Cuba:   CATEGORÍA 5  En la lucha contra los huracanes 

11 de julio de 2005

Rescate anfibio en Güines

En el asentamiento campesino Barbudo, en la madrugada de sábado para domingo, a bordo de dos PTS de una importante Unidad Militar de las FAR, sorteando la furia de un río desbordado y las aguas poderosas de una presa aliviando para evitar que se inundara la ciudad de Güines, con más de 53 000 habitantes

LUIS HERNÁNDEZ SERRANO

En la madrugada del domingo, vivimos la impresionante y riesgosa aventura de reportar sobre un carro anfibio del tipo PTS, tripulado y guiado por jóvenes oficiales, clases y soldados, de una importante Unidad Militar de las FAR del Wajay, el rescate de numerosas personas aisladas e incomunicadas en el asentamiento campesino Barbudo, en Güines, provincia de La Habana.

En esas difíciles circunstancias nos vino a la mente la memorable imagen del Comandante en Jefe a bordo de un vehículo similar, entonces una BTR, también de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, durante el ciclón Flora, en 1963, desafiando la ciega fuerza de las aguas revueltas y peligrosas.

Los medios anfibios de las FAR y la pericia de sus tripulantes resultaron la garantía para rescatar a las familias aisladas.

Ese recuerdo, que comentamos con varios compañeros encima del vehículo anfibio, infundía ánimo y optimismo en el éxito de la maniobra.

Bajo pertinaz llovizna arribamos en un auto LADA de las FAR antes de las cinco de la mañana al punto denominado Corral de Piedra, donde el agua virtualmente le impedía el paso al ligero vehículo.

Foto: JUAN MORENO.Iván Ordaz, primer secretario del Partido en La Habana y presidente del Consejo de Defensa provincial, coordina sobre el terreno el rescate de los que quedaron aislados, con los altos oficiales de las FAR, que al frente de los medios necesarios acudieron en ayuda de la comunidad de Barbudo.

Pronto llegó a ese mismo sitio en un WUAZ verde olivo el general de brigada Miguel A. Otero, jefe de Dirección del MINFAR, con otros jefes y oficiales de la institución.

Los techos de las casas fueron refugio momentáneo ante el empuje de las aguas.

Le seguía los pasos un KRAZ-255, que transportaba sobre su esqueleto la potente armazón de acero de un carro transportador anfibio PTS, con su selectiva tropa vistiendo los típicos salvavidas personales color naranja.

En otro vehículo anfibio del mismo tipo, salido del Wajay mucho antes rumbo a Jaruco, pero desviado por las autoridades del Partido y del Gobierno de ese municipio habanero para el salvamento de campesinos en el mencionado punto güinero de Barbudo, se rescataron antes de nuestro arribo 73 personas, entre ellas 11 niños.

El propio carro transportador anfibio PTS, con una capacidad de 60 a 70 personas, se sumó igualmente a la nueva tarea, junto al que los reporteros de la prensa escrita habíamos abordado.

HISTORIA DE UNA INUNDACIÓN SORPRESIVA

Antes de las dos de la tarde del sábado reinaba un tiempo bueno, pero después de esa hora todo se volvió un diluvio en la zona de Barbudo, denominada así por una antigua tradición de la época mambisa, perteneciente al Consejo Popular No. 7, Río Seco-Amistad, de Güines.

En muy poco tiempo, cayeron inmensos volúmenes de agua sobre la región, muchas horas después de haber cruzado el huracán Dennis una parte de nuestro territorio.

Ya la presa Pedroso, vecina y compañera de geografía de la Mampostón, estaba al tope y fue necesario dar la orden de abrir las compuertas, para que aliviara.

No era una simple ejecución de rutina, sino el único modo sensato y seguro de evitar un desastre: que rompiera sus marcos y cayera con una fuerza indescriptible y demoledora sobre la ciudad de Güines, con más de 53 000 habitantes.

Las aguas acumuladas por la pertinaz lluvia se desataron hacia las zonas excesivamente bajas de Barbudo.

¡Hay que rescatar a sus vecinos! Esa fue la orden dada por el Consejo de Defensa tan pronto como el paradójico Río Seco hizo trizas uno de sus bordes, ante el empuje imparable de una especie de mar procedente del aliviadero emergente de la presa Pedroso.

Los dos carros anfibios abandonaron la vieja carretera que conduce a San Nicolás de Bari, descarnada un tanto por el asedio impetuoso de las turbias aguas que la cubrían en un largo tramo, y se lanzaron rápidamente a ejecutar la operación de rescate y salvamento.

Las aguas que llegan a la presa Pedroso provienen de territorios habaneros como Madruga, Jaruco, San José de Las Lajas, Catalina de Güines y hasta de tierras limítrofes con Matanzas.

EN 70 AÑOS NUNCA SE HABÍA VISTO INUNDACIÓN IGUAL

¡En 70 años nunca se había visto una inundación semejante por aquella comarca!

De los más de 400 habitantes de aquel paraje, una buena parte se había evacuado durante la amenaza inminente del ciclón, pero las familias de una decena de casas permanecían en sus hogares y quedaron aisladas e incomunicadas peligrosamente en la zona, en definitiva presas de las abundantes lluvias.

Tensos momentos transcurrieron cuando ambos PTS cruzaron los puentes sobre el Río Seco desbordado y el del Canal trasvase de la presa, a través del grueso volumen de agua que se precipitaba sobre ellos.

El vigoroso anfibio que nos conducía hacia las casas de los campesinos, en un momento súbito, pareció hundirse de proa por la parte derecha, pero enseguida se levantó triunfador de las aguas, guiado de manera sabia por sus conductores.

El arribo al lugar de los dos carros transportadores que hacían tronar sus motores de petróleo, colmó la atmósfera de un clima de seguridad oportuna.

Cientos de habitantes de las proximidades se congregaron para ver actuar a las moles de hierro que parecen híbridos perfectos de tanques de guerra y barcos de pasajeros.

Varios tractores desafiaron también las aguas por otros tramos menos profundos, uno de ellos con un matrimonio y dos niños mientras un joven a caballo trataba de salir de su vivienda inundada.

En esos momentos llegó al lugar el general de división Samuel Rodiles Planas, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por el municipio de Güines, quien enseguida se puso al habla con Iván Ordaz, primer secretario del Partido en la provincia, presente allí desde horas tempranas, acompañado por el presidente del Gobierno en La Habana, Armando Cuéllar, primer secretario del Partido en el municipio y otros dirigentes.

El general Otero se comunicaba constantemente con los dos anfibios e impartía instrucciones. Una familia no quería irse de su casa y el general orientó convencerlos a toda costa de que sus vidas valían más que sus propiedades, sin que ello significara olvidarse o renunciar a ellas.

Otras 21 personas fueron rescatadas de la amarga soledad impuesta por la peligrosa inundación de sus predios.

En medio de las maniobras finales del rescate, nuestro fotorreportero Juan Moreno se cayó aparatosamente hacia atrás, en un giro brusco del anfibio y se dio duros golpes en la nuca, la espalda y el codo derecho, amortiguados un tanto por dos de los doce jóvenes de la Cruz Roja del municipio que también engrosaron desde muy temprano el grupo de rescate y salvamento.

Tanto para el fotógrafo como para el redactor, esta hermosa experiencia solidaria fue la primera sobre un anfibio en medio de los estragos de un ciclón. Valió la pena saber que el colega no tuvo fractura alguna, que a estas horas transcurre tranquila la vida de miles de hombres y mujeres de la ciudad de Güines, y que en Barbudo no quedó nadie desamparado.

   

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