9 de julio de 2005
Derrotado el huracán mercenario
Siguiendo las huellas de Dennis, Carlos Lage y otros dirigentes del Gobierno, recorrieron ayer zonas afectadas en las provincias de Cienfuegos, Matanzas y La Habana
FÉLIX LÓPEZ
MATANZAS.—Dennis,
el insólito fenómeno meteorológico de julio, pasará a la historia
como el "huracán mercenario". Así lo calificó el Comandante en Jefe
Fidel Castro, mientras dialogaba, desde la Mesa Redonda Informativa de
ayer, con Daniel Moreira, secretario del Partido del municipio de
Ciénaga de Zapata, que en las cercanías de la histórica Playa
Girón, explicó cómo la previsión y la organización del pueblo "derrotaron"
la furia del huracán, que "desembarcó" por la costa sur de la Isla.
Víctor Gaute, primer secretario del Partido en Matanzas, conversa con el Comandante en Jefe durante la Mesa Redonda, poco después del paso del huracán por esa provincia.
Los matanceros, entrenados
para enfrentar la ira de la naturaleza, previeron hasta el último
detalle. Estaban avisados de antemano por los pronósticos de un
eficiente Instituto de Meteorología y de una Defensa Civil que, antes
de la salida al mar de Dennis, emitieron 22 avisos al pueblo; mientras
el líder de la Revolución y la totalidad de los dirigentes del país
dedicaron todo su tiempo y energías a un solo objetivo: minimizar la
desgracia, protegiendo en primer lugar la vida de los seres humanos.
En
Cuba, donde los ciclones también son parte de la historia, hasta la
persona más común sabe qué debe hacer ante la alarma, conoce de la
fuerza de un huracán Categoría 2, 3 y 4..., sabe identificar por
dónde pasa el ojo del huracán y no se confía de la aparente calma. "Pero
ninguno de nosotros —decía Manuel, un humilde hombre matancero—
aprendió por casualidad. Gracias a que tenemos un Fidel, un Rubiera y
hasta clases televisadas sobre el tema, adquirimos conciencia del
peligro".
"AVANZAREMOS A TODA
VELOCIDAD"
Con ese optimismo se
despidió Víctor Gaute, secretario del Partido en Matanzas, del
Comandante en Jefe. Fidel, que acababa de dialogar con él desde la
Mesa Redonda, lo despidió a la manera del Che Guevara: "Hasta la
Victoria Siempre". Durante varios minutos, Gaute lo actualizó del
paso de Dennis sobre la Ciénaga de Zapata, Jagüey Grande, Calimete,
Pedro Betancourt y Unión de Reyes, antes de perderse en la llanura de
la hermana provincia habanera.
A esa hora, al filo de las
ocho de la noche, los 14 municipios de Matanzas estaban bajo los
efectos de los fuertes vientos y una lluvia intensa. Los municipios
del norte —Matanzas, Varadero y Cárdenas—, aunque más alejados
del centro del huracán, soportaban vientos de más de 80 kilómetros
por hora, y en la propia sede del Gobierno Provincial caían los
cristales de un antiquísimo vitral. Pero en medio de ese escenario,
había una noticia alentadora: ni una sola pérdida humana se había
reportado en la provincia.
Gaute explicó que mucho
antes de la llegada del huracán fueron evacuadas 121 822 personas
(114 422 pobladores y 7 400 turistas nacionales y extranjeros). De
ellos, 13 600 estaban en refugios seguros y 101 362 se autoevacuaron
en casas de familiares y vecinos, fruto de una solidaridad cada vez
más creciente, lo que facilita que las personas regresen rápido a
sus hogares una vez terminada la fase de peligro, y se protegen mejor
los bienes personales. Esa última cifra, como ha ocurrido en los
demás territorios del país, no tiene precedentes.
Tan pronto colgó el
teléfono, Gaute se reunió con su estado mayor y dio las últimas
instrucciones: al amanecer del sábado todos saldrían a valorar los
daños y a conversar con los damnificados. Los eléctricos solo
tendrán 24 horas para revisar todos los circuitos y diagnosticar las
averías. El pan hay que producirlo de cualquier manera. Leche hay
para varios días. Los plátanos estarán todos en el piso y habrá
que irse a rescatarlos. Las prioridades, dijo, estarán en la
producción de energía, en los que se quedaron sin techo y en el
restablecimiento de los servicios de Varadero. Manos a la obra.
EN LA RUTA DE DENNIS
Huracán, según el
diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, es "una voz
taína, (m) viento muy impetuoso y temible que, a modo de torbellino,
gira en grandes círculos, cuyo diámetro crece a medida que avanza
apartándose de las zonas de calmas tropicales, donde suele tener
origen...". Dicho así, da temor. Imagínense cuando esos vientos de
una fuerza extraordinaria se experimentan en medio de la tormenta.
Cuando escuchamos que
Dennis saldría por un punto de la costa norte entre Santa Cruz y la
parte este de la capital, decidimos recorrer la ruta del huracán a
través de la carretera central. Pero no pudimos llegar siquiera al
poblado de Madruga: postes y árboles en la vía lo impidieron. Por la
Vía Blanca llegamos a Santa Cruz al filo de las 10:20 de la noche.
Allí, con todos sus hombres, estaba Iván Ordaz, secretario del
Partido de la provincia de La Habana, recibiendo partes por teléfono,
dando instrucciones, al tanto de los evacuadosÁ
Así recibieron a Carlos
Lage, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, que
acompañado de Jorge Luis Aspiolea, presidente del Instituto Nacional
de Recursos Hidráulicos, y Fidel Figueroa, ministro de la
Construcción, había recorrido pueblos afectados de Cienfuegos y
Matanzas, bajo fuertes vientos e intensas lluvias. Afuera eran cada
vez más fuertes las ráfagas, pero adentro se respiraba tranquilidad
y calma: miles de habaneros estaban en lugares seguros, y los reportes
indicaban que se iba saliendo del malvado Dennis.
En declaraciones a los
periodistas, Lage aseguró que este sábado habrá que valorar los
daños, pero adelantó que en su recorrido vieron muchos daños en los
techos de las viviendas. En Cienfuegos, dijo, fuimos testigos de cómo
trabajaron intensamente hasta la última hora. Un pueblo entero
organizado. Y en todos los lugares los dirigentes, en yipis y
anfibios, llegando hasta los lugares más afectados: "Este es un buen
entrenamiento, para una temporada ciclónica que, evidentemente, será
muy activa".
En Santa Cruz del Norte,
cuando ya Dennis estaba por salir al mar, Lage y el Comandante en Jefe
intercambiaron impresiones por teléfono. Todavía el viento hacía de
las suyas, y ya conversaban de los techos y de los niveles de agua en
las presas de la región oriental. Lage hizo una pausa y trasladó a
los presentes las palabras de Fidel: "El huracán mercenario se
desmoralizó cuando chocó con la tierra cubana"... y unos minutos
después, junto al saludo de despedida, el Comandante en Jefe daba
personalmente el veredicto final: "Este está derrotado ya".
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