestado" porque el suyo había volado en pedazos, pero iba segura. Lázaro Brunet, con solo 17 años de edad, se olvidó del ciclón, y como aquellos gladiadores que se cubrieron la cara con bandejas de aluminio para soportar la saña de los vientos, volvió a su tierra con el oro en el pecho.

 

   

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